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A mi bella Santa Marta
Como no querer a Santa Marta, si fue allí donde me crie, la tierra con la bahía más bella de Colombia donde se encuentra uno de los principales puertos del país, donde jamás imaginé, que llegarían grandes barcos turísticos del mundo a conocer a la ciudad más antigua de América del Sur sobre el mar caribe.
Como no amar a la tierra del Unión Magdalena, donde murió el Libertador Bolívar, fundada por Rodrigo de Bastidas, con una gente cálida y maravillosa, donde estudié en el colegio San Juan Bosco, el Liceo del Caribe y el INEM Simón Bolívar, ah bella ciudad que me llena de recuerdos.
Bautizado en la iglesia de Mamatoco, con el parque de Los Trupillos como sede principal de los Scout del Magdalena, asistiendo a la iglesia del seminario cada domingo como buen católico con camisa blanca y corbata, como me vestía mi vieja Alicia para terminar almorzando donde mi tía Escilda en las tardes dominicales de Los Almendros.
Si, la tierra de Guillermo y Alicia, par de luchadores que me inculcaron la honestidad y la educación en el cundí, allí donde encontré refugio en el cerrito donde la Virgen de La Milagrosa me ha escuchado reír, llorar, orar y sentir los verdaderos sentimientos que me albergan cuando subo al punto donde puedo apreciar a 360° la linda ciudad de Santa Marta, tierra donde asistía al viacrucis en Semana Santa de Pescadito a la Catedral.
Como no recordar las largas caminatas de explorador hacia Taganga desde Bastidas, desde el parque de los trupillos hacia la antena de Inravision en la Sierra Nevada, desde la vía a Riohacha pasando por Pueblito y terminando en Cañaveral digna tierra para conocer, de Santa Marta al Rodadero y de este a Pozos Colorados terminando en las playas del aeropuerto cálidas y tranquilas hasta que llego el carbón.
Los viajes más largos que recuerdo de la época desde mi ciudad fueron a Ciénaga, la zona bananera, Taganga a la casa de mi tía Escilda donde cada mañana comía dos huevos cocidos de su galpón de gallinas, Riohacha y Fonseca además de Caracolicito, campos donde veía los cultivos de algodón y de arroz en las tierras de Pedro mi padrino.
Santa Marta, ciudad dos veces santa, donde se come el arroz con coco y el pescado frito, las carimañolas, la tradicional arepa de huevo, arroz con pescado, chipichipi y camarón que hacia mi vieja y donde el salpicón no es de frutas si no de pescado, que agradables tiempos de vida me regalo ese terruño.
Allí se inspiró el sentimiento del amor hacia la mujer con mi novia Rocio, allí comprendí el significado de la amistad con Juan y Dora, de la familia compartiendo con mis hermanos y primos del alma y desde allí comencé en el balcón de la Alcaldía mi primer discurso público al celebrarse en 1985 el año internacional de la juventud y año nacional de la alfabetización con el programa camina. Como no querer a esta tierra donde los sueños de un niño nacieron para hacerse realidad, por eso te escribo a ti mi bella Santa Marta.
Hoy, fuiste tú la que marcó el inicio de un fabuloso recorrido en la vida de un ser como yo, que ama su país con toda el alma para seguir luchando por defenderlo, porque allí nacen hombres de corazón agradecidos con su bella Santa Marta.
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