Columnistas
De la vida y otros demonios

Por Rosa Mileysdis Daza
Del lamentable suceso de Gaira hemos comentado todos, del presunto autor de estos hechos, mucho más, generalmente para manifestar nuestra sensación de tristeza por lo que, al parecer, provocó temerariamente, otros piensan en la familia de las víctimas y miran con total incredulidad el devenir de la justicia en este caso tan resonante y doloroso.
Sin embargo, en esa conciencia colectiva de los samarios está, allá en lo más profundo tal vez, callada apropósito para no desentonar con la opinión general, ese pensamiento de “pude ser yo” y si… pudimos ser nosotros conduciendo ese vehículo y causando tan terrible como inesperado suceso.
Alguna vez la vida, en sus tantos momentos de infierno me enseñó, que, así como no sólo en las cárceles están los criminales, no sólo los criminales habitan las cárceles, de hecho, para ser más específica, no es tan amplío este término como nos han hecho pensar.
Y es que la vida y sus demonios suele llevarnos por lugares y momentos tan oscuros donde, por responsabilidad propia o no, tienes que transitar, te toca transitar.
Y aunque no esté de moda sentir empatía por el otro, sobretodo en estos tiempos, en los que nos han hecho creer que “el otro” ni siquiera debe ser entendido como persona y que por ende sus derechos, garantías y sentimientos más profundos no deben ser, siquiera atendidos, la sensación de dolor por todas las personas involucradas en esta tragedia sigue estando, porque en efecto, ¡pudimos ser nosotros!
Hoy, mañana, siempre, estamos expuestos a ser el otro, ese otro que en mi ejercicio profesional he aprendido a conocer, a valorar en su humanidad, en su contagiosa esperanza y hasta alegría, en su enérgico deseo de retornar a sus entornos.
Hoy permítanme quebrar una lanza por todos los “otros”: los equivocados, los temerarios, hasta por los más temidos, porque en efecto, ¡pude ser yo!
