Columnistas
Militares sin vocación

Por Carlos Enrique Martínez Caballero
Que confusión tan grande y de paso decepción, deben sentir algunos colombianos al escuchar “supuestas confesiones” en redes sociales y medios de comunicación, de algunos pocos oficiales, suboficiales y soldados en retiro, que participaron en lo que se conoce como “ejecuciones extrajudiciales o mal llamados falsos positivos”.
Lo digo por el engaño que se brinda ante la opinión pública en redes sociales y medios de comunicación como el protagonizado recientemente por el Coronel (r) Luis Fernando Borja y el señor Juan Esteban Muñoz, quienes hoy se sienten arrepentidos de lo que hicieron, situación positiva al expresarle a la ciudadanía su culpabilidad como asesinos.
Pero no estoy de acuerdo con ninguno de los dos, cuando se señala al Ejercito Nacional y a la Escuela Militar de Cadetes como una formadora de asesinos o que las unidades militares (divisiones, brigadas, batallones) estén creadas, para lograr semejante estatus a través de los hombres, armas e instalaciones.
Esos militares, que hoy muestran un supuesto arrepentimiento no tomaron nota de uno de los profesores de la academia militar que en su primera clase decía “justicia es darle a cada quien lo que se merece” y hoy ustedes merecen no solo el repudio ciudadano sino también, el peso que la ley terrenal y la sanción que la justicia divina les pueda otorgar.
30 años de servicio, 3 batallones, 5 brigadas, 2 divisiones, entrenamiento en 8 escuelas, 2 fuerzas conjuntas y el Ministerio de Defensa, me permiten afirmar que nunca escuché de superiores o subalternos, una política institucional para cometer “ejecuciones extrajudiciales”, quienes la hicieron fueron hombres sin vocación militar, hombres que se desorientaron de su rumbo perdiendo la fe, el respeto por el ciudadano, la misión constitucional y la vergüenza de sus hogares, por lo tanto no traten de confundir hoy al país.
Consagrarse a la vida militar, significa tener claridad en las palabras sabias de Pedro Calderón de la Barca quien decía “no es el vestido el que adorna al pecho, es el pecho al vestido”. Si claro, es una carrera dura, con una formación fuerte y con mucho sacrificio donde se entrenan militares, pero jamás orientada a nada diferente a enfrentar de manera interinstitucional a ese enemigo real con una táctica y estrategia antiguerrillera, antisubversiva, antiterrorista, antidrogas llamado de muchas formas, FARC, ELN, AUI, EPL, M19, NARCOTRAFICO que desestabilizan al país bajo lineamientos gubernamentales, sobre esos temas siempre observé y participé de la capacitación, el entrenamiento, la formación y los ejercicios de terreno, pero nunca otra dinámica.
No me digan ahora que esos terroristas eran de otro país o planeta, eran colombianos los que colocaron campos minados, asesinaban tanto soldados como ciudadanos, fueron ellos los que extorsionaban, secuestraban, tenían armas ilegales para matar, volaron torres de energía, oleoductos, se tomaban poblaciones y generaban terror sin ninguna consideración, a ellos siempre estuvo orientada la misión impuesta, quien haya hecho otra cosa fueron casos especiales de personas con posibles problemas mentales y hasta profundas sicopatías, que manchan el buen nombre de millones de militares que si tienen vocación de servir, esas personas merecen que le demos la espalda, oremos por su verdadero arrepentimiento y pidamos que se haga justicia por los asesinados bajo sus órdenes.
Los militares con vocación nos regimos por el honor, un valor que guía nuestra conducta, se demuestra por la coherencia entre el decir y el hacer; la Constitución Política estructurada políticamente por los colombianos y la creencia que Dios nos colocó la misión de servir empuñando las armas legítimas y defendiendo al Estado, si alguno esta fuera de esta teoría o estaban, son militares sin vocación y deben ser considerados como asesinos en serie.
“El camino puede ser difícil, pero con su ayuda lo podemos lograr” (Soy Ciudadano)
