Columnistas
¡Una Santa Marta que convulsiona por las peñoneras!

En una ciudad idílica como Santa Marta, no podemos permitir o crear paradigmas o imaginarios que legitimen la violencia y el desorden, el caos y la alteración del orden público. los daños al bien ajeno son el pan de cada día en diferentes zonas de la ciudad y los desmanes que llevan consigo heridos, ya sea cortados, partidos, traumas en diferentes partes del cuerpo son la razón de ser de lo cotidiano de muchos jóvenes que ven los enfrentamientos como un hobby diario. ¿es posible pensar que han sido reprimidos y que esta sea la causa de los desmanes?, en dado caso que fuera así, ¿Quién los estaría reprimiendo? ¿los padres, profesores, vecinos, el estado o la sociedad en general? Las respuestas a estas preguntas seguramente resultaran después de un trabajo antropológico, o sociológico situado y contextualizado, sin embargo, me acercaré un poco a la problemática por otros lados.
La causa del conflicto no es social, puesto que si llueve se van a los peñones, si no llueve también, si hay juegos por la llamada “mojadera” ya no tiran aguas en las bolsas sino ladrillos, acompañados de machetes, y cualquier otro elemento que pueda hacer daño, todo ello acompañado de sustancias psicoactivas. En ese entorno tan hostil se podría pensar como una problemática las aguas sucias y putrefactas que subyacen desde los canales viejos de los alcantarillados, pero también es pensar en la pobreza multidimensional que existe en los cerros vecinos, en donde la energía muchas veces no da la capacidad de encender los televisores y las neveras, en donde no existen las calles pavimentadas, y el acceso al agua es casi nulo, junto a otras carestías por las cuales se podría pensar que es una causa justa y que va en defensa de los derechos, sin embargo, en una opinión muy personal se denota que lo que se evidencia en los diferentes puntos no es una protesta social, sino mero vandalismo.
Finalmente, la única manera de salir del yugo de la pobreza y desigualdad, de la desesperanza y la opresión es la Educación, la verdadera movilización social está en las aulas, con los lápices, los colores, el arte, la poesía, el futbol y demás juegos. si bien es un camino difícil y pedregoso esas piedras se pueden tomar para la construcción de puentes de paz, puentes que unan y le den significado al valor de la existencia humana. Todos los jóvenes deben estar en la primera línea de las escuelas, sacando puntas, restando y multiplicando, en una primera línea alzando la mano para preguntas y lograr criterios propios, de esta manera y en total tranquilidad habiendo bajado la calentura de la convulsión entonces se podrán dar cuenta que han descubierto la manera de razonar, reflexionar y discernir lo cual les da la capacidad de tomar sus propias decisiones.
