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Desde la sala de redacción: Universitarios tienen la palabra

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OPINIÓN CARIBE da a conocer puntos de vista de estudiantes de pregrado de la Costa sobre el sistema carcelario colombiano. ‘Desde la Sala de Redacción’, espacio donde en diálogo con el Jefe de Redacción, Eduardo Luis Cantillo, debatirán temas de actualidad a partir de esta edición y basados en los temas desarrollados en nuestras investigaciones, los estudiantes de los últimos semestres de las universidades públicas y privadas.

La Corte Constitucional le ordena al Gobierno Nacional, modificar la política carcelaria. El tribunal determina que son constantes las violaciones a los derechos humanos de las personas privadas de la libertad.

La Corte dio instrucciones precisas para que la Procuraduría General, la Fiscalía General, la Defensoría del Pueblo, el Ministerio del Interior y el Instituto Penitenciario y Carcelario, Inpec, diseñen un plan de acción para solucionar las graves problemáticas que se presentan en los centros penitenciarios y carcelarios en Colombia.

Uno de los puntos más sensibles hace referencia a buscar otras alternativas a las medidas privativas de la libertad en centros carcelarios, puesto que esta mentalidad ha generado hacinamiento carcelario, lo que conlleva a fallas en los programas de salud y alimentación para los presos.

El tema trasciende esferas y permite la posición de distintos especialistas en el país. El comunicador social y abogado y destacado columnista en el periódico El Colombiano de Medellín, Michel Reed Hurtado, con experiencia de trabajo de campo con comunidades y trayectoria académica en disciplinas diversas, incluyendo el derecho, la antropología, la sociología y las ciencias políticas de temas ligado a la violación de los derechos humanos de los privados de la libertad expone que las soluciones de la llamada “crisis carcelaria” no son un secreto, pero sí son incómodas y costarán mucho trabajo. La respuesta inicia por la aceptación del problema con todas sus implicaciones y ramificaciones. El problema carcelario tiene que salir de la oscuridad y de la negación.

Por otra parte, tras un estudio realizado en la cárcel El Buen Pastor de Barranquilla, por las abogadas Laura Brugés Garavito y Angélica Gómez Cardona, titulado, ‘Cárcel del Buen Pastor: proyecto de resocialización o aparato reproductor del delito’, señala que el sistema carcelario define que el principal fin de la pena no es castigar al sujeto que cometa delitos, sino brindarle un tratamiento que permita su resocialización y posterior reintegro a la sociedad, fin que se encuentra tipificado en los artículos 9 y 10 de la Ley 65 de 1993, a través de la cual se expide el Código Penitenciario y Carcelario, y en el Artículo 4 del Código Penal Colombiano.

174 cárceles existen en Colombia, en las cuales lo antes expuesto se evidencia con el solo hecho de hacer una visita. La cárcel ‘Rodrigo de Bastidas’ de Santa Marta no es ajena a esta realidad, con un hacinamiento del 480 por ciento, carece de condiciones óptimas que permitan la debida resocialización de los privados de la libertad.

OPINIÓN CARIBE conversó con los estudiantes Cristina Toro Zárate de Psicología y Juan Camilo Rodríguez de Derecho de la Universidad del Norte, para conocer desde sus percepciones en qué radica esta situación.

EDUARDO CANTILLO: Desde el campo de la Psicología, ¿Cuál es el análisis que podríamos desarrollar ante esta temática?

CRISTINA TORO: Se debe tener en cuenta que todo individuo que sea victimario, fue víctima del proceso y de la sociedad antes de cometer un delito. Fue víctima del proceso de formación que tuvo dentro de la sociedad en la que se desarrolló, porque las condiciones que se supone debemos tener todos para desarrollarnos de manera armoniosa en una comunidad, no fueron dadas por parte de sus padres desde el momento en que nació. Estas personas no tienen el criterio para tomar decisiones correctas, su estructura moral no está formada en los principios éticos que rigen a una sociedad. Cuando una persona se vuelve victimario y entra a un sistema penitenciario se habla de un proceso de resocialización, pero hay que analizar hasta qué punto esto es una resocialización si esta persona nunca estuvo socializada, nunca tuvo un buen comportamiento, nunca supo cómo trabajar, cómo tener una familia ni tener amigos, entonces qué vas a resocializar.

E.C: ¿En qué está fallando el sistema?

C.T: En que no ha habido un proceso de formación en el que se le enseñe a la persona a vivir en sociedad y hacerle entender que tiene falencias en ciertos comportamientos. En eso es que debemos trabajar, para transformar a la sociedad. El sistema penitenciario debe ser el fin último.

E.C: ¿Cual es la solución?

C.T: Hay 10 necesidades básicas que el Estado le debe satisfacer a una persona del común, entre esas, una vida digna en Colombia. Educación, la cual pese a ser pública no es gratuita. La salud es un problema, y estas son situaciones que hacen que las personas no puedan desarrollarse de manera óptima. Hablamos del Triángulo de Maslow, necesidades básicas, necesidades intermedias y necesidades superiores. Las necesidades básicas son la alimentación, la salud y las cosas físicas. Las necesidades superiores obedecen al desarrollo cognitivo de poder llegar a ser lo que tú quieres ser.

E.C: ¿A qué se enfrentan los cautivos tras las rejas?

C.T: A quedar aislados y sin acompañamiento Psicológico. Se supone que una persona es enviada a la cárcel para socializarla, no es encerrarla para que esté sola con sus pensamientos, hay que enseñarle o guiar su comportamiento. Esas falencias son notorias, sin embargo, la misma comunidad penitenciaria ha desarrollado métodos hacia la resocialización, quien habla de Dios, bien sea pastor o predicador, empieza a generar herramientas y soluciones que necesitan los reclusos. El hecho de estar encerrado en un lugar y no tener contacto con gente distinta, de una manera u otra afecta sus estructuras cerebrales.

E.C: Aferrarse a una creencia puede generar equilibrio, ¿hasta qué punto hay garantía de ello?

C.T: Depende de la persona y de la fuerza mental y estructural que tenga. Hay 4 angustias principales que manejamos todos los seres humanos: el miedo a la libertad. el miedo a la muerte, el miedo al aislamiento existencial y el miedo a la falta de sentido vital.

El miedo a la libertad es el temor que sienten las personas de ser responsables de las cosas que hacen, ante eso, una de las salidas que encuentran los presos es aferrarse a Dios. Será muy difícil para aquellos que no tienen formación básica, decidir de manera autónoma qué está bien y qué está mal. Es muy difícil para la persona volver a enfrentarse a un mundo en el que nada más ve a Dios como la única solución.

E.C: ¿Qué acompañamiento profesional no debe faltar en una cárcel?

C.T: Un trabajador social, un psicólogo forense, un abogado y un sociólogo. Debe ser un trabajo interdisciplinar. Se supone que el Estado debe buscar la calidad de vida y así mismo, la ley, así tú seas bueno o malo.

E.C: ¿Se podría decir que al Estado no le preocupa saber por qué una persona delinquió para que no lo vuelva hacer, sino encerrarlo con el fin de que las víctimas se sientan tranquilas y digan que el Estado está haciendo algo?

C.T: Nos han puesto a pensar que es un mal necesario, que debemos aceptarlo, porque si no, no se podría salir a la calle, nos han acostumbrado a pensar que un individuo que pisa la cárcel deja de ser persona. Que es un desecho social y es imposible pensar que puede ser resocializado.

Hasta aquí la percepción de la estudiante de psicología, Cristina Toro Zárate.

E.C: La historia nos pone a pensar que todo esto tiene un trasfondo político, por esta razón, los invito a leer el pasaje bíblico cuando Jesús, el Mesías como le dicen muchos, es arrestado por los fariseos y puesto a disposición de Poncio Pilato, al mismo tiempo se juzga a un ladrón y asesino llamado Barrabás.

Dos contextos diferentes pero una misma situación, donde se evidencia el trasfondo político, porque se le acusa a Jesús de prohibir el tributo a César y de hacerse llamar Cristo y Rey.

EC: Desde el campo del Derecho, ¿qué opinión le merece la situación del sistema carcelario en Colombia?

JUAN RODRÍGUEZ: Siempre hay interés político, en Colombia se pidió cadena perpetua para los violadores, ¿cuánta gente no ganó votos tratando de hacer la consulta, para ganar adeptos y hacerle sentir a la sociedad que era un problema que merecía atención? Muchos temas se convierten de un momento a otro en lo más importante del país, para darle una sensación de tranquilidad a la sociedad de qué se está haciendo algo.

Se endurecen las penas, pero eso no arregló el problema, porque al final, simplemente es oprimir más o seguir dando en la llaga, en vez de analizar cuáles son las causas, el problema de la pena en sí, es que no tiene ninguna justificación.

Cuando uno empieza en la academia a desglosar cada una de esas funciones y comienza a ver realmente qué es lo que pasa, se da cuenta que no hay ninguna explicación racional para justificar el porqué se priva a una persona de la libertad teniendo en cuenta que los Estados democráticos que surgen después de la revolución francesa tienen como elemento principal la libertad, la fraternidad y la igualdad. La conclusión a la que llega la academia es que la pena es una herramienta de control político, es un hecho o un fenómeno político necesario para que se vea que la sociedad está cumpliendo en algo, pero realmente no está cumpliendo su verdadero papel, por eso es que hay una mala interpretación de lo que explica el derecho penal sobre la cárcel y la pena.

E.C: ¿El ciudadano del común malinterpreta el término cárcel?

J.R: En Colombia se cree que la cárcel es sinónimo de castigo, y que a ella deben ingresar todos los que se portan mal. Un día en la cárcel es peor que cualquier crimen que se haya cometido, degrada y anula el ser humano. Por lo contrario, el sistema penal debe ser la última opción para aplicar. No hay un análisis para prevenir que un individuo después de equivocarse no cometa el mismo error, basado en que no hay condiciones para que los sujetos no violen los cánones fijados para una mejor convivencia.

E.C: El Estado tiene el compromiso a través de la cárcel de resocializar a los sentenciados ¿qué pasa cuando hay un hacinamiento del cuatrocientos por ciento, como es el caso de santa marta?

J.R: Las leyes como tal son unos postulados que señalan un supuesto derecho, una consecuencia y una sanción, pero el tema a valorar va más allá. Aquí aplica el pensamiento de Eugenio, doctrinario argentino que concibe el derecho penal como una limitación al poder punitivo del Estado porque solamente bajo condiciones se puede aplicar una pena.

E.C: ¿Cuáles serían esas medidas?

J.R: Darles oportunidades a esas personas y entender realmente qué fue lo que pasó, qué hizo y que el Estado realmente se preocupe por esa persona y no termine confinándolos a una situación que lo va a crucificar.

E.C: ¿Somos hombres libres?

J.R: No lo somos. El concepto de libertad tiene algunas críticas, se decía que el hombre era libre para poder controlarlo, pero hoy, no somos libres porque nos esclaviza el trabajo, porque esta situación de igualdad y libertad lo único que consiguió es que no seamos esclavos ilegítimamente, sino esclavos legítimos de un sistema.

CONCLUSIONES

  •  El sistema penitenciario es presentado ante la sociedad como la solución para un problema, cuando en realidad no lo es. Su dinámica no está orientada a brindar soluciones.
  •  No se está resocializando, no se brindan las herramientas para la recuperación del sentenciado.
  •  Se debe tener como base la dignidad humana.

 

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