Crónica
La otra cara de la prisión
Hay momentos en la vida que permiten conocer y escuchar a personas que cambian estereotipos y paradigmas de nuestra mente. En el lanzamiento de la revista escrita por los reclusos de la cárcel ‘Rodrigo de Bastidas’ OPINIÓN CARIBE se adentró en el mundo desconocido de una prisión, conoció otra de las tantas realidades que guarda la cárcel, hombres con deseos de libertad y corazones renovados, guiados por un líder innato, Jimmy Zapata, ex cabecilla de la banda emergente ‘Los Nevados’ que ejerció su poder en la Sierra Nevada de Santa Marta. Hoy, en el interior del penitenciario, es un pastor defensor de los Derechos Humanos y muestra que sí es posible cambiar, porque él lo hizo a través de su conversión a el Evangelio.
Basta con cruzar la primera puerta que lleva a ese mundo lleno de barrotes y paredes deterioradas, una edificación que da muestra del calvario que se vive en su interior. Los primeros filtros para ingresar son oscuros, casi parecidos a un túnel.
A las 9 de la mañana era la cita, extraña y sobrecogedora, por el desconocimiento y la incertidumbre ante lo inesperado, porque siempre se piensa, que allí se encuentran los delincuentes, los agentes del mal. Desde que entré a los pasillos no hubo ni unos buenos días sin responder, e incluso, en varias ocasiones recibí primero el saludo, increíblemente acompañado de unas tenues sonrisas.
En el patio,al compartir con varios internos reinaba un ambiente de calma, no se escuchó una sola grosería o se evidenció un mal comportamiento, no hubo sensación de inseguridad, de miedo, el sentimiento era de asombro ante la realidad que circunda un centro carcelario.
Muchas miradas de tristeza, resignación, y esperanza se observaban esa mañana, a través de los barrotes de las pequeñas y míseras ventanas, mientras que otras se podían apreciar a un metro de distancia. Eran miradas acompañadas por un grito interior con un intenso deseo de exteriorizarlo, de querer mostrar un cambio en sus corazones por decisiones personales de tener una vida guiada por la palabra de Dios y orientada por Jimmy Zapata Salinas, el hombre que años atrás hizo parte de las Autodefensas Unidas de Colombia, que se desmovilizó del bloque Resistencia Tayrona y creó la banda ‘Los Nevados’, quien hoy transformó su quehacer delictivo en un liderazgo de esperanza, para alertar oídos y reunir voluntades con el ánimo de dignificar la estadía de los internos.
Vivir cinco horas en el interior del penitenciario bastan para confrontar pensamientos, la armonía que se evidenció al lado de la coronela Sandra Vallejos y demás visitantes al reclusorio, son una muestra de que es más el terror que se crea que el que se vive.
Durante el lanzamiento de ‘Un Grito Tras las Rejas’ quedamos atónitos por lo que estaba sucediendo, hombres resocializados por el amor y la fe en Dios e inconformes por las condiciones precarias del sistema carcelario en las que el verdadero sentido de resocializar a infractores de la ley, quedó en el olvido.
Entre esos hombres se destaca Jimmy Zapata Salinas, quienes lo conocen desde hace más de 20 años y en un tiempo le perdieron el rastro, hoy, lo ven convertido en un pastor, aseguran que no se imaginan cómo pudo ser en su vida delictiva, le resaltan la misma energía y el sentido servicial que reflejó durante la preparación y desarrollo del evento. Siempre se le vio con una sonrisa, de un lado para otro, irradiando dinamismo.
Sin perder la magia que de niño le caracterizaba a pesar de las muchas heridas que tuvo su corazón, su esencia permanece intacta, al preguntarle a qué se debe que aún conserve esa misma actitud, con una sonrisa responde, “hoy mi inspiración es Cristo, es tener una vida nueva de servicio, entregado a los demás, el poder ver como mi alegría se puede reflejar en otras personas, algo que contagia a los demás”.
Jimmy Zapata, un hombre que con su mediana estatura refleja un gran liderazgo empezó a transformar su vida hace más de tres años acostado en una camilla de hospital, utilizando sus fuerzas para no desfallecer, tuvo, lo que él llama el encuentro más maravilloso, un encuentro con Dios, con un brillo en los ojos relata, “Creí que lo había perdido todo, ahí Dios me dio la revelación de que nada estaba perdido, que lo que había sucedido en mi vida era efímero y pasajero, que lo bueno era lo que empezaba a vivir, desde ese momento decidí seguir a Cristo y ser una nueva criatura”.
El momento en que se desvió del buen camino como él mismo lo dice, fue cuando se dejó ganar por la necesidad, creyendo que el dinero lo era todo, para él sus padres nunca le dieron un mal ejemplo y hoy está convencido que vale la pena vivir en rectitud, un joven lleno de sueños, ilusiones y unas ideas particulares de patria le llevaron a pensar que desde las AUC se le darían las oportunidades que no había encontrado en un escenario político.
“Me equivoqué, pensé que estaba haciendo patria y fue un error que trato de subsanar cada mañana, siempre le pido a Dios que me dé la oportunidad de reparar el daño que pude haber causado”, fueron sus palabras llenas de arrepentimiento.
Considera a su hijo y a su familia una parte fundamental de su vida, afirma que han vivido circunstancias muy duras, hace unos pocos meses vio a su hijo debatiéndose entre la vida y la muerte en una UCI atacado por una meningitis y deteriorándose por cuatro paros respiratorios, los médicos no le daban esperanzas de que su hijo sobreviviera y en su condición de preso, sentía más impotencia, “Acudí a Dios que es el que transforma, le dije, Señor, tú sabes lo que yo he dispuesto en mi corazón y a ti no te podría mentir, simplemente hágase tu voluntad y págame conforme a lo que usted ha visto en mi corazón”.
Luego de las súplicas de un padre desesperado, su hijo empezó a recuperarse, manifiesta que los médicos se asombraron y en la historia clínica de su hijo tiene todas las valoraciones físicas que ratifican que lo que había sucedido en la familia Zapata Orozco era un milagro.
Su familia es de los temas que más tocan su fibra y susceptibilidad, “yo le agradezco a Dios por estar en este lugar, la gente diría que soy loco, masoquista, pero no, a mí me hace falta mi familia”, se le quiebra la voz, las lágrimas corren por sus mejillas, mira hacia arriba, respira profundo y sigue… “solo mi almohada y Dios saben cuánta falta me hacen mis hijos y mis seres queridos, solamente Él sabe”.
Quienes no ven de cerca a la familia Zapata Orozco no podrían creer cuánto amor se ve entre esposos e hijos; de los hijos hacia sus padres, abrazos fuertes y sinceros que dan muestra de la unidad y orgullo que sienten hacia su progenitor. Jimmy da gracias a Dios de no haberlos perdido en medio de las duras dificultades que atravesaron como consecuencia de sus acciones, una familia que sufrió persecuciones y atentados, pero que hoy irradian amor.
El gozo espiritual que siente él en su interior ha llegado al seno de su núcleo familiar, “ahora en Cristo todo es nuevo estamos más unidos que nunca, no sentimos temores por nada. Enfrentar la vida conforme a la voluntad de Dios es amar, saber perdonar a todo aquel que nos ofende; incluso hay personas que me han hecho daño y hoy conviven conmigo, tengo la oportunidad de darles un abrazo, decirles todos los días que les amo en el amor de Cristo Jesús”, así se refiere a su nueva familia.
Ese día importante para Zapata en el que se ve el fruto de su trabajo hecho en el interior de la cárcel lo compartió al lado de su padre Jesús Antonio Zapata, quien hace seis años no reside en Santa Marta, pero nunca ha estado separado de su hijo; para Jimmy es su padre carnal y espiritual, el hombre que le sembró la palabra de Dios cuando era un niño y hoy dio frutos; este testimonio evidencia la cita bíblica que dice “así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía”.
Zapata Salinas cuenta, que, a pesar de muchas dificultades y fricciones entre ellos, ya se han perdonado, en medio de lágrimas le pide perdón una vez más por haber deshonrado su apellido. Jesús Zapata afirma que el amor de padre nunca se pierde, que, aunque estuvo distanciado y no compartía el accionar delincuencial que vivió nunca lo abandonó ni juzgó, siempre estuvo en su corazón la esperanza de que recapacitara y volviera a su vida civil.
Siente un compromiso con sus hermanos reclusos y les inculca que sigan creciendo en la misma unidad para que sea posible un cambio, que vayan juntos en una misma dirección que para él es Cristo, “que desde el momento en que acepté a Jesucristo nunca volví a delinquir, hoy puedo decir que ando sobre la palabra y la palabra de Dios dice -no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan-”.
Para él, a la cárcel le llegan ángeles, personas especiales que necesitan su guía, para orar porque el gobierno supere las circunstancias difíciles, no solo en lo referente al sistema carcelario, la salud u otros aspectos, sino para fortalecer la fe y el amor. Entre esas personas, Víctor Polo, director del noticiero en Radio Galeón-Caracol, quien en segundos logró congregar a los reclusos en una oración, de rodillas, todos alabando y dando gracias a Dios por las bendiciones recibidas en medio de tantas necesidades.
Esta experiencia deja un sinsabor por lo que está haciendo el gobierno con los presos del país, se ve desdibujado el propósito de la resocialización de acuerdo con lo establecido por la ley; aún en medio de tanta ausencia del Estado, hay seres que nos dan lecciones de vida, que enfrentan los paradigmas de la sociedad, que llevan a la reflexión de que cualquiera puede estar ahí,es evitar cualquier tentación que nos haga caer. En tiempos de paz invitan a verlos como individuos, que, si bien cometieron errores, siguen siendo personas.
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