Columnistas
De SETP a SITP, el carro viejo que faltaba

Por: Nicasio Martínez Caicedo
Un refrán extraído de la sabiduría popular señala que para quebrarse solo es necesario tener dos mujeres y un carro viejo. Creo que los dos mandatarios que precedieron a Virna Johnson se ocuparon de la primera parte y ahora le corresponde cumplir su tarea, que valga decir ella misma inició tiempo atrás. Debo advertir a los lectores que, en adelante, no me voy a referir a la vida privada de ninguno, como tampoco a la envidiable flotilla de vehículos en las que se movilizan. Estas líneas se ocuparán de los desaciertos fiscales y sus previsibles consecuencias de mediano plazo.
Dos mujeres.
Dos compromisos recurrentes que presionan el bolsillo, también Santa Marta los tiene. Uno, representado por un crédito bancario de $ 120.000 millones de pesos que se usaron para obras como la megabiblioteca, el estadio de fútbol Sierra Nevada y una triada de colegios, todas sin terminar luego de cinco, cuatro y tres años desde que se contrataron. Otro, que se materializa con el incremento de los gastos de personal (planta y contratistas), que pasaron conforme lo reporta la Contaduría General de la Nación de un presupuesto definitivo de $ 7.444 millones en 2011 a $ 31.022 millones en 2019 sin que se tenga una medición de los pretendidos efectos en la mejora de servicios administrativos, pues en la dimensión burocráticos es muy notable.
El carro viejo
Con el antecedente de las dos mujeres, faltaba el carro viejo. Pues bien, Virna en su PDD, con el apoyo unánime del Concejo Distrital, dejó consignado el cambio de SETP-Sistema Estratégico de Transporte Público a SITP- Sistema Integrado de Transporte Público que, aunque parezca un simple cambio de sigla, traerá, además de las consideraciones de integración de los sistemas de transporte, un riesgoso impacto a las finanzas distritales de magnitudes no estimadas. Explicaré.
Como SETP ya venía drenando buena parte de los recursos de regalías, impuestos, y transferencias del sistema general de participaciones que no se fueron a atender problemáticas urgentes y altamente necesarias como el agua potable. Pues bien, como se encuentra probado en los ejercicios de muchas ciudades, la tarifa y/o el número de usuarios no alcanzan siquiera para el equilibrio, de manera que los entes territoriales deben atender las diferencias. Un estudio de la Financiera de Desarrollo Nacional publicado en 2019, indica que el aporte anual salido de las arcas públicas municipales en millones de pesos se estima para Bogotá en $ 700.000, Cali $ 100.000, Barranquilla $ 23.633, y Pereira $ 11.300. En Santa Marta, como se comentó en líneas anteriores, no existe previsión del déficit, lo que resulta cierto, es la creación de nuevas tasas e impuestos para nutrir el llamado fondo de estabilización tarifaria y si la demanda estimada de 220.000 pasajeros diarios, como se espera, no concuerde con la real, la divergencia será cubierta por el bolsillo de todos los contribuyentes, quienes terminarán subsidiando el seguro de rentabilidad que el Distrito ofrece a los señores transportadores y demás inversionistas del proyecto SITP. Así que, gracias al “imparable cambio” nos llegó bajo la promesa de carros nuevos el carro viejo que nos faltaba para completar el tercer componente del refrán.

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