Columnistas
EPA o de la igualdad de trato: el origen de la indignación
“…Si te inspira ser zapatero, solo quiero que seas el mejor porque de nada sirve el doctor si es el ejemplo malo del pueblo” Mi Muchacho (D Diaz)
Barranquilla. año 2000.Una mujer esbelta, de tez blanca, cabello crespo y una leve sonrisa en la comisura de los labios se dirige enhiesta al salón de lo que seria el primer día de clases. Una lacónica presentación de las acostumbradas en las aulas universitarias en los primeros días, para luego entrar en materia con la pregunta:”¡que castigo debía recibir Fernando Botero en este proceso 8.000? Nació en cuna de oro, estudio en Harvard , y en las mejores universidades de Colombia, ha tenido todos los privilegios que jamás ustedes han tenido. ¿Debe ser la justicia mas benévola, o bien debe ser tratado con mayor rigor? “El debate se abrió, por supuesto un poco falto de rigor, en tanto estudiantes venido de los mas disimiles municipios del caribe con serias deficiencias para construir discursos organizados. Sin embargo, la pregunta me causo una honda impresión y reflexión 22 años después, luego de observar el caso de la señora Daneidy Barrera Rojas conocida como la EPA Colombia.
No quiero referirme a los aspectos jurídicos sobre los que se edifico la Providencia (que en honor la verdad desconozco, y además no tengo tal experticia en Penal), que algunos expertos han manifestado una desproporcionalida y otros advierten que no cumple los cometidos de la pena: La resocialización en tanto que la procesada (hoy condenada) ha venido dando muestras de cambios y arrepentimiento, tal como dan testimonios sus emprendimientos en productos de belleza femenina.
Voy a referirme a un tema de índole axiológico, y político que encuentro conexo con la pregunta que en su momento formulara la Docente Chinchilla en mis años de formación. La justicia acusa un enorme desprestigio ante la comunidad a quien se debe principalmente, entre ottas razones porque sus resultados y su eficiencia siempre descansa en los estratos mas bajos de la sociedad, donde peregrinan sujetos sin influencia y relaciones en las altas esferas del poder, consagrándose la famosa frase de que “la justicia es solo para los de ruana”
Colombia es uno de los países mas corruptos del mundo, empero la población carcelaria no refleja lo que acontece a diario con el erario público. Es un país de grandes titulares de prensa, donde los sujetos vinculados a delitos contra la administración publica o contra el erario público, antes que recibir castigos disuasivos y ejemplares son premiados con embajadas, honores, y en el peor de los casos prisión domiciliaria en enormes y lujosas mansiones se envía Un mensaje de perplejidad y mal ejemplo para la sociedad.
Es como si la justicia penal tuviera como únicos destinarios la población carente de recursos económicos, o influencias, donde se encuentra personas para las cuales la vida es áspera y provista de obstáculos, donde estudiar es un heroísmo, la alimentación (una o dos raciones diarias) es un milagro, donde la salud es una mercancía que disputan como fieras en las puertas de los hospitales y clínicas que fueron ofrendadas a un sector privado sin una dosis de conciencia y humanidad.
La sociedad ha normalizado estos asuntos, y rara vez reflexiona sobre este estado de cosas, estamos en un condicionamiento que solo respondemos a ciertos estímulos previamente preparados por expertos de la psicología colectiva como bien lo expresara Gaitán en los años 40 luego de sus estudios y análisis de la sociedad colombiana , y los sectores de la academia rara vez le gastan tinta a estos temas no tan elevados y abstractos para esos recintos de cristal donde pululan teorías foráneas y escuelas de otras latitudes que se piensan emular y extrapolar a estos territorios ,pero haciéndose los ciegos de estas cosas humanas, demasiada humanas parafraseando a Nietzsche.
Apelar a la máxima dura lex sed lex de construcción romana en el caso que nos ocupa es un contrasentido con las realidades observadas en la patria colombiana. ¡Si con gallardía y honestidad la justicia aplicara las máximas de la igualdad preconizada en el artículo 13 de la Carta fundamental a todos los que transgrden la ley sin distinción de riquezas e influencias el caso mediático de EPA COLOMBIA no causaría indignación! El meollo es que los ladrones andan a sus ancha tiesos y majos con la tranquidad absoluta de que existe un régimen de impunidad, y que, si por ventura les va mal la justicia les dira” Llevese a su casa sus 70 mil millones, hagamos un acuerdo para que este en su hogar, ¡y retorne algo…si quiere”! ¡El complejo de Gullivert en toda su dimensión! ¡Soberbios con los pequeños y temerosos con los grandes poderes!
Como corolario de ese malsano populismo punitivo que descansa en la población paria asistimos a procesos express dependiendo el sujeto activo o pasivo de la conducta, y en los reducidos casos de los Elegidos (recordando a López Michelsen) se actúa con paquidermia “adormeciendo” los expedientes en los anaqueles de los despachos judiciales mientras el pueblo olvida el espectáculo breve y pasajero de las noticias del mediodía que matutinamente en la franja familiar anuncia un nuevo escandalo
Urge una reforma al contrato social de 1991, que no pasa por hacer trizas todo el texto como ladinamente sugieren cada tanto tiempo alguno melancólicos del régimen de Núñez y Caro, con clara visión ultraconservadora, ni tampoco por la de quienes quieren un nuevo texto sin tener en cuenta las realidades y circunstancias fácticas de nuestro suelo. En mi sentir es en la parte organica donde con mayor ahincó debe enfocarse la reforma, pues no solo la justicia, sino los organismos de control y en general el funcionamiento de las instituciones reclama una transformación profunda en este siglo 21 para que las generaciones tengan mejores días, donde la ética y el civismo sean faros de su actuar, y no sigamos con el caso particular de este país donde los doctores son el mal ejemplo del pueblo como reza el epígrafe del cantautor vallenato
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