Connect with us

Edición Especial

Matando a la Ciénaga Grande

Published

on

El complejo lagunar de la Ciénaga Grande de Santa Marta alcanza casi las 500 mil hectáreas y las autoridades aún no tienen claros cuáles son los linderos entre áreas de reserva natural y aquellas donde el hombre puede extender sus intereses particulares. Por ello, OPINIÓN CARIBE presenta tres historias relacionadas con sitios estrechamente ligados al ecosistema de la zona que se encuentran en peligro.

CAPÍTULO I: UNA CIÉNAGA CON DUEÑOS

En la Ciénaga Grande de Santa Marta, la comunidad palafítica de Nueva Venecia ha luchado por mantenerse instaladas en las tranquilas aguas del complejo lagunar más importante de Colombia, adaptados a un modo semiacuático, donde para sobrevivir cuentan con lo que les rodea, cientos de kilómetros de aguas dulce y salada, combinada, que circula junto a mangles y pequeños islotes.

Para que el Estado les reconozca la propiedad de sus viviendas les exige un título. “¿Cuál título?, si nosotros no edificamos sobre tierra”, aseguraba en su momento el líder Jesús Suárez hace algunos años cuando se le indagó sobre su situación legal. Cuatro años después y con un documento amparado por la Secretaría de Planeación del Municipio de Sitio Nuevo, se les reconoce la tenencia del territorio, pero sin la seguridad que entidades como Incoder o la Unidad de Tierras estén al frente de un proceso de legalización de los predios.

LA PARADOJA A POCOS KILÓMETROS

En contraste, unos 30 kilómetros al nororiente de Nueva Venecia y haciendo parte del complejo lagunas de la Ciénaga Grande de Santa Marta, se encuentra la ciénaga del Chino, un espacio no mayor a las 700 hectáreas que compone el sistema protegido para la biosfera y la fauna silvestre a través del convenio Ramsar firmado en 1997.

Así, mientras en Nueva Venecia cientos de familias apostadas en sus viviendas de madera sueñan con ver un documento que los acredite ser propietarios de sus casas sobre las aguas, cerca de allí, sin haber una casa construida, solo agua, animales silvestres y árboles, se encuentra toda una delimitación organizada y legalizada por el mismo Estado que aún no les define la propiedad a los habitantes de los palafíticos.

De las nueve adjudicaciones hechas dentro y alrededor de la Ciénaga se conecta por temporadas a la inmensa Cgsm, seis de ellas tienen sus predios literalmente sobre el agua.

El primero y más grande con 450 hectáreas, es el lote denominado La Gloria con número de matrícula inmobiliaria 222-19924 y que fue adjudicado mediante Resolución 322 del Incora en 1993 a Gloria Ulloa Camacho, quien ocho años después se lo vendió por 50 millones de pesos a la empresa Inversiones Farano Company, hoy con matrícula mercantil cancelada en la Cámara de Comercio de Santa Marta.

Le sigue Bella Flor con número de matrícula 222-20867 y una extensión de 391 hectáreas más 6.500 metros cuadrados. Adjudicados como baldío por parte del antiguo Instituto Colombiano de la Reforma Agraria, Incora, en resolución 000608 del 18 de junio de 1992.

A partir de allí sólo ha mantenido un propietario, se trata de Dorkis Cotes Villarreal, quien en 2009 actualizó su ficha catastral ante el Igac.

Con 211 hectáreas y 7.000 metros aparece el lote Bonanza, adjudicado a Hernando Brugés Martínez, a través de resolución 000607 del Incora y matrícula 222-20866, también el 18 de junio de 1992. En 2009 se actualiza su ficha catastral ante el Igac y en 2012 es vendida por 22 millones de pesos a Manuel Fontalvo Alandete.

Con menor área, pero igual ubicación sobre la ciénaga del Chino, se encuentra el predio denominado La Mariposa (matrícula inmobiliaria 222-20780), adjudicado por el Incora con resolución 321 del 14 de abril de 1993. Son 100 hectáreas otorgadas a Carmen Navarro de Camargo y como los anteriores, fue actualizado con ficha catastral en el Instituto ‘Agustín Codazzi’ en 2009.

Con 100 y 50 hectáreas respectivamente se encuentran los predios denominados Lote 5 y Lote 4 (matrículas 222-23208 y 23207), ambos adjudicados por el Incora 1104 del 8 de septiembre de 1992 a Florentino Pimiento Rangel y actualizados en ficha catastral por el Igac en 2009.

En el 2005 el Lote 5 fue vendido por una suma de 10 millones de pesos a Pedro Patiño Cuéllar, actual propietario del inmueble.

UNA NOVELA SIN FINAL

En Colombia se ha escrito suficiente sobre el daño a las zonas protegidas de ciénagas y humedales. Se estima que prácticamente la mitad de ellos han desaparecido en el territorio nacional en el último siglo.

Alejandro Camargo, del Instituto Colombiano de Antropología, ha hecho un recuento sobre la situación histórica de estos depósitos acuíferos y se remontan a decisiones absurdas tomadas a principios del siglo XX la orden era ‘tumbar monte para civilizar’, acabando con bosques y ciénagas y hacer crecer fincas y pueblos en las tierras sabaneras de Córdoba. La ‘locura’ por buscar desarrollo y progreso aumentó cuando un grupo de expertos norteamericanos a comienzos de la década del 50 del siglo pasado, identificó a la agricultura como un sector potencial, pero este se veía truncado por tener las mejores tierras cubiertas con ciénagas.

La firma Tripton and Kalmbach concluyó en su estudio que 300 mil hectáreas en el sector del río Sinú debían ser desecadas. En 1960 la situación llegó a tal extremo que la misión contratada por el Banco Mundial sugirió que la Ciénaga Grande debía desecarse en su totalidad.

CAPÍTULO II: DE RIOFRÍO A RÍO MOCHO

A lo largo de sus más de 40 kilómetros de recorrido desde la Sierra Nevada, Riofrío es una fuente natural de agua para abastecer poblados y fincas. A pesar de ser uno de los caudales más importantes de la cuenca hidrográfica del norte del Magdalena el río tiene un triste final. Su cauce tradicional desapareció por completo gracias a la intervención humana.

Sus últimos cinco kilómetros pasan de ser un recorrido natural con serpenteantes corrientes, para convertirse en una abrupta línea recta en forma de embudo (en la parte alta llega a tener 35 metros de ancho y en la baja hasta 10), que a fuerza y malsana ambición del hombre desmembraron su desembocadura en un agrietado flujo de agua que se esparce por las tierras bajas cerca a la Ciénaga Grande.

Édgar Santrich, coordinador operativo del Distrito de Riego de Asoriofrío, tiene una explicación lógica para haber llegado al nefasto propósito, “hace más de 20 años personas particulares le fueron metiendo máquina para hacer una excavación paralela para que el río se desparramara volviendo los playones de la Ciénaga, tierra fértil”. Aunque tanto la primera como la segunda hipótesis pueden tener validez, lo cierto es que en ambas, la ausencia total de autoridad quedó en evidencia.

Originalmente, Riofrío enviaba sus aguas a la ciénaga del Chino, manteniendo el equilibrio entre las aguas que alimentaba la Cgsm con las provenientes de allí. Hoy el camino que tomaba está totalmente bloqueado y apenas llegan las crecientes por las lluvias se desparrama en zonas bajas, sedimentando el terreno, convirtiéndolo por arte de magia en zonas fértiles para los dueños de predios.

CAPÍTULO III: ¿PESCA CON OLOR A MIERDA?

Lo que enorgullece a los cienagueros y vecinos es su amplia variedad de peces y crustáceos que habitan en el fondo de sus aguas. Un suculento manjar para los comensales de exclusivos hoteles y restaurantes de las capitales aledañas.

A tan solo dos kilómetros de la cabecera, en el corregimiento de Sevillano, se avistan dos inmensas lagunas que ocupan un área de unos cientos de miles metros cuadrados, donde desembocan las aguas residuales de la población cienaguera que supera los cien mil habitantes.

Ya en 2013, la Alcaldía de Ciénaga había criticado el mantenimiento que tiene de las lagunas por parte de la concesión Operadores de la Sierra S.A. E.S.P, responsable, además del sistema de alcantarillado, del agua y la recolección de las basuras.

Las aguas tratadas que llegan en un promedio superior a los 250 litros por segundo son tratadas a través filtros que van de una laguna a otra, gracias a la acción de la evaporación. Algo que desde el año anterior criticaba al entonces de Ciénaga, Luís Tete Samper, en cuanto a la falta de tratamiento de las aguas que terminan vertiéndose, según el funcionario, a la ciénaga de Sevillano.

De acuerdo con fuentes consultadas por OPINIÓN CARIBE para comprobar la veracidad de una probable contaminación con materia orgánica en la Ciénaga, se tomaron muestras de laboratorio con el propósito de constatar si los valores de vertimiento son los permisibles o si por lo contrario, superan las normas establecidas.

“Yo no contamino la Ciénaga, eso es lo que puedo decir”, aseguró tajantemente Porfirio Castillo, gerente de la empresa Operadores de la Sierra.

Pero, hay para quienes la realidad dista mucho de la posición que asume la empresa de servicios públicos. “En estos momentos no hay garantía de calidad de los peces en la zona ya que el olor a putrefacción, producto de la materia orgánica que viene de las lagunas, es nauseabunda”, advirtió un funcionario del municipio que le ha hecho seguimiento a la problemática.

Una de las más grandes críticas sobre la presunta contaminación a la Ciénaga, de donde deriva su sustento gran parte de los pobladores del corregimiento de Sevillano, es que en vez de funcionar dos, deberían ser cuatro en total las que deben prestar el servicio de filtración.

Pescadores y ambientalistas coinciden en afirmar que el daño a especies como las ostras, trae como consecuencia el deterioro de s subsistencia. “Tiene que haber contaminación, por eso no es recomendable el cultivo de ostras ni camarones en el sector”, aseguró un ambientalista que se negó a que se revelara su identidad.

Debido a que las condiciones de las aguas no son favorables para la producción de alimentos, la Corporación Autónoma Regional del Magdalena, Corpamag, inició desde hace varias semanas un proceso sancionatorio con el fin de comprobar el daño que pueden ocasionar a la ciénaga de Sevillano las aguas residuales provenientes del alcantarillado del municipio de Ciénaga.

Castillo señala, que la Corporación Autónoma puede abrir la investigación sin derivar con ello en una sanción. “Cada vez que alguien dice algo, vamos y hacemos las pruebas y le demostramos lo contrario”, argumentó en tono desafiante el ejecutivo frente a las críticas, que según él, provienen de algunos medios de comunicación.

Considera que la Ciénaga está contaminada por razones ajenas a su tarea desde hace varios años, “ante la indiferencia de muchísimas personas”.

Agrega, que de la Ciénaga Grande tributan residuos orgánicos e inorgánicos unas 20 mil personas. “Si quieren buscar fuentes de contaminación, búsquenla donde es debido”, puntualizó.

Click to comment

You must be logged in to post a comment Login

Leave a Reply