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¿Qué nos pasa? 

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Urge en manera importante poner un alto a la violencia e inseguridad en nuestra ciudad, sumida hoy en cruentos episodios como los ocurridos otroras calendas, lo cual requiere de la puesta en escena de sólidas y viables propuestas que ayuden a brindar plena tranquilidad ala comunidad, tales como hacer más operante las dependencias instituidas para tal fin; integrar los esfuerzos de todas las fuerzas vivas y de policía de la ciudad; establecer una política local de costo-beneficio que evalúe el costo de la seguridad pública en cada localidad; instrumentar rutas para erradicar los delitos menores; generar un sistema de prevención y reinserción que vincule a la sociedad ciudadanos positivos; desmontarse de intereses políticos y comerciales; así como contribuir de la mano de la gente en la construcción de espacios de seguridad que garanticen una convivencia civilizada y respetuosa dentro del orden legal.

En tal sentido, importa mejorar la capacidad operativa y de reacción de la Policía, incrementar en puntos críticos cámaras de seguridad, así como los controles de las autoridades, instalar estratégicamente más centros de atención inmediata, implementar una red de seguridad con el apoyo de fuentes humanas, taxistas y empresas de seguridad privada entre ellos; hacer pedagogía educativa a este tenor como elemento clave para hacer más seguras calles y barrios.

Es entender que la seguridad es valor fundante, fuente de desarrollo, de crecimiento, y como tal, del nivel de la calidad de vida que tengan los ciudadanos, lo que obliga generar oportunidades de trabajo y facilitar la creación de empresas; revisar cómo está funcionando en la ciudad la sinergia institucional de seguridad; fomentar mayores planes de control efectivos con la Policía y el Ejército; respaldar las promesas sobre seguridad con hechos reales y contundentes; realizar consejos de seguridad semanales con seguimiento a los compromisos e incentivar la cultura de la denuncia y activar una red de seguridad ciudadana con la ayuda de todos; fortalecer a la Policía para una mayor capacidad de reacción y de movilidad, acompañado de programas de cultura ciudadana.

Comprender igualmente que la seguridad depende fundamentalmente de los frentes de seguridad ciudadana, con sentido de pertenencia, comprometidos, incontaminados de clientelismo y politiquería. La seguridad ciudadana necesita de la participación de todos, lo mismo que de tolerancia y valores, por ello la invitación es a desarmar los ánimos y tratar de solucionar siempre todo atisbo de conflictos.

Existe la necesidad que nuestras autoridades intervengan en tan neurálgica problemática con un enfoque social más efectivo que las solas actuaciones policiales, siendo fundamental mejorar la calidad del debate, gastar más en seguridad, poner la discusión en un marco de análisis más amplio e integral ya que es tema que requiere soluciones multicausales, como es modernizar, capacitar y recuperar a la policía, institución decisiva para la prioritaria lucha contra el crimen organizado; que se fortalezca la justicia, se reforme el sistema penitenciario; se reduzca la tenencia de armas; se mejoren los niveles de desprotección, desigualdad social y desocupación. Si se eleva la calidad del debate, la sociedad defenderá una respuesta integral, debiendo optarse por políticas públicas acertadas, en lo que importa el esfuerzo de las organizaciones de la sociedad civil, ciudadanía y comunidad en general.

 

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