Blog
Con música, los niños samarios participan en la construcción de la paz
Carlos Mario Moreno, músico y folclorista samario emprendió una iniciativa social con un proyecto que promueve la música folclórica como una actividad que aporte en la conformación de una mejor sociedad en el país, y desarrollándola con niños de comunidades vulnerables.
Por: Sherly Carolina Ariza Mendoza
Carlos Mario Moreno, también estudiante de Comunicación Social en la CUN, seccional Magdalena, desde muy pequeño se ha visto sumergido en el mundo de la música folclórica: “mi papá era director de un reconocido grupo de música y danza folclórica del Magdalena, mis hermanos y yo siempre íbamos a todas partes con él, y a él le debemos lo que hoy en día sabemos de la música tradicional de tambores”.
Su amor y pasión por la música tradicional lo han llevado a ser un motivador para que las futuras generaciones se enamoren de ella y así sembrar su granito de arena en la construcción de paz; pues para él “es posible la construcción de paz a través de la música, en este caso la folclórica”. Ha sido generador de espacios en donde niños y adultos han podido conocer más sobre la música de gaitas y tambores, sobre la importancia de no dejar que esta quede en el olvido.
Pero, ¿qué lo hace diferente de los demás músicos y folcloristas de la ciudad? Carlos Mario ha desarrollado un proyecto con todos los estudiantes de la Institución Educativa Distrital Rafael Núñez, ubicada en 1ero de mayo, un barrio vecino de María Eugenia, donde vivió su niñez y vive actualmente. Ha visto crecer a muchos de los niños que hoy hacen parte del proyecto, por eso pensó primero llevarlo a cabo en el colegio Rafael Núñez.
Esta propuesta pedagógica diseñada por Carlos Mario para los niños de la comuna 1, pretende fomentar valores como la tolerancia, el respeto, el trabajo en equipo, entre otros. También busca desarrollar sus habilidades artísticas a través de la música de gaitas y tambores como identidad cultural, para inculcarles el amor y pasión por la misma y que esto sirva como iniciativa para contribuir a la paz.
“Este proyecto inició siendo solo para los estudiantes del colegio, luego se fue regando la bola por todo el barrio (1ero de mayo), y también los que quedan cerca, por ejemplo María Eugenia y la 30, así se me fue creciendo el grupo de niños. No pienso en esto como un modelo de negocio, o algo así, sino como mi aporte a estas futuras generaciones, al futuro de Colombia; creo que este es mi contribución a la construcción de la paz para el país”.
Carlos Mario tiene gratos recuerdos de su niñez y de lo que le enseñó su padre con respecto a la música de tambores; cree que la sociedad ha sido gravemente afectada: “la actual sociedad está muy corrompida, ya los tiempos no son como antes”. Las situaciones de violencia, las diferentes controversias y el bullying a los que los niños se están viendo enfrentados le causaron mucha angustia, ya que no quería que sus hijos sintieran temor de vivir en el país.
Las ganas de trabajar con niños se le despertaron cuando tuvo a Mauro, su primer hijo, pues pensaba mucho en su futuro, en que quería verlo crecer en un país sin violencia. En ese momento se puso a buscar ideas: “fue como un momento de reflexión, en el que me pregunté que qué podía hacer yo, con lo que sabía y tenía a mi alcance; se me vino esta idea y nació esto tan bonito que tengo con y para los niños; creo que esto apenas empieza”.
LA MÚSICA COMO LENGUAJE UNIVERSAL
Cabe mencionar que la música es un lenguaje simbólico y universal que hace posible la expresión de las emociones más profundas. Esta forma parte de la cultura de todos los pueblos; la música ha sido y es un medio de expresión y comunicación no verbal, ha sido un elemento socializador e influyente.
Moreno concuerda con que: “La música es un recurso didáctico muy importante, está presente en la mayor parte de la vida del ser humano, aún para el que no es músico; logra superar, sin mayores dificultades, las barreras entre las culturas. Es una gran riqueza que debemos preservar”.
Carlos Mario vio en la música el “gancho” perfecto para atraer a los niños, para alejarlos un poco de la violenta realidad del país y así disminuir los riesgos: pandillas, violencia, drogas, alcohol, embarazos a temprana edad, micro-tráfico, prostitución, entre otros factores.
“A todos nos gusta la música, todas las personas tienen la capacidad de aprender en cualquier momento de su vida, ya sea a cantar o tocar algún instrumento; por obvias razones es más fácil con los niños, ellos son como una esponja: absorben todo con gran facilidad y rapidez”.
¿POR QUÉ MÚSICA FOLCLÓRICA?
“¿Por qué el proyecto fue con música folclórica y no con cualquier otro ritmo musical? Porque yo nací, crecí y viví rodeado de músicos y folcloristas: como mi papá Carlos Moreno, mi tío Robinson y mi hermano Ricardo. Es lo que sé hacer, lo que amo y me apasiona. Además, que, para mí, en la música “moderna” no hay cultura”.
La música tradicional o música folclórica es aquella que se transmite de generación en generación por vía oral, aunque en la actualidad también es posible de forma académica. La música folclórica contiene diversos géneros que identifican a cada región del territorio colombiano
Cuando apenas estaba creando este proyecto Carlos Mario sintió un poco de temor de no ser correspondido por los niños, de que su idea y de lo que había imaginado no tuviera aceptación. Pero se llevó una gran sorpresa cuando convocó al primer ensayo con los niños del colegio.
“En realidad pensé que ese primer día de ensayo, un 14 de mayo del 2015, no iba a venir nadie, porque no es fácil con la “competencia” que tiene la música folclórica enganchar a un niño con ella. Me sorprendí cuando, poco a poco, fueron llegando niños, se veían todos muy entusiasmados”.
En la actualidad, Carlos Mario Moreno, ‘el profe’, como cariñosamente le dicen los niños, cuenta con aproximadamente veinticinco niños en Semilleritos del folclor, como ha nombrado a su grupo de pequeños músicos, el cual está conformado por niños y niñas entre los 8 y 13 años.
Los ensayos de Semilleritos del folclor los realiza en el patio del colegio Rafael Núñez todos los miércoles desde las 3 hasta las 5 de la tarde. “Los niños son muy juiciosos viniendo a sus ensayos, obviamente, por ser niños, a veces se dispersan, pero entre ellos mismos vuelven a poner el orden”.
María José, una de las integrantes de Semilleritos, dice que “ha sido algo muy bonito, ‘el profe’ nos ha enseñado muchas cosas chéveres, hemos aprendido a tocar cumbia, cerececé, tambora y todos los demás aires. Yo no pensé que la música folclórica fuera así. Y me gusta porque también hay niñas en el grupo, no son solo niños los que tocan”.
“Con los niños uno refresca la memoria, porque a veces uno se queja de que son cansones, porque seguramente no se acuerda de su niñez, de cómo era uno mismo a esa edad. Ellos me sacan muchas risas; lo que ellos no saben es que yo soy quien más está aprendiendo de ellos, que ellos de mí”.
SEMILLERITOS EN ‘TAMBORES POR LA PAZ’
‘Tambores por la paz’ ha sido otra de las iniciativas que ha tenido Carlos Mario con respecto a la preservación y la salvaguarda de la identidad cultural y la construcción de la paz por medio de los sonidos del Caribe. Este evento consiste en reunir a músicos folcloristas en un parque para hacer lo que más saben y les gusta hacer: interpretar un tambor, una gaita, un llamador y hacer bailar a la gente al ritmo de ellos.
En su aspiración e ideal de que la música folclórica es un agente constructor de paz y, además, de su interés de involucrar a los niños en ese proceso, ‘el profe’, en más de una ocasión, ha llevado a los Semilleritos del folclor a este evento al que llamó Tambores por la paz. Dicho evento se realiza cada quince días en distintos parques de la ciudad. “Ellos se emocionan cuando les digo que hay Tambores por la paz y que voy a llevarlos”.
“Es muy chévere ir a Tambores por la paz, porque uno ve a músicos muy buenos de acá y se imagina que cuando grande va a poder ser así de bueno como ellos. El profe nos ha llevado a que toquemos, para que la gente conozca lo que estamos haciendo”, afirma Yurgen, integrante de Semilleritos. Por su parte, Helen, manifiesta que “pertenecer a Semilleritos ha sido una experiencia muy bonita, he aprendido a tocar tambores y me divierto con mis compañeros”.
La música tiene el poder de inspirar, motivar, unir comunidades. La música folclórica despierta y crea pasiones, habla en un lenguaje sencillo que entiende la gente. El país necesita de motivadores y generadores de actividades y acciones que propendan por los niños. Es pertinente que se lleven a cabo estos procesos pedagógicos para así poder cambiar la historia de un país que lleva muchos años en guerra y que hoy trabaja por conseguir la tan anhelada paz.
¡Gracias a Carlos Mario Moreno por lo que hace por la música tradicional, pero, sobre todo, por la niñez! Y tú, ¿qué estás haciendo por el futuro del país?
You must be logged in to post a comment Login