Columnistas
La indefinición nuestra de cada día
Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza*
Presumo de buena fe, dados los objetivos, propósitos ciertos y sentimiento de pertenencia que me son inherentes y me mueven respecto de Santa Marta, mi ciudad, nuestro Distrito Capital, que desde la orilla que me encuentro encarno la razón de ser y y la dignidad del pueblo samario, cual la verdad verdadera que debe, tienen y tendrá que ser en beneficio y aprovechamiento colectivo, que no personal, familiar, de grupo, movimiento o partido, sino pensando siempre en los superiores intereses comunitarios.
Cerca está el proceso electivo que determinará quienes ocuparán sólidos administrativos y curules coadministrativas públicas durante el próximo cuatrienio en el orden local, en el que no hubo acuerdos respecto de cómo hubiese podido ser aunar posturas que llevaran a la Alcaldía de la ciudad un candidato que bien y mejor pudiesen conducirnos y de paso terminar con la horrible noche de doce años en que nos encontramos, mientras creciendo siguen diferencias, enconos y las sinrazones de sabernos profundamente divididos como samarios y de hacer muy poco o nada para remediarlo.
Contradictorio sin duda nuestras posturas, procederes y afirmaciones, ya que mientras supuestamente peroramos voz en cuello decir con vehemencia que deseamos le vaya bien a la ciudad, y con ella, a todos, rechazamos cualquier posibilidad de unión, condenamos a quienes no piensan igual que nosotros, y como consecuencia de lo cual, vemos una redes sociales y escuchamos conversaciones entre conocidos, amigos y familiares, críticas muchas, pero nunca o muy pocas propuestas que tiendan puentes ni canales de comunicación efectiva ni reconciliación real.
Todo se ventila desde las falsas verdades y las noticias tendenciosas, aunque no carezcan de verdad en algunos casos, lo mismo que en informaciones con elevadas cargas emotivas y poca o ninguna objetividad, lo que no beneficia a la ciudad, sino a quienes piensan mezquinamente en sus propios intereses, nunca en los de la comunidad, que siguiendo ese juego protervo cae a la menor provocación o se suman a seguir trasegando en demagogias y populismos.
Una ciudad exitosa se cimenta en la diversidad, la tolerancia y la participación colectiva y suponer que somos poseedores de la verdad, nos equivocamos, puesto que necesitamos de la participación consiente y responsable que permita la actitud dialógica y un constructo común, en el que quepamos un mayor número de personas, o todos idealmente hablando. No vemos propiciada la humildad, sino un fanatismo creciente, lo que no da espacio para establecer relaciones de simpatía y colaboración, que enriquezcan nuestra vida e integral progreso con todas las visiones posibles.
Nada que nos centrarnos en lo fundamental ni en lo deseable, que sería la contribución de todos para superar los atascos, retrasos, absurdos y complejidades que padecemos y que ojalá no sean los mismos o peores en los siguientes cuatro años, aumentando mayores momentos neurálgicos y de aversión.
Por favor, privilegiemos ideas, las soluciones a nuestros problemas que no son pocos y ojalá logremos realizar un llamado sin precedente para invitarnos a encontrar con inteligencia los objetivos comunes. Quiera Dios que más temprano que tarde encontremos la unidad, construir, edificar, proponer y apostar a una superior capacidad para comunicarnos con asertividad y estrategias en beneficio colectivo. Lo necesitamos con urgencia suma.
No lo olvidemos y en consecuencia actuemos en tal dirección.
rubenceballos56@gmail.com tw: @CeballosRuben56–Ing: @rubenceballos2021 *Jurista.