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Columnistas

Gobiernos y dirigentes que incumplen

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Por: Saúl Alfonso Herrera Henríquez*

Ciudadanos, pueblo, asociados, gobernados, base societaria, gente, comunidad, población, colectividad, sociedad, o como queramos llamar a los núcleos poblacionales que actúan e interactúan en nuestros territorios, pareciera que su destino fuera luchar contra todas las pandemias, entre ellas, amén de las que existen y surgen permanentemente, la corrupción, que considero uno, sino el más perversos de los flagelos devastadores que intervienen negativamente en su desquiciamiento, impidiendo entre otros muchos logros, avances, desarrollo y crecimiento.

Consiste la corrupción en el […] abuso de posiciones de poder o de confianza, para el beneficio particular en detrimento del interés colectivo, realizado a través de ofrecer o solicitar, entregar o recibir bienes o dinero en especie, en servicios o beneficios, a cambio de acciones, decisiones u omisiones […] (Transparencia por Colombia). El Banco Mundial la define como el “uso indebido de servicios públicos para beneficio personal”. Bajo el esquema utilizado tradicionalmente por Transparencia por Colombia, también puede ser tipificada como pequeña y gran corrupción. La “pequeña corrupción” puede ser entendida “como el conjunto de actos en que se conceden gabelas, ventajas o tratamientos preferenciales en contratos de bajo monto o en trámites ante el Estado”. La gran corrupción o “corrupción a gran escala”, consiste en actos cometidos en los niveles más altos del gobierno que involucran la distorsión de políticas o de funciones centrales del Estado, y que permiten a los líderes beneficiarse a expensas del bien común.

Como ciudadanos responsables debemos procurar influir directamente en su control, ir al fondo de los desajustes que la corrupción genera en todas las áreas y a todos los niveles, afirmarnos en la verdad de sus acometimientos, independientemente de las mentiras que peroran como agoreros gobernantes y dirigentes, negando cínicamente su participación en los grandes negociados y demás actos oprobiosos que desmantelan cada día más las arcas del erario, lo que impide realizaciones y niegan posibilidades mejores en beneficio comunitario. 

Es hacer entender por los medios, acciones y actividades que menester fueren, que la estrategia mejor para salir avante y posicionar para todos un integral bienestar, es la equidad, la igualdad de oportunidades sin favoritismos ni privilegios, camino a solucionar las vulnerabilidades existentes, las necesidades básicas insatisfechas; y, ampararnos en las fortalezas que conjuntamente puedan construirse, para así enrutarnos lanza en ristre contra las falencias que acusamos, así como contra las debilidades y amenazas que nos circundan. 

No se trata de legitimar ni de deslegitimar nada, sino desde el trabajo común participar activamente en aquello que nos marque el beneficio colectivo, que no el individual ni de grupos, a efecto de garantizar el acceso equitativo de todo para todos, en lo local, municipal, departamental, regional y nacional. Es unirnos en el combate contra la corrupción, ese enemigo común que debemos y tenemos que vencer al precio que sea, lo que debe ser un ejemplo de trabajo comunitario, serio con objetivos y compromisos al servicio del pueblo, con el fin de parar este desangre que nos hunde a pasos agigantados en la miseria, lo que obliga recuperar la llave y la vía de la decencia, la honestidad y la honorabilidad, que bloquea nuestra renovación, reconstrucción y restauración como pueblo que quiere instalarse a la vanguardia de los superiores destinos, que permitan y faciliten impulsar una agenda social y económica para una recuperación justa, para que empleo y economía sigan creciendo, para que se aprueben nuevas medidas y nadie se quede atrás, para que las ayudas a los colectivos más afectados sean una realidad, así como apoyando a las comunidades y colectivos a salir de la crisis.