Columnistas
El silencio de los Militares
Hace apenas unos años, los militares eran vistos con mucho respeto y autoridad en el ámbito social y político, personas dignas de referenciar, su opinión era fundamental para la evolución del país, casi podría expresar que no existe una Gobernación o Alcaldía donde no esté la huella histórica del paso de ellos como actores fundamentales en el buen gobierno.
Sin embargo, la política no podía afectarlos más de lo que lo ha hecho, el temor referenciado en países latinoamericanos por las dictaduras, fue un objetivo para silenciar sus voces poco a poco.
Todo o casi todo, para separarlos de las buenas relaciones cívico militares, entre menos contacto con la población mejor, a unos les pareció que deberían estar en la montaña, a otros en los cuarteles, unos cuantos que le resten el presupuesto y los más osados que deben ser acabados por ser innecesarios.
Tanto miedo y celo generó su vocación, que se convirtieron en blanco militar de los políticos, el mal interpretado discurso de Alberto Lleras Cámargo del Teatro Patria en los años 58, les quitó el derecho universal al voto, desde 1810 los ministros de defensa en su mayoría eran militares pero tuvieron sus altibajos de acuerdo a la voluntad política dándoles la estocada final bajo el mandato de Cesar Gaviria cuando nombró aRafael Pardo Rueda supuestamente por que los militares no tenían la facultad para hablar al ente de gobierno en forma política.
La cartera de Defensa, fue enviada al quinto lugar de prioridad, como si viviéramos en paz, los ministerios del Interior, Relaciones Exteriores, Hacienda y Crédito Público, Justicia y Derecho por encima de él, como si no necesitaran de la seguridad y defensa para cumplir sus misiones constitucionales, pero lo mas increíble, la nación jamás ha contado con una política de estado que los respalden en su misión constitucional, ni siquiera en los tiempo de Álvaro Uribe se logró.
Este ministerio, se volvió el cargo político de importancia por el manejo del presupuesto, si no lo creen, pregúntenle a Santos Calderón, utilizado como trampolín para ser candidato presidenciable, asignar cargos a civiles casi extinguiendo a los militares y trampolín para sacar pecho con el sacrificio diario de hombres y mujeres que mueren todos los días.
El acceso a los medios de comunicación, a la generación de opinión, a la igualdad de expresión como los demás cargos públicos, se fue poco a poco acallando y delegando en terceros, al punto de parecer escoltas del ministro a la hora de salir a los medios, los comandantes supremos (presidentes) como dicen jocosamente “no saben ni amarrarse unas botas” y a los militares les toca aguantarles la ignorancia, hoy podemos destacar entre otros al precandidato Rodolfo Hernández quien sin llegar al cargo ya los tiene amenazados.
Ni que decir del legado histórico, han pasado por el uniforme viejo y roto, el secuestro masivo, la humillación de los indígenas, la expulsión de campesinos y la estocada final; la Justicia Especial para la Paz creada por guerrilleros, terroristas, asesinos y bandidos pero aplicada para ellos contribuyendo a mermar su voluntad de lucha.
Ni que decir del transformado Fuero Militar que los protegía dejándolos casi a merced de una justicia ordinaria un tanto sesgada, aceptando incluso que quienes fueron terroristas como Gustavo Petro del M19, Pablo Catatumbo, Benkos Biohó, Antonio Lozada o Sandra Ramírez de las FARC hoy debatan hasta su ascenso en el Congreso, “Habráse visto”.
Ese silencio de los militares, ha demostrado la supremacía de la estructura del estado, la voluntad política del pueblo, el respeto por la constitución y la ley, la comprensión de la cultura ciudadana y la nobleza del juramento a la bandera; el orden público desgastó la intelectualidad y demarco las huellas del terrorismo convirtiéndolos en victimas del sistema.
Pero las ejecutorias hablan por sí solas, como la creación de universidades, escuelas públicas, hospitales, avenidas, puentes, fabricas, doctrina administrativa y un legado gubernamental con honradez ejerciendo la política sin la politiquería, sin dejar de lado su responsabilidad institucional, sea propicio para nombrar el General Payares Cotes quien fuera gobernador del Caquetá y Comandante de la Cuarta División al mismo tiempo.
Ya no tenemos a Bolívar, Nariño o Santander, tampoco a Landazábal Reyes, Valencia Tovar o Rojas Pinilla, pero tenemos tres organizaciones militares con máximas para destacar como la antropología, sociología e historia, entrenadas y altamente calificadas, llenas de autoridad moral y unos mínimos por refutar, hoy ese silencio lo interpretó con la nobleza y sencillez de hombres y mujeres con la alta vocación de servir y respetar.