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Columnistas

Una mejor clase política

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Por: Saúl Alfonso Herrera Henríquez*

Desde hace ya mucho rato requerimos de una mejor clase política, empática, con propuestas serias, no ridícula, nunca simple, tampoco insolidaria ni irresponsable; menos hoy que estamos inmersos en una crisis de violencia impresionante y demás otras crisis que parecieran que nunca se van a acabar. Sin frutos la lucha contra el crimen organizado, prosigue la beligerancia en todos los niveles, enfrentados están muchos factores reales del poder, generando daño las redes sociales, cloaca donde unos y otros depositan sus frustraciones, insultan y juzgan a quienes no piensa como ellos.

Los tomadores de decisiones, las toman sin importarles opiniones, deseos ni querer de las mayorías, lo que los define como irresponsables; pero lo que es peor, los seguimos encumbrando cual dioses, cuando en realidad y verdad no son sino inútiles funcionales, al no cumplir sus promesas, como tampoco atender las realidades, prioridades, necesidades y demandas poblacionales.

Tenemos una clase política lamentable, ineficiente, equivocada, secuestradas por el negativismo y la inoperancia, señalada como corrupta, inane, fatalista, carente de juicio de valor, simplista, que traslada su ningún hacer a comunicadores y medios, dejando con ello de manifiesto y en evidencia su ineficiencia. No encontramos en ellos validas opiniones, ni juicios de valor que aporten o puedan aportar caminos de redención que puedan llevarnos a puertos ciertos de integral bienestar.

Pero más allá de estas consideraciones, este llamado es, además de a la clase política, es al ciudadano, que cual, veleta y sin análisis ni reflexión alguna se deja convencer cual irracional ser, lo que le implica tener que vivir con sus malas y peores decisiones; lo que advierte sobre la necesidad imperiosa de revisarse, a efecto de no seguir saliendo cual mansa paloma en cada justa electiva a afianzar y reafirmar a toda esa suerte de políticos que no cumplen con su razón de ser ni de hacer.

Estudios académicos y políticos indican que, en su mayoría, son los electores idiotas útiles, castrados mentales; masa electiva y partidarios que existen en todos los regímenes. Electores y seguidores que en cada jornada electoral son utilizados para los fines políticos de políticos y partidos que acto seguido se mofan de quienes les proveen la sagrada soberanía de las decisiones. Obligados estamos a pensar bien qué país queremos, dónde y bajo qué parámetros, preceptos y lineamientos queremos que vivir y vivan nuestros hijos y familiares.

Pensar, repensar, reflexionar es lo que se impone, a efecto que después no sea tarde para arrepentirnos, lamentarnos como casi siempre ha sido ni para llorar sobre la leche derramada, Con nuestro voto somos responsables. Es nuestra su decisión soberana participar o no, pensar u razonar por quien votar, para así no llorar cual plañideras y culpar a todo el mundo, medios de difusión incluso, de no ser lo suficientemente duros con el gobierno, de no criticar a la oposición por su irresponsable ejercicio de inutilidad. A activar las neuronas llama la situación que vivimos, no sea que como idiotas útiles sigamos contribuyendo a hundirnos en la sinrazón, la vergüenza y la disolución de la patria.

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