Columnistas
Recordar a Lincoln
Por: Saúl Alfonso Herrera Henríquez*
En estos días de convulsión política que atravesamos, pero que a mi juicio apenas asoma uno que otro líder cierto, bien vale la pena recordar a uno verdadero, republicano él, como fuera Abraham Lincoln, figura magnífica e icónica del acontecer y realidad pública norteamericana. Un político de hablar con la gente como cualquier hijo de vecino que recibía con afecto a los ciudadanos comunes y corrientes que denominamos de a píe, quienes le expresaban sus demandas y con quienes compartía anécdotas y risas, consultaba sus opiniones y las tenía en cuenta para los asuntos de gobierno y discursos de fondo, quien demostrara todas sus dotes de mandatario en un país dividido y enfrentado en una cruente guerra.
Fue un líder político en momentos críticos, enfrentó dilemas con sabiduría, con un sur perdido y unos confederados dispuestos a negociar la paz con los del norte. Entendió en su momento qué si la guerra terminaba, la esclavitud seguiría siendo legal y era necesario que la Cámara de Representantes aprobara la XIII enmienda a la Constitución que proscribía la esclavitud. Era una iniciativa ya aprobada en el Senado, pero anclada en la Cámara Baja. Era terminar la guerra, salvando muchas vidas, pero con el riesgo de que la esclavitud siguiera siendo legal, o empeñarse en pasar la enmienda, prohibiendo la esclavitud.
Su visión fue clara. Contra la opinión de la mayoría de sus secretarios y consejeros, se inclinó por que pasara la enmienda y lo hizo una prioridad. Necesitaba votaran dos terceras partes de los representantes, lo que implicaba que los legisladores de su partido votaran a favor; no obstante, faltaban 20 votos que estaban en los demócratas, partido opositor racista a ultranza, teniendo para lograrlo, como lo hizo, que persuadir y valerse de otros procederes, lo que valía la pena por la importante y trascendental reforma constitucional en juego.
Gracias a William Seward, consigue unos operadores políticos conocedores del hacer legislativo que entendían, como dijera entre nosotros el doctor Álvaro Gómez Hurtado con las encuestas, que es mejor no ver como se hacen. Líder verdadero, inteligente, gran humor, generador de positivos como convenientes resultados y superlativa persuasión. Contó igualmente con su esposa, poseedora igualmente de grandes dones políticos. Los diálogos con su esposo son fabulosos. Hay escenas muy dramáticas de una pareja con el peso de la Guerra Civil estadunidense sobre sus hombros. Hay que volver a Lincoln, definitivamente un auténtico líder político, quien nos brindó entre otras muchas, estas enseñanzas: “No puedes ayudar a los pobres destruyendo a los ricos. No puedes fortalecer el débil debilitando al fuerte. No se puede lograr la prosperidad desalentando el ahorro. No se puede levantar al asalariado destruyendo a quien lo contrata. No se puede promover la fraternidad del hombre incitando el odio de clases. No se puede formar el carácter mediante la eliminación de la iniciativa e independencia de las personas. No se puede ayudar a las personas de forma permanente haciendo por ellos lo que ellos pueden y deben hacer por sí mismos”; todas las cuáles que lo retratan de cuerpo entero en su magnificencia