Columnistas
Merecemos (I)
Por: Saúl Alfonso Herrera Henríquez*
Se ha dicho que los pueblos tienen derecho a soñar para transformar la realidad y en tal sentido creo que Santa Marta debe participar hoy de un sueño colectivo de cara al porvenir. Adentrarse a una transformación crucial de orden social, económica, ambiental, selectiva respecto de quienes serán sus gobernantes y de autoafirmación.
Pensarnos en lo que podríamos ser, imaginarnos como una ciudad referente mundial que bien y mejor convierta su riqueza natural, factor de desarrollo, protectora y garantista de la conservación ecológica y ambiental. Ente territorial en franca rebeldía contra la pobreza, la inequidad y la desigualdad lacerantes. En decidido avance hacia la soberanía alimentaria. Que apueste por gobernanza inteligente, investigación, conocimiento, innovación, economía circular y en todos sus colores, industria y el comercio que impulsan pymes, cultura, deporte, movilidad y turismo sostenible.
Una ciudad real y verdaderamente participativa, que aproveche la inteligencia de su gente, comprometida con la equidad, definidos valores democráticos en tiempos de incertidumbre y en defensa de sus intereses frente a cortoplacismos, egoísmos y marginaciones orquestadas que a nada positivo conducen.
Es construir todos, la ciudad que queremos, anhelamos y merecemos. Con ideas claras para caminos de solución, en lo que importa centrar nuestros esfuerzos en sentar bases de transformación que sean fruto de un trabajo honesto en los planteamientos, honrado en la gestión, eficiente en la administración de los recursos, que permitan poner en marcha un ambicioso plan de inversiones, crear plazas de empleo, generar trabajo apoyados en iniciativas públicas, diversificar la economía, dinamizar nuevos sectores productivos, apostar por la innovación y la experimentación, contratar nuevos talentos en diversos proyectos, establecer centros de investigación, acudir a la academia y a nuestra inteligencia colectiva como base para construir nuestro porvenir.
Nos compete la obligación de convertirnos en una economía dinámica, innovadora y moderna, insistir en la enorme riqueza de nuestro territorio. Ir siempre más allá. Luchar contra el cambio climático como necesidad de supervivencia debiéndose combatir y mitigar sus efectos, toda vez que nos acosa y lo padecemos con deforestación, aumento del nivel del mar, contaminación, incendios forestales, inundaciones, afectación de nuestra salud y bienestar.
Hay mucho que hacer, contribuir decididamente a erradicar los plásticos que contaminan nuestros mares y costas, reducir el consumo de envases y bolsas de plástico, aumentar la reutilización y el reciclaje. El cambio climático es una emergencia ecológica, social y una oportunidad para avanzar hacia la ciudad que queremos y merecemos.
Paisaje y biodiversidad son importantes activos que poseemos, debiendo gestionarlo todo de manera sostenible para transformarnos bien y mejor, producir, optar por una sólida soberanía alimentaria, conservar el ambiente, consolidar una agricultura diversificada y centrada en los productos autóctonos como una de las maneras mejores de conservar y rehabilitar el paisaje. Ser sustentables y sostenibles. Que sea nuestro paisaje también identidad, memoria colectiva y construcción de porvenir. Un pueblo sin identidad, sin memoria, no tiene futuro; y, es la nuestra una identidad abierta, una cultura forjada entre varias, acogedora, tolerante y respetuosa. Defender nuestra identidad es defender nuestros valores democráticos y de convivencia que nos posicionará como un territorio de entendimiento entre generaciones y culturas.