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En Buenavista, dos bebés han perdido la vida este año por falta de atención médica

La Ciénaga Grande de Santa Marta es un lugar privilegiado que durante décadas ha sido la vivienda de cientos de familias asentadas en los pueblos palafitos, una postal colorida que a primera vista llama la atención de cualquier persona. En este cuerpo hídrico se levanta el corregimiento de Buenavista, perteneciente al municipio de Sitionuevo.
Sin duda un sitio rodeado de mucha belleza y con características que lo hacen único entre las demás poblaciones del Magdalena, sin embargo, lo pintoresco del territorio contrasta en gran medida con la realidad que enfrentan los pobladores de esta zona que con decisión se mantiene en pie, a pesar del abandono estatal al que han sido sometido durante décadas.
OPINIÓN CARIBE en esta ocasión llegó hasta las inmediaciones de Buenavista, en donde conoció de primera mano la verdadera situación que viven estas personas diariamente, un grupo de 1.200 habitantes quienes suplican inversión a los entes gubernamentales, no piden nada exagerado, sólo quieren suplir sus necesidades básicas.
En el recorrido por el lugar, este medio de comunicación conoció que solamente este último mes, dos bebés han sido las víctimas más jóvenes de la desidia de los entes territoriales. Una mujer, vestida con el atuendo característico del ‘Congo Buenavistero’, confirmó ante las cámaras estos hechos que todavía lamentan y que pudieron haberse evitado si tan sólo contaran con la atención de un profesional de la salud.
“Hace como un mes se murió un niño de tres meses de nacido y el viernes [10 de junio] se murió una niña de 35 días de nacida. Era hija de una vecina, murió en mis brazos cuando la llevábamos de aquí hasta los lados de Puebloviejo, Magdalena”, cuenta con entereza la joven mujer.
El recorrido hasta el citado municipio, en un caso como este, es obligatorio, pues es la única alternativa con la que cuentan para recibir atención médica, pero la suerte no estuvo de su lado en aquellas dos fechas, en el recorrido, de más de una hora en lancha, dejaron de existir dos almas inocentes que no tienen culpa alguna de las negligencias administrativas.
“La niña fallece llegando a Tasajera, en mis brazos, intentamos darle primeros auxilios, pero era demasiado tarde, lastimosamente no se pudo hacer nada”, añadió.
“Nosotros tenemos más de 30 años y no hemos visto un médico aquí. Nosotros no contamos con un puesto de salud, no contamos con médicos, no contamos con una enfermera ni con nada, no tenemos ni dónde comprar un acetaminofén”, cuenta la entrevistada.
Sobre la ambulancia anfibia que entregó la Gobernación en el 2021, asegura que si existe, sin embargo, resalta que nunca ha prestado servicios a la comunidad debido al alto gasto de combustible de los motores, que implican un costo exorbitantes para un población que, en su mayor parte, sobrevive con las ganancias que deja la pesca artesanal.
“Esa ambulancia tampoco está apta para trasladar pacientes, está ahí pero no está funcionando. No tiene equipos, no tiene nada”, resalta la entrevistada, asegurando que hoy en día el vehículo no tiene ni siquiera emblemas.
Con su relato deja en evidencia, una vez más, el desamparo en el que vive esta pequeña población anfibia, quizás el ver llegar una ambulancia acuática despertó en ellos un ápice de esperanza para la solución de uno de sus más grandes problemas, no obstante, la realidad resultó ser muy distinta pues la lancha pasó a hacer parte del paisaje debido a que no hay nadie que garantice el suministro de la gasolina.
“Nosotros queremos hacerle un llamado a la Gobernación, a la Alcaldía, a todas las entidades para que tomen cartas en el asunto, todas las veces nos sucede lo mismo. Viajamos las personas para Puebloviejo y nos regresan a mitad de camino, eso no es justo”, manifiesta.
Entre la queja que acompaña el relato ante las cámaras del medio de comunicación, la mujer reclama también la falta de gestión para brindarle al corregimiento espacios académicos. “Nosotros también tenemos derecho a la educación”, dice, expresión que va acorde con las solicitudes hechas por sus coterráneos también en entrevistas con OPINIÓN CARIBE, lo que permite inferir que las prioridades de Buenavista están claras entre sus pobladores: salud, educación y oportunidades laborales.
La entrevistada ahora dirige sus declaraciones a las necesidades del sector educativo, principalmente explica la situación que viven con relación a los docentes, quienes deben llegar a la comunidad desde otras poblaciones para dictar algunas horas de clases, entre las 8:30 y las 11:00 de la mañana.
“Nosotros aquí tenemos gente de la comunidad preparada para dar clases, a nosotros nos favorece más. Pueden dar clases todo el día, si se empieza a las 7:30 hasta las 12:30, los niños han estudiado algo de verdad y saben que van para sus casas tranquilos”, relata.
En Buenavista, al parecer, nada es fácil, incluso los adolescentes en edades escolares la tienen difícil, aquellos que cursan grados de bachillerato, a falta de profesores, deben trasladarse hasta el corregimiento vecino de Nueva Venecia a través de un viaje por agua para concretar los procesos de aprendizaje.
Tanta dificultad, en ocasiones, impulsa la deserción, llevando a los adolescentes a preferir dedicarse a la pesca, siguiendo las costumbres del territorio.
“Queremos profesores de aquí”, reitera, “si llueve se mojan y es un riesgo”.
Esta es el escenario al que se enfrentan los ciudadanos de los palafitos, una vida en la que las necesidades insatisfechas parecer haberse vuelto parte de la monotonía ante la mirada estática de unos gobernantes que no han tenido la voluntad política de resolver ni una sola de sus peticiones.
