Columnistas
Por favor, no más
Por: Cecilia López M
Los colombianos que seguimos de cerca el llamado acontecer nacional estamos emocionalmente agotados. Para empezar, tener 11 departamentos del país afectados por el paro armado ya es una tragedia en medio del gobierno de la seguridad, palabra que repite no solo el equipo ministerial sino los candidatos a la presidencia. No hay seguridad en gran parte del territorio nacional para no mencionar lo que sucede en las ciudades empezando por Bogotá, donde la percepción precisamente de inseguridad que tienen sus habitantes es cercana al 90%. En medio de esta crisis, el presidente sigue viajando, diciendo frases sin sentido y sus ministros se ríen como el de Defensa cuando pasó aplaudido la moción de censura en su contra. Es decir, el ambiente es tan negativo que llegó la hora de hacerle un llamado a las campañas presidenciales.
Por favor, no más. Solo escuchamos y leemos insultos, descalificaciones, cuando esta sociedad está ávida de propuestas, de soluciones a este mar de dificultades por las que atraviesa el país. Pero no. La imposibilidad de vivir en paz no está en las propuestas de soluciones de la mayoría de quienes aspiran a la presidencia. El debate solo tiene descalificaciones a sus respectivos contrincantes y los que menos posibilidades tienen de ganar esa contienda, usan los espacios que se les ofrecen para ataques rimbombantes que son acogidos sin beneficio de inventario por la mayoría de los medios de comunicación. Las noticias solas ya son tan demoledoras de manera que unos cuantos mensajes de un futuro mejor ayudarían a soportar lo que estamos viviendo.
Por favor, no más, nace de la preocupación que de pronto sí puede moverles el alma a los candidatos. Preocupa que sectores del país pierdan la esperanza y no voten o lo hagan en blanco. ¿Se imaginan lo que pasaría si esto se generaliza? El que salga elegido no tendría la legitimidad que requeriría para las duras decisiones que debe tomar si de verdad quiere darle un rimo distinto a lo que estamos viviendo. No votar porque se perdió la fe es el principio del fin de la democracia colombiana ya suficientemente debilitada por un gobierno que ha hecho todo lo posible por quebrar la institucionalidad. Votar en blanco en un país donde eso no significa nada, se traduce en un gobierno débil cualquiera que llegue a ser su cabeza. Además, si eso llevara a deslegitimar las elecciones lo que en este país no pasa, quienes serían los nuevos candidatos en medio de esta profunda crisis de liderazgo político a que está sometido este país.
Por qué estos protagonistas de esta guerra verbal no entienden que han llegado al límite y que los más perjudicados son ellos mismos porque están agotando, decepcionando a sus electores y eso se traduce en menos votos. Y esto también va para quienes forman parte de esas campañas que están desaforados insultando a todo el mundo pensando que esto favorece a su candidato. Se equivocan y solo aquel que en estas últimas semanas muestre sus capacidades para manejar esta acumulación de crisis con propuestas sensatas, con debates de fondo, dejando atrás las descalificaciones de sus contendores, podrá sacar de este estado de ánimo las suficientes personas que con sus votos los elijan.
¿Será posible que paren un segundo y piensen en lo que están viviendo los colombianos, especialmente esa gran mayoría, 70%, a la que se le acabaron las posibilidades de cubrir sus necesidades básicas en medio de una situación económica en la cual solo reciben el impacto de la inflación y no posibilidades reales de generar los ingresos que necesitan para vivir? Por favor, no más, por el bien del país y de sus aspiraciones.