Bolivar
Qué es la concha negra, la bacteria que devora la muralla de Cartagena
Las inexpugnables murallas de Cartagena que protegieron a la ciudad de piratas y corsarios y que atraen a miles de turistas al año parecen sucumbir ante la perseverante bacteria concha negra.
Un estudio de la Universidad de Cartagena reveló que la bacteria que habita en las piedras de coral, material del cual están construidas las murallas de la Ciudad Heroica, se devora en silencio al monumento nacional.
“La concha negra es una enfermedad que ataca a los monumentos históricos de América y el Caribe, en ciudades que presentan una alta humedad y altas temperaturas como Cartagena. El clima cartagenero es perfecto para la proliferación de algunos tipos de algas, bacterias, líquenes y material biológico que vive en el interior de las murallas, lamentablemente este material biológico se alimenta de la misma roca”, señaló Aida Barbosa, jefa de investigaciones del laboratorio de catálisis y nuevos materiales de la U. de Cartagena, quien reveló que los cerca de 22 kilómetros de las murallas están en riesgo.
Los investigadores adelantaron estudios físico-químicos y de ingeniería en los baluartes más antiguos como son los de Santa Catalina y Santo Domingo.
A las murallas también las afecta la concentración de cloruros que han penetrado las rocas y aumentado el nivel de las sales, de tal manera que cuando crecen los cristales salubres, las rocas se deterioran, explica un aparte del estudio. “La piedra coralina es básicamente carbonato de calcio, es una roca porosa y microporosa, pero los múltiples microorganismos y bacterias se alimentan de ese calcio”, explicó la investigadora, quien agregó: “La concha negra es un biofilm que corroe a causa de una invasión bacteriológica. Ese deterioro aumenta cuando la roca va quedando expuesta al sol, viento y agua salada”.
La investigadora aseguró que se requiere el compromiso interinstitucional e incluso el apoyo internacional de Italia, Francia y España, países que tienen experiencia en la defensa del patrimonio por este tipo de bacteria.
“Abordar este tipo de invasiones requiere equipos con alta tecnología y muy costosos con los cuales no cuenta la ciudad ni el país, por ellos creemos que se requiere apoyo internacional”, dijo Barbosa.
El ingeniero Jorge Álvarez añadió que el constante flujo vehicular en inmediaciones del cordón amurallado también está afectando, pues las vibraciones que se transmiten por el suelo llegan como una honda a la estructura que de a poco cede y los materiales se desestabilizan.
Investigación de El Tiempo
Yomaira Grandett. El Tiempo
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