Columnistas
Inseguridad territorial devora a los jóvenes

Por: Cecilia López Montaño
Una reacción más fuerte se esperaba del gobierno porque la masacre de 15 jóvenes es una tragedia de inmensas proporciones que además demuestra el abandono en que están nuestros territorios. Pero no. El presidente salió a culpar a los narcotraficantes como si eso liberara al gobierno de su infinita responsabilidad. El presidente Duque completó dos años y desde su llegada tenía el inmenso compromiso con el país y con el mundo de llenar los territorios antes controlados por las FARC, de manera que en este país lleno de narcos y de bandas criminales, no se ocuparan ilegalmente de nuevo. Pero el desprecio por el posconflicto y por todo lo que sonara a paz del gobierno Santos, seguramente es la razón para esa indiferencia gubernamental pero que para nada justica el abandono de esta parte del país.
El tema de la inseguridad democrática, para usar un concepto que les debe sonar a los uribistas, es una de las grandes falencias de esta administración. Ni la severidad de la pandemia, ni la dimensión de la crisis económica que vive actualmente el país, justifican esta nueva etapa de sangre, de crímenes horrendos que llenan las páginas de la prensa nacional e internacional pero que para nada tocan las estrategias gubernamentales. Se habla en el sur del país, foco de esta nueva ola de crímenes ahora de jóvenes a quienes matan con sevicia, de que se viven horrores por el nivel de crueldad de los asesinos. La disculpa de que se violaron las reglas de la pandemia y por eso acabaron esas vidas de jóvenes y de niños, es una verdadera aberración. ¿Sera que volvimos a la época de los paramilitares, de los pájaros que actuaron durante el período de la Violencia, que llegaron a demostrarle al país de que eran capaces de las peores aberraciones?
No hay ninguna estrategia distinta a la presencia estatal tanto para garantizar seguridad ciudadana como para llevar desarrollo a esas tierras abandonadas, para frenar esta nueva etapa de violencia. Los Consejos de Seguridad están absolutamente desprestigiados por razones múltiples, entre otras por su inutilidad. Cuantos se han hecho en el país sin que se proteja la vida de quienes finalmente se han convertido en víctimas. Y una de las razones de su fracaso es que con demasiada frecuencia en estos actos criminales aparecen involucrados miembros de la fuerza pública sin que finalmente estos hechos se aclaren.
Llegó la hora de que los territorios empezando por aquellos del sur del país, entren en la agenda del desarrollo nacional y en el esquema de protección de la ciudadanía. La prioridad es evidente: los jóvenes que por razones que nadie entiende se han convertido en el foco de los criminales; los líderes sociales que siguen cayendo día a día en manos que jamás se identifican, muchos de ellos probablemente asociados al conflicto de tierras que lejos de resolverse se agrava; los excombatientes de las FARC que mueren ante la indiferencia de un país que no logra entender lo que significó un acuerdo de paz.
Una simple pregunta que nace del dolor: ¿cuándo lograremos entender que un país lleno de sangre jamás será una sociedad moderna, civilizada y menos en paz? Y mucho menos cuando la inseguridad territorial devora a los jóvenes.

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