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Caicedonia, donde sueñan los tiranos

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Por Edgar Jafet Hernández

Caicedonia, un reino imaginario que muchos en el mundo real podrían reconocer como un espejo deformado de la realidad política contemporánea en nuestra parroquia. Durante más de 12 años, un líder ficticio, su familia y sus mas leales esbirros, han dominado esta tierra, sumiéndola en una maraña de decadencia, autocracia, cinismo y nepotismo.

Los habitantes de Caicedonia, atrapados por la indiferencia, la ignorancia o el populismo que profesan sus gobernantes, se han convertido en espectadores impotentes de la interminable perorata del líder. Una perorata que, paradójicamente, se dedica a culpar a los de antes por el atraso del reino, mientras él se revuelca en un pantano de corrupción y falta de liderazgo.

El “líder”

En el reino de Caicedonia, el líder se ha convertido en el único orador autorizado, como si su voz fuera la única digna de ser escuchada. Después de más de una década en el poder, sus discursos han dejado un rastro de promesas vacías, excusas absurdas y una retórica que oscila entre el populismo desvergonzado y la deshonestidad flagrante. La culpa es de los “de antes” el mantra del Lider. Atribuye todos los males y desafíos del reino a los gobiernos anteriores, como si él y su clan no hubieran tenido más de una década para implementar cambios y mejoras sustanciales.

En lugar de asumir la responsabilidad por sus lamentables ejecutorias, el líder de Caicedonia ha perfeccionado el arte de las excusas cínicas. Su repertorio de frases lapidarias se ha convertido en síntesis de su forma de gobernar privilegiando su conveniencia a los intereses de la sociedad: «A mí no me pidieron agua», dice con una sonrisa burlona mientras las necesidades de los ciudadanos son desatendidas.

El populismo como refugio

El populismo es la bandera bajo la cual el líder de Caicedonia se ha refugiado durante todos estos años. Promesas grandiosas y simplistas, gestos simbólicos pero vacíos, y una retórica de enfrentamiento con fuerzas invisibles se han convertido en su estrategia predilecta para mantener a raya a sus contradictores. En lugar de abordar los problemas reales del reino, el líder prefiere enredarse en discursos inflamatorios que perpetúan la polarización y distraen a los habitantes.

Su habilidad para conectar emocionalmente con sus seguidores es innegable. Pero lo que se oculta detrás de esta retórica populista es una gestión deficiente, la erosión de las instituciones y la democracia misma.

Un llamado a la liberación

Después de más de una década de dominio, la pregunta que surge es si Caicedonia puede liberarse de su líder tiránico. A pesar de la apatía, la indiferencia y de alimentar desaforadamente el mas grande clientelismo del que se tenga noticia, hay un rayo de esperanza. Un movimiento creciente de ciudadanos cansados de la retórica vacía y las excusas descaradas viene tomando forma.

Caicedonia es un reino imaginario, pero su historia refleja lamentablemente la realidad de muchos lugares en Colombia. Líderes que se aferran al poder, que culpan a los de antes, que excusan su propia ineptitud y que utilizan el populismo como escudo. Sin embargo, también representa la esperanza de que la ciudadanía puede liberarse de estos líderes y tomar las riendas de su propio destino.

La cita del próximo domingo es un momento crucial para el reino de Caicedonia. Es una oportunidad para que los ciudadanos demuestren que están hartos de la manipulación y el cinismo del líder. Están cansados del nepotismo, y de la politiquería que tanto se critica, pero que el líder ejecuta con asombrosa facilidad. Es un llamado a la liberación, un llamado a la recuperación de la dignidad si se quiere.