Columnistas
Nostalgia de tu amor

Por Carlos M. Polo Jiménez
Pasaron las horas, los días, muchos momentos tristes, muchos otros de felicidad y nostalgia, queriendo con ansias locas que estuvieras acá para contarte mis historias. Esas, que tú disfrutabas con atención y orgullo en tu mirada.
Hace dos años que no estás físicamente, y aunque el dolor se ha amañado en mi corazón, mi alma se ha hecho su mejor amiga para seguir caminando en este mundo.
Tu presencia me llenaba de orgullo, tu ausencia me llena de fuerzas y amor infinito e incondicional, para seguir siendo quien soy. Ahora, creo, en una mejor versión de la que dejaste, al menos una más humana.
Tu compañía la tengo siempre, de una manera distinta, porque así lo siento. Tus cuidados y consejos se manifiestan de una manera singular que he ido aprendiendo a reconocer, que han hecho que me goce la vida aún más que antes y que ese goce lo comparta con todo aquel que me rodea y me necesita.
La vida es sabia y los planes divinos y universales nos moldean para que estemos atentos a nuevas sensaciones, nuevas experiencias y nuevas emociones. Hoy, puedo decir que luego de la caída, fuerte y dolorosa de tu pérdida, que dejó cicatrices imborrables en mí, llegó la etapa del regocijo de saber que sigues aquí, conmigo, con tu familia y con tus amigos, en cada rincón de esta ciudad, en cada uno de tus trabajos, en cada persona en la que con tu amabilidad y sensibilidad dejaste una huella, en cada ola de mi mar hermoso y en cada amanecer de nuestra adorada Santa Marta.
Nada es eterno en un solo estado, porque hasta el amor se transforma de mil maneras para seguir sorprendiéndonos a lo largo de este viaje terrenal. Tu amor también se transformó y me transforma a mí día tras día, haciéndome más humana, más imperfecta, y sobretodo, más feliz. Pensamos que la muerte es el fin, y hasta que la enfrentamos, nos damos cuenta que es una transformación, una prueba para que iniciemos una relación distinta, basada en el verdadero amor, en sus diversas formas de expresión.
Gracias papá, porque con tu partida me hiciste el mejor regalo, aprender a amarte de mil maneras, a confiar en que hay vida después de la muerte. En que no hay que ver para creer y en que la vida terrenal es el primer paso, para la vida eterna.
Como te lo dije ese día en la UCI, como te lo digo cada mañana cuando abro los ojos, como te lo digo cada noche antes de dormir y como te lo diré el día que me reencuentre contigo, ¡ERES Y SERÁS MI AMOR ETERNO!
Sigue siendo feliz, sigue riendo a carcajadas, que tu felicidad en el cielo es la mía en la tierra.
Atentamente,
Tu hija.
Gracias a todos por sus oraciones en estos dos años. La Familia Polo los invita el día de hoy a la misa por los dos años de fallecido de mi papá, CARLOS MANUEL POLO JIMÉNEZ, en la Iglesia de Fátima, barrio Manzanares, a las 6:00 p.m.

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