Columnistas
Elecciones en tiempos de paz
“La historia es nuestra y la hacen los pueblos”. Salvador Allende.
Ricardo Villa Sánchez
Se avecinan las primeras elecciones regionales y locales en tiempos de Postconflicto Armado, en los que en virtud de la implementación de los Acuerdos y las normas que los regulan, debutará la Circunscripción Especial de Paz, se avanzará en el esquema Gobierno – Oposición y podrá cambiar el ecosistema político regional a través del florecimiento de nuevos liderazgos o mantenerse igual, con el entronque de los viejos esquemas tradicionales, que se niegan a ceder su porción de poder. Tremendo volado en que es necesario analizar la experiencia coyuntural del impacto de la solución política dialogada al conflicto armado en el régimen político colombiano, que se ha ejemplificado en el comportamiento, sin mayorías claras del tríptico de bancadas (en oposición, independientes y gobiernistas) en el actual Congreso de la República, que podría irradiarse en 2019 a otros escenarios y ejercicios políticos del país.
Sin embargo, entre los sectores políticos alternativos aún se denotan matices de dispersión. La fundación de un nuevo Partido alrededor de la Coalición Colombia Humana está en la cuerda floja y la conformación del nuevo Consejo Nacional Electoral no sería prenda de garantía para que sea aprobado su reconocimiento como organización política con personería jurídica. La declaratoria de algunos Partidos de la otrora Unidad Nacional como independientes, en oposición de los Verdes y del Polo, de los integrantes de la Lista de la Decencia, exceptuando a ASI, que bajó los brazos como partido de Gobierno y dejó una lección sobre la debilidad de la duración de una alianza de este tipo, y puso en el ojo del huracán el impacto de las listas unitarias y la transcendencia de la Coalición, que obtuvo más de 8 millones de votos, alrededor de la candidatura de Gustavo Petro.
Se han movido los cimientos del establecimiento, con una oposición reflexiva en ciernes, que estuvo a punto de ganar la Presidencia de la República, que ahora enfoca la esperanza en las elecciones regionales y locales, no solo en las ciudades capitales y de la periferia en las que superó las expectativas en la segunda vuelta como Cartagena, Barranquilla, Cali y Santa Marta, sino volver a ganar para recuperar para la gente a Bogotá. En la capital, este experimento debería concretarse en un Acuerdo político entre las fuerzas alternativas, dirigido a pactar los puntos básicos del programa común y del procedimiento adecuado para escoger una candidatura unitaria, vía consultas internas de partidos y movimientos y una consulta inter y transpartidista, entre las precandidaturas escogidas, que deberá ser antes de la inscripción de listas al Concejo, para que quienes se postulen a la mencionada consulta y sean derrotados, participen de la elección de los miembros de esta corporación pública. Lo que es posible también se replique en otros lugares donde haya opción de poder regional o local o sirva para consolidar un bloque alternativo, que se una en torno a una política de alianzas electorales, con otros sectores democráticos.
Ojala se pensará en fortalecer los Partidos y Movimientos Políticos existentes en su democracia interna, su formación de líderes y cuadros, su participación electoral y su función de control político, como enlace entre la sociedad civil y el Estado, en vez de conformar nuevas organizaciones. En ese escenario, avanzará la gran Coalición por la Paz, la Democracia y la Vida, hacia una liga de partidos y movimientos de vanguardia, en sede de la convergencia. Una especie de concertación política de segundo piso, o una Confederación de Partidos y Movimientos políticos que concrete la unidad de acción política, en medio de la diversidad del pluralismo, construya el discurso, centre el debate público, fluya en red la información y las causas que se reivindiquen, y, ante todo, logre los Pactos Políticos entre las Fuerzas Alternativas, para que desde la base territorial, la reconstrucción de la gobernabilidad local y regional, y el empoderamiento ciudadano, se edifique la opción real de poder en 2022 con propuestas alternativas de cambio, frente a los vacío de poder que dejó el conflicto armado y los desafíos del postconflicto.
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