Metrópolis
Normal Superior María Auxiliadora, la institución que le apunta a formar con sentido de pertenencia

Desde hace 68 años, en Santa Marta hace presencia la comunidad de Hermanas Salesianas, quienes, con mucha dedicación, han adquirido la labor de formar una comunidad académica que, en la capital del Magdalena, se caracteriza por apuntarle al desarrollo de los valores morales y a mantener un nivel educativo, el cual le ha permitido mantenerse en buenos lugares en el ranking de instituciones oficiales del Distrito.
El nacimiento de esta institución se remonta a 1875, cuando todavía estaba constituido el Magdalena Grande, conformado también por el Cesar y La Guajira; en ese entonces era denominada Normal de Institutoras del Magdalena y pertenecía a un movimiento a nivel nacional que tenía colegios en cada región. Antes de estar ubicado en el lugar que hoy ocupa, el colegio tuvo sedes que se localizaron en donde quedaba el recordado Montessori e, incluso, en lo que se conoce hoy como La Industrial.
En 1951 se construyó la primera sede propia de la Normal, luego de una compra realizada por la Nación; para 1953, las Hermanas Salesianas finalmente llegaron a dirigir este centro de estudios con la vocación de formar maestras. Fue allí cuando se empezó a formar una tradición que cambió la forma en la que era percibida la escuela, con un esfuerzo notorio en el ámbito educativo, que se ha venido construyendo como una marca diferencial.
Sor Mónica Tausa, rectora de la institución, explica en conversación con OPINIÓN CARIBE que la participación de toda la comunidad educativa y la corresponsabilidad de todos los estamentos han sido elementos claves para poder ofrecer a los samarios el colegio que existe actualmente, tanto en temas de infraestructura como en materia académica.
Tan importante ha sido la participación de la comunidad, que la parte en donde funciona la básica primaria, conocida años anteriores como la anexa, se construyó con la participación de los padres de familia, quienes adquirieron tal nivel de compromiso que entregaban ladrillos a las directivas para garantizar el avance de esta obra, convertida en uno de los mayores legados.
“Gestionamos para obtener apoyo del Gobierno y que ellos se responsabilicen porque esta es una escuela pública, pero lo que no hacen ellos, lo hacemos nosotros como comunidad educativa. Nosotros no consideramos que tenemos que sacrificar a la generación presente para conseguirle derechos a la generación futura, sino que mientras se luche para que haya mejores condiciones en la educación, se lucha para que los de ahora tengan lo mejor”, manifiesta la rectora, asegurando que la premisa no es limitarse a que todo venga de afuera sino, más bien, hacer lo que se pueda entre la comunidad y gestionar ante el Estado lo correspondiente.
Formación en valores
Entre los samarios, la Normal Superior María Auxiliadora es un referente en temas de valores y, sobre todo, en sentido de pertenencia, pues sus instalaciones permiten inferir el tipo de orientación que reciben las 1.760 alumnas hoy matriculadas, pues es un colegio que se distingue entre los demás oficiales de la ciudad en todos los aspectos posibles.
“La pertenencia es lo que caracteriza a los que se sienten miembros vivos de una comunidad. Aquí, los que nos da el origen a eso es el espíritu de familia, porque quienes formamos parte de esta comunidad nos reconocemos y somos valorados en el papel tan importante que jugamos”, asegura. “También para los maestros la Normal es escuela, aquí cada día se aprenden tantas cosas de la vida, del modo de relacionarse con estudiantes, de forjar una sociedad distinta desde la educación. Los padres de familias saben que aquí lo aportan todo, desde su presencia y el tiempo hasta los recursos; los administrativos saben que no sólo deben tener linda la escuela, sino que también son educadores”, explica la hermana Mónica.
En ese orden de ideas, agrega que la pertenencia que intentan inculcar en las niñas desde muy temprana edad, va directamente relacionada con la identidad como samarios y normalistas, siendo una escuela formadora de docentes que está atravesada por la pedagogía, lo que marca la diferencia en muchos aspectos.
“Se ha construido todo un ideario en torno a lo que significa ser normalista, que parte también de esas percepciones que nosotros tenemos. Hay ideales, referentes y modelos de vida lograda, que no solamente caminan entre nosotros, sino que se presentan como figuras de educadores, como San Juan Bosco y Madre Mazzarello, porque es importante inculcar ejemplos en los jóvenes”, afirma.
A Santa Marta, este colegio le ofrece formación integral y aunque la parte académica una importante porción de su competitividad, la verdad es que representa sólo una de las dimensiones de la formación, porque más allá de desarrollar procesos de pensamiento y sentido crítico para que las estudiantes obtengan buenos resultados, la escuela está interesada en formar buenas ciudadanas capaces de responsabilizarse de manera personal y social.
Si bien podría parecer que la comunidad educativa ha alcanzado un buen nivel general en diversos contextos, la rectora del colegio asegura todavía son muchos los aspectos que, considera, se pueden mejorar y por los cuales trabajan de forma continua.
“Nosotros siempre vivimos permitiéndonos soñar y trabajando por conquistar esos sueños, tenemos muchos anhelos. Quisiéramos, por ejemplo, afinar mucho más los procesos de pensamiento crítico y transformador, que darían unos niveles de lectura mejores que los que tenemos ahora, aunque es algo en lo que más destacamos con relación a habilidades cognitivas, sentimos que podemos hacer mucho más para enseñarles a comprender y leer este mundo, para encontrar su lugar en la sociedad, desarrollarse dentro ella y aportarle mejor”, señala.
La proyección social de las normalistas hacia comunidades vulnerables, el acompañamiento sistemático a otras escuelas para apoyar los procesos de formación y cobijar el proceso completo de la infancia también son algunos de los sueños de esta institución mantiene vivos para seguir mejorando.
A pesar de que la pandemia no ha hecho las cosas fáciles, la comunidad Salesiana no ha dejado de poner en marcha los esfuerzos necesarios para cumplir cada una de las metas, mientras esperan con ansias el momento de recibir nuevamente a las estudiantes en la presencialidad que se vio abruptamente interrumpida por la aparición del Covid – 19, a pesar del silencio que hoy impera entre sus salones y pasillos, el colegio siempre tiene sus puertas abiertas para ellas en un ambiente que han adecuado para brindarles la seguridad que necesitan y se merecen.

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