Columnistas
De odios y mentiras
Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza
Naufragamos entre odios, mentiras y miles de otras muchas dañosas especies que venenosas pululan haciéndonos un inmenso daño como individuos y como sociedad, lo que es inadmisible, cuando los que debe pretenderse es unión, reconciliación; reflexión, estudio, análisis de situaciones de nuestras propias realidades y necesidades, concordia, acuerdos; objetivos, metas y propósitos comunes, jalonar en una misma dirección y buscar las rutas mejores en contexto y compendio de consolidación, paz, armonía, progreso, bienestar e integral prosperidad.
Aquí en nuestro departamento lo que hay hoy es un territorio y una población carentes de muchas cosas, incluso de orden elemental, básicas. Somos un pueblo huérfano de la atención debida que debe corresponder a un ente territorial que necesita avanzar en beneficio colectivo, por el interés general de la ciudadanía y comunidad entera. Es estar dispuestos a alcanzar acuerdos con el mayor número de formaciones posibles, ojalá con todos.
Tenemos, lo que interesa e importa, repetirnos en las cosas y asuntos mejores y superiores, en verdadera democracia soportados en la ética y la decencia política; toda vez que debe ser siempre un desafío de todos los ciudadanos y quienes de una u otra forma estamos y amamos la política superar las divisiones, reforzar por tanto los espacios de diálogo, de encuentro y también de consenso, reducir la polarización, y dese luego que marginar las mentiras y los discursos de odio; en la certeza que la polarización implica riesgos para la democracia.
Es superar las divisiones, alzar la voz ante quienes a ello se opongan, a los corruptos que roban con descaro y sin misericordia, a quienes se apropian alegremente de los sagrados recursos públicos, a quienes no caminan hacia modelos de diálogo y consenso que reducen la polarización y marginan las mentiras, las narrativas y los discursos de odio. No podemos seguir actuando sobre la base de retóricas inanes, fanatismos ni emociones que impactan de manera directa en la ciudadanía. Importa que
Se imponen dejar atrás rabia y miedo, ir tras solidaridad y esperanza, agregarlas al debate político, procurar que los ciudadanos desarrollemos un pensamiento crítico que permita tomar decisiones pasadas por la reflexión, promover la inclusión, cerrar las brechas, rente, por medio de la asignación de estereotipos que ahondan las brechas existentes en la ciudadanía, soportarnos es constructivas dinámicas sociales, en el entendido cierto que solo se edifica en unidad.
Requerimos de una vocación efectiva para fomentar convivencia, paz y progreso y no embarcarnos más en dinámica y estereotipos que dividen, despersonalizan y deshumanizan. Reconciliación, restauración, reconstrucción, reacción ante a lo malo y peor, hacia una paz estable y duradera No existe forma de reforzar y mantener la paz, la convivencia y la tranquilidad y prosperidad ciudadana, si nos empeñamos en seguir fomentando la desigualdad en la distribución del poder y los recursos, por medio de discursos que promueven la separación de los distintos grupos que conforman la sociedad.
Importa que se establezca un diálogo abierto en el que tengan asiento todas las posturas, ser capaces de comprenderlas, hacer un ejercicio reflexivo y respetuoso, que requiere dejar atrás todo prejuicio de superioridad sobre las ideas del otro, solo así marcharemos hacia lo administrativa y políticamente correcto.