Editorial & Columnas
Defender lo que somos
Por: Saúl Alfonso Herrera Henríquez
La historia de los tiempos nos dice que a las sociedades les ha tocado haber tenido que aprender desde su origen a sobrevivir rodeadas de las más de las adversidades. A construir con una mano y protegerse con la otra. A estudiar con pasión al tiempo de cuidar su espalda. A educar en valores mientras oyen voces que los niegan. No obstante, han prosperado, y no por un golpe de suerte, sino por la decisión inquebrantable de no dejar de ser lo que se es y en consecuencia empujarse al límite, afirmarse en la existencia misma, sin ruidos estériles sino con trabajo denodado en tal dirección, respondiendo con autenticidad, haciendo nacer válidos sentimientos desde lo más profundo de su alma, aprendiendo a defenderse con actos de amor por lo que se es, por lo que se ha construido y pensando en quienes vendrán después.
Entender que toda personas, todo colectivo, todo pueblo, tiene derecho a proteger vida, libertad, dignidad y porvenir; de allí que cuando esos derechos se ven amenazados sistemáticamente, el silencio es cómplice; la pasividad es renuncia; y, la omisión es derrota; razón por la que sin inercia ni odio hay que elegir la inteligencia colectiva, la preparación, la ciencia, la innovación, la cultura, al arte, la salud pública, el respeto a la infancia, el fortalecimiento del tejido y la cohesión social. Formar generaciones que piensen, cuestionen, propongan, se defiendan y se eleven, busquen la grandeza, se atrevan a brillar en medio de la oscuridad sin gritos, pero con sabiduría, conocimiento y resiliencia.
No podemos hacerle el juego a rendirnos, independientemente de los muchos irracionales desprecios varias veces recibidos y de deformadas narrativas ajenas. Importa decididamente seguir avanzando sin perder la humanidad que nos define. Mostrar convencidos de qué estamos hechos, manifestar nuestra fuerza interior, no ceder ante la violencia ni convertirnos en su reflejo. Es hacer cultura donde otros siembran cizaña y odio. Propender salud. Invertir en la gente como una de las mejores formas de garantizar su continuidad. Una sociedad que enseña a los suyos a pensar, cuidar, crear y convivir, construye un escudo y un puente hacia el mañana, Es tener en cuenta que el conocimiento defiende, transforma, y cuando se acompaña de valores sólidos con una visión generosa del mundo, es fuerza invencible; además, el derecho a existir, pensar distinto y vivir con dignidad, no requiere permiso, es inherente; y defenderlo, aún en situaciones extremas, es un acto de total integridad. Y si a veces la historia nos enfrenta con desafíos profundos, no debemos enfrentarlos con resentimientos que destruyen y deben quedar en el ayer, sino con la sabiduría que inspira, cambia y transforma en positivo el porvenir.
Ser firmes en la defensa de lo que se es no es arrogancia ni fanatismo. Es resistir sin odio, proteger la vida honrándola, apostar constantemente por el mañana, la esperanza y el bien común, toda vez que el verdadero poder no está en el músculo, sino en el alma de los pueblos que no se traicionan a sí mismos; lo que impone cuidarnos, cuidar lo nuestro y saber que ignorancia y manipulación disfrazan verdades; pero la verdad, al final de la jornada siempre resurge, sale a flote, ilumina y redime; de ahí la importancia de construir con sabiduría, educar con amor y defender con dignidad. Lo que es verdadero, así se ataque, malinterprete o quieran borrarlo, siempre regresa con la fuerza que le es propia.
