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Columnistas

La Vía (primera parte)

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Por Víctor Rodríguez Fajardo

Entre Mamatoco y el rio Magdalena solo hay 95 kilómetros de distancia, esa es la separación por tierra entre Santa Marta y Barranquilla. Esa distancia en condiciones normales, respetando el límite de velocidad actual, se podría recorrer en solo 75 minutos. Pero NO, la realidad es otra. Hagamos historia.

Tuve la oportunidad de viajar de la mano de mí papá en los buses de la Veloz hace 60 años, tomábamos el bus en la cra 5ta con 22, por supuesto iba en la ventanilla. El viaje siempre comenzaba a las 4:00 am porque de lo contrario no alcanzaba el tiempo para hacer todas las diligencias y regresar el mismo día.

Pasábamos por Gaira por estrechas vías de un solo carril sin demarcación de líneas amarillas o blancas, mucho menos había “ojos de gato” que ayudaran la conducción, en Gaira iba recogiendo pasajeros, siempre había por lo menos uno en el puente metálico que aún existe para motos y peatones. Entrabamos a Ciénaga donde había parada para completar el cupo del bus, se comía almojábana con chicha y seguíamos el viaje. Al llegar al puente de madera de La Barra, había que esperar turno, era un puente de un solo carril justo para pasar un vehículo así que dependiendo de la fila de carros, era la demora para pasarlo. No tenia barandas, ni espacio para peatones. Con tablones, algunos dañados por el uso o deterioro por el medio ambiente, se partían o se soltaban. Era tenebroso en mis recuerdos. Algunas veces había un carro varado y los adultos se bajaban a empujar para poder seguir.

Era la “modernidad” porque poco antes de poder vivir esaexperiencia, había unas chalupas o “ferris” que se tomaban en Ciénaga y viajaban por el caño que llega hasta Palermo. No puedo contar en detalle porque no lo viví. Sigamos con la “modernidad” de la vía en la década de los 60s.

No había ninguna población que impidiera la movilidad, no había toma o bloqueo de carretera, mucho menos saqueo a quienes sufrieran accidentes en la vía, eran otros tiempos. Se llegaba a lo que hoy es Palermo, pero en esa época no había población. Poco a poco se fue “colonizando” gracias a la demora para atravesar el rio Magdalena esperando el ferry. De las 4:00 am, si las condiciones eran favorables, llegábamos al rio Magdalena a las 6:00 o 6:30 am. Se veía Barranquilla, que emoción hasta que sentíamos la nube de mosquitos. Dependiendo si los ferris estaban funcionando o se habían dañado, podíamos esperar 30 minutos, una hora, o más. Al principio los vendedores ambulantes comenzaron a llegar con ollas, bandejas o cuñetes llevando diferentes alimentos. Con el tiempo hicieron cambuches donde montaban mesa y sillas de tablas con manteles de plástico, fue un paso a la “modernidad”.

Llegar al paseo Bolívar en Barranquilla, donde quedaba la agencia de la Veloz nunca era antes 8:00 am en el mejor de los casos. Cuatro horas de viaje era una realidad hace 60 años.

Mucho ha sucedido, se construyó el puente Pumarejo y se acabó con la odisea de atravesar el rio Magdalena, se construyó el puente de La Barra y se agilizó la circulación, se “enderezó” la vía en tramos donde había riesgos de accidentes como sucedía por donde hoy queda la mina de Tete, todo esto se tradujo en un viaje de los mismos 95 kilómetros en 1:30 a 2:00 horas de duración, la mitad del tiempo que se hacía 2 décadas atrás.

Pero llego la década de los 80s y se presentaron nuevos desafíos en la seguridad y movilidad, la Colombia cuasi rural donde casi no pocos tenían acceso a tener carro propio en los 60s, pasó a una sociedad que encontró en las ensambladoras nacionales y los nuevos créditos en llenar la clase media con acceso a un Renault 4 por lo menos, comenzaron las calles y carreteras a llenarse de carros y de congestión obligando alEstado a ceder espacios por su incapacidad de atender la infraestructura vial, es cuando el gobierno de Cesar Gaviria Colombia tuvo un viraje haciendo el Estado más pequeño y llamando al sector privado a participar con concesiones para tratar en lo posible, mantener la atención de las obligaciones del Estado con el ritmo que imponía la economía. Es la época de las concesiones viales de 1ra y 2da generación, entre esas, la vía Santa Marta – Barranquilla. Una vía nacional es entregada al departamento del Magdalena para que se encargue de su mantenimiento y proyección desde entonces, la incapacidad financiera del gobierno dio viabilidad a este nuevo escenario de negocios para el privado y de atención de su función social al Estado.

Después de poder conectar en menos de dos horas Santa Marta con Barranquilla, comenzamos a alejarnos. La vía, aunque había mejorado, se había comenzado a quedar en el mantenimiento y hasta el perfil de la calzada no estaba actualizado, ni siquiera se contaba con berma al lado de cada carril. Para los 80s se veía una carretera en mal estado, muchos huecos en la vía, accidentes, protestas sociales la gran mayoría por problemas con Electricaribe (ahora Aire) o por el agua en los municipios de Ciénaga o Pueblo Viejo.

La concesión Ruta del Sol recuperó la vía, pero no fue suficiente para mantener la duración del viaje en menos de dos horas. Ya en la década de los 90s y en este siglo, los colombianos pasamos a tener vehículos sin importar el estrato social, todos tenemos acceso a un vehículo, sin importar el valor de cada uno, significa densidad en la vía y afectación de la movilidad, todos transitando por el mismo ancho de vías diseñado antes de los 80s. Conclusión, pasamos a demorarnos 4 horas o mas para conectar Barranquilla con Santa Marta. Lo barranquilleros que tenían a nuestras playas como el sitio para pasar el fin de semana buscaron la ruta a Cartagena que presentaba menos problemas de bloqueos y de congestión donde por la Vía al Mar solo transitan vehículos familiares y los buses interdepartamentales y de carga se van por la Cordialidad.Esto sin mencionar que las incursiones de la guerrilla y las famosas “pescas milagrosas” ayudaron a alejar a los curramberos.

Estamos en los 20s, la concesión Ruta del Sol finalizó, Colombia creció, nuevos retos y desafíos tenemos en transporte intermodal, conectar el Caribe portuario con los grandes centros de producción, sea para exportar o importar, se habla de recuperar y dar al servicio el sistema férreo, habilitar la navegación del rio magdalena, ya se sueña con llevar cruceros hasta El Banco, un nuevo puente Pumarejo sobre el rio Magdalena de doble calzada y tres carriles cada una, nos muestra el camino hacia donde mantener nuestro esfuerzo de desarrollo sostenible. Se aprendió de los errores del pasado, ahora se tiene en la agenda viaductos para ser amigable el desarrollo con el medio ambiente. La vía actual está en buen estado, pero crecimos y nos quedó pequeña, ¿qué hacer? Nos llegó la nueva generación: vías 5G.

Se requiere no perder competitividad con respecto a otras ciudades portuarias, sí tenemos activo el ferrocarril con punto de partida el puerto de Santa Marta hacia el interior del país, un aeropuerto internacional ubicado en el área metropolitana de Santa Marta – Ciénaga y una vía 5G de doble calzada con dos carriles cada uno y con proyección de ampliar a tres, estaríamos materializando el sueño de una región unida en coherencia con el desarrollo social. No dudo que muchas empresas buscarían el beneficio del medio ambiente con indicadores mínimos de salitre permitiendo un valor agregado como ciudad, prosperaría la creación de puertos secos para dinamizar la carga al facilitar el trasbordo de mercancías con lo cual llevaría a crear nuevas empresas en nuestra región.

Esta nueva Vía 5G entre Santa Marta y Barranquilla ya cuenta con el beneficio de una casi terminada Variante de Ciénaga con sus respectivos puentes que permiten mantener la velocidad porque excluye de la vía el tráfico interno del municipio, un puente sobre el rio Magdalena de dos calzadas con tres carriles cada una que llegara con ese perfil hasta el peaje (2 kilómetros), la existencia de doble calzada entre Santa Marta y Ciénaga nos daría la posibilidad de circular a 100 km/h de acuerdo a las características de una vía 5G.

Para este tipo de proyectos se requiere un cierre financiero que el gobierno no puede comprometerse por ahora, por eso, buscó asociarse con un privado en una Asociación Público Privada (APP) Sierra Mar (Ciénaga – Barranquilla)buscando no aislar al Magdalena del ritmo que llevan los vecinos y requeridos por el comercio mundial. De materializarse las variables planteadas en la intención de la nueva APP Sierra Mar, tendríamos los samarios a Barranquilla a menos de una hora de carretera.

En esta primera entrega esta la historia y la parte romántica de una vía que le da vida al Caribe, soñar con menos de una hora entre las dos ciudades, cambiaria muchas costumbres y se generarían nuevos escenarios. En una vía segura, independizada de la circulación urbana de los municipios por donde pasa, permitiría vivir en una y trabajar en la otra ciudad, o los universitarios ir a barranquilla sin necesidad de mudarse de santa marta. ¿menos de una hora? Se gastan mas en Bogotá de la casa al trabajo.

En las siguientes entregas hablaré del impacto de la vía en las poblaciones por donde pasa, nuevos asentamientos y reubicación de comunidades, impacto social, el sepulcral silencio de la Asamblea, del Contralor departamental, del ex gobernador, de la gobernadora (e), de la jefe de contratación, de la parte contractual, facultades, delegación, costo-beneficio, duración y otros detalles que marcarían sí se repite la historia del paraíso, donde el infierno comenzó o sí llegamos por fin a la tierra prometida… todo gracias a una VÍA.