Columnistas
¿Qué será de nosotros?


Por: José Domingo “Chelito” Dávila
Hace un par de días el presidente de la República visitó el Magdalena y se reunió con los alcaldes del departamento e hizo el lanzamiento del “pacto funcional para el Magdalena”. Estamos hablando de cerca de 9 billones de pesos que irán destinados a distintas obras y programas sociales para las familias más necesitadas de la región. Pero como todo, lamentablemente en nuestro país, este anuncio importante, tiene una mancha que ojalá se pueda borrar.
Me refiero directamente a la pelea que desató el gobernador porque no fue invitado a este encuentro. En este sentido, siendo honesto también se podría criticar la actuación de la oficina de presidencia, puesto que dejar por fuera al primer mandatario departamental, afecta las posibilidades de alcance y éxito de dicho pacto. Sin embargo, y sin ponerme a favor del presidente, también hay que cuestionarse, si las recientes actuaciones del señor gobernador no ponen en tela de juicio su accionar como para que cualquiera se pregunte si es constructivo invitarle a un evento de esta naturaleza. Ya que no se puede ir por ahí acusando al gobierno y al propio presidente de conspirar en su contra, irse de vacaciones pasarse de las fechas permitidas y lanzar señalamientos y acusaciones sobre supuestas amenazas recibidas, sin tramitar eso ante las autoridades correspondientes, sin que la inteligencia del estado supiera nada y encima, hacer responsable a sus rivales políticos, entre esos al Presidente de la Nación, de lo que pase con su vida. Y luego querer que te inviten como si nada hubiera pasado. Eso no es serio.
Entre las obras que se ejecutarán, el plan funcional contempla inversiones para la Conexión Puente Pumarejo – Ciénaga, la vía Plato-Tenerife, solo esta última obra beneficiará la movilidad y la economía de casi 100 mil habitantes. Obras en la vía Palmero – Salamina – Plato, que no solo benefician al departamento, sino que, por la importancia estratégica de esta vía, servirá para el impulso económico de todo el Caribe colombiano. 50 mil millones se destinarán a proyectos que tienen que ver con solucionar la problemática terrible del agua, tanto en su calidad como en la frecuencia con la que llega a los hogares magdalenenses. Y sumado a esto, una inversión social de casi 1 billón de pesos, dirigidos en planes sociales como familias en acción, ingreso solidario, jóvenes en acción, Colombia mayor, entre otras transferencias que benefician a más de 400 mil personas del departamento.
Ahora, yo me pregunto, ¿Qué será de nosotros si las autoridades departamentales insisten en la confrontación en vez de participar con proyectos e incluso con recursos propios para alimentar esta catarata de dineros que van a dejar beneficios, no solo por el impacto de las obras, sino por los empleos que se crean y el movimiento que se le da a la economía de la región? ¿Qué será de nosotros si en lugar de trabajar por el interés general, nuestros gobernantes siguen la senda de la pelea constante, de la división, en el show politiquero que tiene aburrida a la gente? ¿Qué será de nosotros, si quienes tienen la responsabilidad de trabajar por mandato constitucional, de manera cooperativa para darle respuestas a nuestras necesidades, siguen acusándose mutuamente de manera irracional de todos los males que vivimos, en lugar de trabajar para resolverlos?
He conversado con alcaldes y asistentes a la reunión con el presidente. Lo que manifiestan es una sensación de alivio, pues estos recursos bien invertidos permitirán darle respuestas a los problemas con los que ellos tienen que lidiar directamente, pero además, saben que los empleos que se generen ayudarán a mitigar la pobreza que nos deja la pandemia y que tanto afecta a sus municipios. Es un escenario de optimismo y, lo que nos toca a los ciudadanos, es vigilar porque esos recursos se ejecuten con seriedad y honestidad, denunciar aquellos incumplimientos si llegaran a haberlos y ser partícipes del cambio que esos recursos le pueden traer a la región.
Ojalá todos reflexionemos sobre la necesidad de dejar a un lado la confrontación, el conflicto que no deja nada. Yo sueño con el día en nos encontremos en el diálogo constructivo, donde discutamos con altura y respetando nuestras diferencias, sueño con que tengamos la capacidad de entendernos para trabajar en soluciones concretas a tantos problemas que hoy tiene la gente. Sueño con que podamos ponernos de acuerdo y construir un futuro mejor, porque esta tierra se lo merece, porque nuestro pueblo se lo merece. Soñemos y trabajemos juntos, para que ese sueño de unión en favor de los intereses de las grandes mayorías, se haga realidad.


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