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Crónica

Un café rosa

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Yeinnis Hincapié Turizo

Un mar de espuma envuelve el olor en el que se respira y se siente sabor, tal vez de hogar o tierra ajena, que, entre suspiros y momentos, historias diferentes lleva. Bajo la taza que es la vida, rondan granos amargos y dulces que le dan sentido a la aventura de un viajero, porque es a través de las experiencias y maneras de afrontar las circunstancias que se forma el ser.

Un café siempre es testigo de las diferentes historias que se viven día a día: encuentros, reuniones y pláticas.

Su nombre es Angie Cuello, una mujer para la cual el cáncer no significa muerte sino que es sinónimo de vida, oportunidad y volver a nacer. Antes del cáncer, vivía con el papá de su hija, pero luego se separo. Era mujer empresaria que tenía sus negocios y le iba muy bien, pero después de un tiempo tuvo un desnivel económico e hizo que todo eso se acabara. Cuando intentaba levantarse el cáncer apareció, y en ese momento sintió que tenía dos opciones pensar que era un castigo de Dios, o mirar para que le llegaba eso a su vida. Ella eligió el segundo camino y lo entendió como el trayecto que faltaba para atravesar el desierto, sintiendo la enfermedad necesaria para fortalecerse y pulirse.

Un día cualquiera le dio un dolor que no fue en el seno, decidió ir al médico y le pidió que le mandara a hacer una ecografía de mama, ahí le descubrieron que tenía una bolita y empezó a realizarse varios estudios para saber si era cáncer. Se preocupo cuando estaban las sospechas, la angustia se apoderaba de ella al envolverse con la espera de los resultados. Cada día que pasaba lloraba y me arrodillaba a orar. La noche anterior del día que iban a entregar los resultados ocurrió algo muy mágico, tuvo una revelación de Dios, donde le decía que tenía cáncer, pero que eso iba a ser de bendición para su vida.

Al día siguiente decidió darle la noticia a su familia, fue un balde de agua, que sin duda alguna los desestabilizo. Para su mamá fue muy dura la noticia, al saber que su hija tenía cáncer, en cambio su hija lo tomo de una manera más tranquila, o eso demostraba. Desde ahí empezó el tratamiento y a cruzar lo que faltaba de aquel desierto, decida a darle la batalla al cáncer y no morir con el. Primero se enfrento a cinco quimioterapias. A los quince días de la primera, quimioterapia empezó a perder el cabello, se levantó y encontró la almohada completamente llena de cabello, fue muy duro. Ese día fue a la peluquería para que se lo cortaran y cuando lo cortaron le quedaron muchos “claretones” en la cabeza y lo veía feo. Entonces le dijo al peluquero que le pasara la maquinita, pero no se atrevía, luego pasaron otros, hasta que le quitaron todo el cabello. A pesar que le tenía una peluca no la quiso porque sentía que no era ella. Así que se tomó una foto calva y la subió a las redes para que la gente viera el proceso que empezaba y que no fuera como un shock cuando la vieran en la calle. Cuando sus sobrinos la vieron fue un momento bastante duro, tanto para ellos como para ella, porque considera que es el cabello quien identifica a la mujer, sin embargo nunca usó peluca, siempre estuvo calva. Vio esas circunstancias como un reto, donde se desprendería de su ego.

Luego llego la cirugía, y afortunadamente salió todo bien, pero este no sería el momento más difícil, sino aquel que abría paso a un camino llego de temores e incertidumbre, la espera de los resultados patológicos. Se deprimió mucho, los días se volvieron testigos de las lágrimas de aquella mujer, a la que solo le pasaba por la mente saber cómo sería el próximo capítulo en su vida. Su fuerza física disminuía y sus emociones se veían envueltas con aquellas circunstancias, que, a pesar de caracterizarse por ser fuertes, disminuían por los efectos de las quimioterapias que eran intensas.

Después enfrento cinco quimioterapias, entonces cada proceso que pasaba cada vez, que le iban a hacer un control, la angustia y desasosiego eran las nubes de aquellos días, pero siempre tuvo mucha fe y confianza en Dios, desde que le diagnosticaron cáncer, tanto así que considera que su vida se volvió una cadena de milagros, porque a pesar de las dificultades encontraba ángeles en todas partes, que la ayudaban y dejaban un aprendizaje en su vida.

El siguiente paso fueron las dieciséis radioterapias, terminadas en Barranquilla, siendo la ultima el día más feliz, cuando la doctora le dijo que ya estaba sana y que ahí culminaba el tratamiento. Ese día lo disfruto mucho, ya que como si fuera poco le hicieron fiesta con mariachis, donde estaban sus seres más queridos.
Pensó que ese sería el nivel máximo de felicidad, hasta que un día se despertó, toco su cabeza y las manos sentían rosarse con cabello, además al verse al espejo se dio cuenta que sus ojos volvían a ser adornados con sus cejas.

En este proceso encontró una mano amiga en la Fundación Corazón Rosa, liderada por Johanna Mancuso, estuvo con ella desde su diagnóstico y fue muy importante porque allí se mantenía ocupada y activa, lo que la hacía sentirse útil. Porque, mientras estaba en tratamiento participaba en actividades que realizaban y les servía de motivación a otras mujeres que tenían cáncer, ya que siempre estuve alegre, con una sonrisa, usaba turbantes y se maquillaba. Ella sentía que otras mujeres pensaban que era un apoyo para ellas, cuando ellas también estaban siendo un apoyo, porque al ver que les transmitía alegría en cada actividad, la motivación crecía en ella, esas gotas de fe se convertían en un aguacero de esperanza, sentía que Dios la estaba utilizando para su obra, sensibilizar a más mujeres a que se cuidaran y transmitirle ese espíritu de lucha a aquellas que pasaban por aquel camino que se torna a veces gris.

Actualmente se realiza controles cada tres meses porque la persona es declarada sana, cinco años después que termina tratamiento, por lo que hay ser muy responsables en esos chequeos.

EL CÁNCER, EL MEJOR MAESTRO
El cáncer fue su mejor maestro, aunque ya no este con ella y le dijo adiós. Porque le enseñó a reencontrarse con su esencia y a aprender a valorar las cosas que de verdad valen la pena, el tiempo, compartir con la familia, disfrutar de las cosas simples de la vida y sobre todo aprender a amarse, entender que después de Dios la persona más importante era ella misma, porque si no estaba bien el resto no podía andar bien.

Hoy la enfermedad la ve como esa sacudida que pega la vida para aprender a valorar lo que de verdad vale, comprendió que el cuerpo humano es tan perfecto y Dios es tan perfecto, al punto de no ver el cáncer como un castigo sino como ese sacudón que le avisaba que algo andaba mal.

Piensa que “el éxito más allá del tratamiento médico, es sanarse emocionalmente, identificar cuáles son esas emociones que están ahí atrapada, esos llantos, iras y rabias que carcomen el corazón y las manifiesta el cuerpo en enfermedad. porque si se busca el origen y la semillita que produjo ese cáncer, el cuerpo mismo lo manifiesta. Por eso la importancia de que las mujeres se sanen de corazón, mirar más adentro, no tirarse las unas a las otras, sanar tanta rabia, ira, rencor y resentimiento” Asi lo ve desde su experiencia.

El miedo es la ausencia de amor y nunca tuvo miedo, no sintió que se iba a morir, Cree que a todo lo que se haga y se enfrente en la vida hay que colocarle amor, porque cuando se realiza todo con amor el éxito es asegurado.

La Angie de antes era un poco arrogante, que volcaba todo hacia afuera, con muchos defectos, soberbia, malgeniada y la Angie de hoy es una Angie más sensible, con mucho amor propio, para dar, más espiritual, entregada al servicio, convencida que el amor es la base de todo, dispuesta a dar y recibir porque debe haber un equilibrio, convencida y llena de amor, dispuesta a vivir la segunda oportunidad que Dios y la vida le dio.

Entendió que “el cáncer fue lo que le hizo hacer los cimientos para que naciera una nueva Angie, fortalecida, más espiritual, amorosa, más amiga y con más sensibilidad, que a pesar de las dificultades puedo ver luz y paz en el camino, que siempre hay algo por que luchar. También que el motor de su vida era ella misma, y que era necesario que estuviese bien para que los demás también lo estuviesen. Porque no se puede estar buscando afuera lo que le hace falta, si no hay amor, porque si se quiere confianza hay que tenerla confianza y generarla, es decir lo que se quieres de afuera primero hay que hacerlo propio, para atraerlo y transmitirlo también”.

De acuerdo a los datos manejados por la Gerencia Zonal Magdalena de Nueva EPS “de una población total de 9.161 mujeres de 20 años en adelante afiliadas a NUEVA EPS, existen 304 casos de mujeres diagnosticadas con CA CÁNCER DE MAMA en el Magdalena.”

Y, según un informe de Medimas “en el Magdalena han atendido un total de 215 pacientes con Cáncer de Mama, de los cuales 5 son hombres”

Hoy Angie invita a las mujeres a que se toquen porque el cáncer es una realidad. Cada 12 segundos muere una mujer de cáncer en el mundo, es la causa número uno de muerte de mujeres en el mundo y está comprobado que de cada 8 mujeres una mujer tendrá cáncer de mama. Por eso es importante realizarse después de los 50 años la mamografía y después de los 20 años un chequeo anual para detectarlo a tiempo.

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