Columnistas
Difícil hablar de justicia en un mundo el que el derecho se vende al mejor postor
Ventana a la Reflexión
Por Rosario Pisciotti Lara
Difícil hablar de justicia en un mundo injusto y desigual. En el que el derecho se vende al mejor postor.
Como lo afirma la contraportada del libro ‘Teoría del Derecho’ de Édgar Bodenheimer, hace falta más revisión crítica de los principales conceptos del derecho, su filosofía y su historia, para que el individuo pueda desarrollar su personalidad de sentirse libre por ejercer, por así llamarlo “su concepto de justicia”, teniendo en cuenta que quienes la imparten no son seres perfectos y son sujetos con limitaciones legales, amantes del poder, creyéndose los dueños del mundo.
Utópicamente el derecho debe ser un ideal para sancionar de forma correcta, para organizar a la sociedad, para sembrar confianza cuando se apela al sistema de justicia, pero basta leer obras como ‘El Proceso’ de Frank Kafka; ‘El Extranjero’ de Albert Camus; ‘Tiempo de matar’ de John Grisham, en las que se observan la falta de ética, de amor por el sentido de justicia y sólo responde a intereses particulares, al deseo de mostrar el poder, la ruindad de un sistema obsoleto, donde se cometen equivocaciones en la valoración de los acusados.
El derecho se mueve entre las aguas oscuras de la injusticia y esa simpatía por ostentar un título, por ganar desaforadamente dinero
Hoy se observa que en los encaminados al derecho prevalece un ánimo particular, en el que se invade el espacio de manera arbitraria.
Siguiendo la línea ética e incluso religiosa, se debe recordar la cita de Hechos 10:34, 35 “Dios no es parcial sino que en toda nación, el que le teme y obra justicia le es acepto”. Quien imparte justicia no debe dejarse llevar por raza, nivel social o el sexo, se deben vencer los prejuicios.
El mundo está frente a tiempos críticos, difíciles de manejar; es el pan de cada día la codicia, los prejuicios, las actitudes asociales, la corrupción, la desigualdad extrema. Se crean expectativas ¿Cómo trabaja la justicia?
El papel del derecho queda en entredicho. Teóricamente se deben tener ciertos principios: decir la verdad, ser cumplidor, ser confiable, ser honrado, ser justo, respetar la ley ¿Se cumplen? ¿Quién es culpable? ¿Quién crea la bomba o quién la hace explotar?
He ahí el meollo del asunto. El derecho se encuentra en el ‘ojo del huracán’. Es la carrera que cuenta con más adeptos entre los jóvenes ¿Se preparan bien? ¿Pueden cambiar el sistema? ¿Qué proyectos presentan para que las prisiones sean diferentes?
Es absurda la justicia en medio de tantas injusticias, cuando no se flagela físicamente como en la época de los romanos, pero si se aniquila el alma.
El derecho se crea entre ellos, pero todo lo solucionaban con el escarnio, la muerte a través de los suplicios, se castigaban y se ejecutaban los reos.
Cuando se cree que la decisión tomada es justa, se tiende a creer que el derecho es lo máximo, que no tiene equivocaciones, que quien la debe, la paga, así como la arenilla entra en una moto y la va desgastando hasta que deja de funcionar.
La teoría del derecho y su ética es demasiado perfecta para enfrentar la burocracia y los intereses particulares de una sociedad corrompida, que desde tiempos ha es igual a la que hoy se maneja y se desarrolla.
El ladrón que le hace más daño al país, porque le roba cínicamente, está en espacios cómodos, mientras que el delincuente común paga condenas y vive en un hacinamiento tenaz.
Es imprescindible que se legisle de manera seria y responsable. Juzgar con una balanza equilibrada, porque es asombrosa la forma como se inclina a favor de unos seres execrables, bellacos. Los jueces tienen las pruebas de los delitos, los hechos son fehacientes, pero impera el amiguismo, la trampa, los intereses políticos.
El colectivo es fundamental para darle otro cariz al asunto, no es apelar a la consciencia, es apelar a la razón.
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