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El territorio universal de Gabo

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El 17 de abril de 2014, Gabriel García Márquez fallece, dejando un gran vacío en la literatura y el periodismo. Su huella es indeleble en la memoria de quienes lo recuerdan con afecto, respeto y admiración.

Luís Gutiérrez Cantillo

Hablar acerca de Gabriel García Márquez es adentrarse en un bosque fantástico, tal como el que describía Lewis Carroll en ‘Alicia en el país de las maravillas’. La obra de este simbólico personaje magdalenense abarcó un sinnúmero de aspectos que revolucionaron la narrativa latinoamericana y que sirvieron como cimientos para dar a conocer la esencia e idiosincrasia de los pueblos de una América Latina subyugada por la bota del tirano.

Gabriel García Márquez hizo parte de lo que en los años 60 se conoció como el ‘boom latinoamericano’, el cual se destacó como un fenómeno literario que acaparó una variedad de escritores latinos que habían roto con los parámetros de la literatura. Entre ellos, Carlos Fuentes, Augusto Roa Bastos, José Donoso, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa, Ernesto Sábato, con quienes Gabo estrecharía grandes lazos de amistad.

Por supuesto, la obra más simbólica que llevó a Gabriel García Márquez hasta la cúspide del reconocimiento mundial fue, sin duda alguna, Cien años de soledad, publicada en 1967; obra que le otorgó el Nobel de Literatura en Suecia, el 21 de octubre de 1982. Como consecuencia de ese premio, sus libros brotaron como hongos por todo el mundo occidental. Aquel estandarte de realismo mágico conquistó la imaginación de los lectores y lo convirtió en uno de los escritores más queridos y carismáticos de Colombia. En ese sentido, el escritor y director de la biblioteca y de la agenda cultural del Gimnasio Moderno, Federico Díaz Granados, destacó, que: “Gabo dio un sacudón de frescura y belleza a una literatura cuya tradición digna estaba detenida en el tiempo. Gabo supo interpretarnos y hacernos universales”.

Uno de los elementos fascinantes que Gabriel García Márquez incorporó en la construcción de sus obras fue la interconexión entre el desarrollo de las historias y de los personajes que muy delicadamente se fueron entretejiendo en sí mismos, de manera que conformaron un único mundo donde la magia y el realismo se tomaron de la mano y dieron origen a una desbordada y colosal obra que permearía a las generaciones de escritores venideras.

GABO Y EL MAGDALENA

El escritor Federico Díaz Granados comentó, que “el impacto que Gabriel García Márquez tuvo en su cuna natal tras haberse consagrado como un escritor universal, hizo del Magdalena un territorio mundial. Fundó todo un mundo a partir de su geografía, sin duda, el Magdalena y Colombia tuvieron un antes y un después con su obra. Su legado fue habernos, entre tantas cosas, sabido retratar y darnos voz a nivel mundial. Haber hecho de nuestra realidad atroz algo maravilloso y mágico para que nos interpretaran en el mundo en clave de poesía”.

Paralelamente, el escritor con estudios en Licenciatura en Artes de la Escritura de la Universidad Nacional de las Artes (UNA) Luís Pabón, sostuvo, que: “para todos los que crecimos en el Caribe colombiano la obra de Gabo tiene más de realidad que de magia, porque son nuestras calles de polvo, nuestras casas de tablas, nuestras rezanderas. Toda esa riqueza tradicional heredada de los descendientes afros, los mitos indígenas y las costumbres españolas; esa mezcla que corre por nuestra sangre y se proyecta en nuestra idiosincrasia es la misma que se encuentra en cada página de Cien años de soledad. De ahí que los escritores de este espacio geográfico llevamos no solo por legado literario la misma realidad, sino la experiencia de vida”.

ANÉCDOTAS

Una de las anécdotas más curiosas, la narró el librero de la Librería Los Andes, Héctor Alfonso Murillo, quien recordó aquel 17 de abril en que la muchedumbre se encontraba conmocionada por la noticia de la muerte de Gabriel García Márquez. “Ese día se volcaron todas las personas a buscar libros de él, pero sus libros no los había, y esa nota salió por los noticieros de Caracol y RCN, después pasó por la BBC Londres, y así le fue dando la vuelta a todo el mundo. En la tierra de García Márquez no había libros de él. Cuando fundé la librería, no tenía sus libros, entonces vinieron los de RCN y Caracol a preguntar si yo los vendía, y yo les respondí que aquí no se conseguían; no dejaban, no se imprimían o no querían que se leyera a Gabo, porque entre otras cosas, él fue el primer desplazado en el mundo de la literatura que existió en Colombia. El Nobel encontró amparo en otras partes y en su propia tierra fue perseguido por el régimen político que incluso hoy impera en el país. El escritor de la magia vivió mejor en Europa, en España, en México, en Cuba; allí fundó una escuela de cine e imprentas. En Aracataca, la gente lo homenajeó con un museo y pintó la casa en que Gabo vivía, y fue lo único, pero ya después de muerto como sucede en muchos casos”, puntualizó Héctor Alfonso Murillo.

Como Gabo, muchos otros escritores latinoamericanos de ese entonces, compartieron el mismo destino de exilio. Un ejemplo de ello fue Julio Cortázar, quien tras el ascenso al poder de Juan Domingo Perón en los años 50, partió inmediatamente a París, Francia, donde se radicó durante más de 20 años debido a las cruentas dictaduras en la Argentina de ese tiempo, aunque su compromiso político desde la literatura nunca flaqueó. Lateralmente, Federico Díaz Granados, recordó aquella gran impresión que se llevó tras haber conocido a Gabriel García Márquez: “fue el mayor impacto de mi vida. Haberlo conocido siendo yo muy niño marcó de forma definitiva mi destino. Esa impresión de mi primer encuentro con él en la infancia la vine a ratificar con los posteriores encuentros en la vida; su generosidad y ternura no tenían límite”.

El escritor Luís Pabón también evocó algunos recuerdos, ligados a la infancia. “Cuando nací sólo habían pasado dos años del otorgamiento del Nobel de literatura y supongo que de eso se habló durante los años siguientes y los que siguieron después. Cada vez que el profesor de español se paraba frente al tablero a hablar de Gabo o en las reuniones literarias con los contados amigos con ese gusto afín, era inevitable no dar gracias porque él había logrado que los ojos del mundo se posaran en nuestro país y más específicamente en nuestro departamento olvidado y arrasado por la violencia. Pero bien dice una frase conocida que “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad” y creo que eso debe ser el pensamiento de todas las generaciones nuevas de escritores del Caribe colombiano. No solo tenemos a una de las figuras más importantes de la literatura latinoamericana, sino que tenemos el deber de mantener e inmortalizar su legado”, expresó.

INFLUENCIAS

A estas alturas, resulta inevitable hablar de una influencia mística tras las marcas indisolubles que Gabriel García Márquez ha dejado a lo largo y ancho de toda la literatura universal, en especial, después de aquello de lo que muchos llamaron ‘el boom latinoamericano’. El librero Héctor Alfonso Murillo aseguró terminantemente, que: “Gabo ha influido en todos los escritores del mundo. Cien años de soledad equivale a El Quijote, libro que debería ser leído por todas las personas. Uno podría leerse hasta cinco veces la obra de Cien años de soledad y, sin duda alguna, volvería a encontrar sus maravillas”.

Por su parte, el escritor Luís Pabón, resaltó el alcance que la obra de Gabriel García Márquez ha tenido en las distintas culturas gracias al eco que el premio Nobel pudo proporcionarle. “La obra de Gabriel García Márquez, no solo ha marcado a las nuevas generaciones de escritores del Magdalena, sino del mundo en general. La traducción de su obra literaria a más de treinta y cinco idiomas da fe de lo importante que es su legado. Cada vez que se habla de las figuras más representativas de la escritura es imposible no nombrarlo y menos aún, no poner sobre el tapete su obra cumbre Cien años de soledad. Si bien somos los herederos y poseedores de ese legado sinigual, también es cierto que cargamos sobre nuestra espalda un gigante que demanda entrega y esfuerzo. Santa Marta, el Magdalena y el Caribe colombiano, en general, es una cuna de escritores por tradición y herencia, no sólo escribimos la literatura que representa al país, sino la música que reconoce nuestro folclor y lo muestra al mundo”, detalló.

Sin embargo, en contraste con lo anterior, el escritor y Magíster en Literatura Hispanoamericana y del Caribe, Frank Torres Vergel, comentó, “por mi experiencia como docente universitario, de básica secundaria y como asistente a ambientes de tertulias y encuentros literarios, entre otros ámbitos, puedo decir, que lamentablemente no es alto el interés que muestran los jóvenes magdalenenses hacia la literatura de Gabo. Y es una lástima, porque Gabo, aparte de haber sido un extraordinario creador de novelas (y acudo a este género porque para mí Gabo fue mucho más novelista que cuentista), representa con su obra, entre tantas otras realidades, esa idiosincrasia patente y latente en los territorios del Caribe, que se configura como una manera de ser universal. Creo que desde hace mucho tiempo en el Magdalena se ha hecho necesario adquirir un compromiso serio y traslúcido en relación con la educación y la gestión cultural en torno a la obra de un escritor como Gabriel García Márquez. Y si me preguntas cómo se hace esto, te diría que se hace mancomunadamente desde varios frentes articulados, con estrategias concretas, como frecuentes, subsidiados, bien concebidos y publicitados clubes de lectura, talleres literarios, programas radiales y creaciones de revistas alrededor de la obra de este autor”.

Federico Díaz Granados destacó los abordajes literarios que Gabriel García Márquez implementó en el cuerpo de sus cuentos y novelas, acotando, “a García Márquez ya lo podemos considerar un clásico de nuestro tiempo y cuando un autor funda un modelo de ficción, una forma personal de abordar la literatura, su estilo, directa o indirectamente influye en las generaciones posteriores. Si bien no veo a los nuevos autores escribiendo realismo mágico hay una forma de asumir el lenguaje y la relación con el idioma que mucho le debe a ese camino trazado por él”.

ASPECTOS DE SU OBRA

 

Para entender y reconocer a Gabriel García Márquez, más que seguir un hilo lineal de sus obras, habría que ahondar en las herramientas narrativas que emplea este consagrado autor. En cuanto a ello, Luís Pabón explica, “Gabo usó una escritura que poco tiene de inspiración divina o de influencia de la tan mencionada Musa. Fue un arquitecto de la palabra, un artista que supo, paso por paso, construir un mundo mágico de lo real. Encontró la forma exacta de trascender en el tiempo y eso no fue solo por azar, sino por dedicación y entrega. En su escritura logró romper con la linealidad del tiempo y concebir una obra que trasciende la temporalidad. Su empeño en hacer de sus personajes de ficción una representación de lo real convirtió su obra en una crítica social en contra del abuso del poder y el abandono de los gobernantes al pueblo y que a su vez nos deja desnudos ante nuestras propias miserias y complejos”.

Más allá de lo mencionado, Federico Díaz Granados arguyó, “Gabo fue un gran creador de mundos gracias a que supo darle una categoría de belleza a la literatura a partir de la poesía, de la forma de involucrar a los instrumentos de la poesía en su narrativa. Su capacidad de crear escenarios y personajes verosímiles gracias al poder del lenguaje, es un elemento muy poderoso en su estilo narrativo”.

Por su lado, Frank Torres Vergel, como lector asiduo de este ícono de la literatura, afirmó lo siguiente: “destaco fundamentalmente tres aspectos de raigambre ontonarratológica: la conciencia del uso del narrador omnisciente, la intensidad (no tensión) tramatológica y el uso metafórico de la imaginación. Recomiendo leer el magnífico ensayo de Mario Vargas Llosa titulado García Márquez: historia de un deicidio, sobre todo la segunda parte de este libro”.

 

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