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Columnistas

En mi profesión mando yo

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En los últimos días, he vivido lo que es la intolerancia por algunas de mis posiciones políticas o por algunas de las personas que asesoro, por ejemplo: una directora de un prestigioso medio de comunicación me pidió bloquearla de sus contactos porque en temas puntuales represento a un contrario político de ella, actitud que me pareció extremadamente reduccionista, primitiva, discriminatoria y ofensiva, por lo que solicité a una subordinada de la mencionada señora que bajara de su página una de mis columnas, pues no permitiría ser relacionado con un medio sesgado por los odios que dirige su línea editorial de acuerdo a sus afectos políticos.

Aunque mi indignación escaló peldaños inconcebibles en mi interior, decidí no exponer a dicho personaje intolerante, pues considero de quinta someter al escarnio público un conflicto que es eminentemente privado, además que la anónima directora resulta ser pariente de una entrañable amiga que goza de las más altas virtudes, incluso tomando en cuenta que tales actitudes son incompatibles con alguien que dirige un medio de comunicación.

En la misma línea, también recibí la discriminación de alguien que no me conoce y que está en un mismo equipo de trabajo que yo, pero por enterarse someramente de mis presuntos afectos políticos, intentó indisponerme con quién me contrató, afortunadamente mi trabajo ha demostrado que una cosa soy políticamente y otra como abogado, pues yo no alimento a mi familia con ideologías sino con pesos colombianos.

Por último, alguien con quién he llevado una relación cordial de esparcimiento (traguitos) y debates muy sanos, me pidió evitar hablarle por alguna de mis posiciones, con esta persona fui muy respetuoso por sus años y porque no discutiré la inconveniencia de ver al país bajo los ojos de Laureano Gómez.

Debo aclarar que defiendo a quien me contrata, y me interesa un rábano si es de izquierdas, derechas, centro, ateo, cristiano, satánico, budista y yendo al extremo, defendería hasta alguien que me pida que le llamé “compañere”, los derechos no tienen color político, son derechos y garantías.

Afortunadamente no hemos caído bajo el dominio de aquellos  que deliran con regímenes   de censura y represión al estilo nazi o soviético.

Es muy peligroso lo que se está incubando en Colombia, odios viscerales por el solo hecho de ser distintos y pensar distinto,  señalamientos a priori que reduce a la persona a un mero enemigo sin pensar que seguramente la mayoría somos buenos, simplemente que vemos el mundo con colores variados.

Aunque esto genere un picor de esfínteres, hay que ser concretos, la gran mayoría de las personas de la derecha son buenas, la mayoría del centro son buenas, la mayoría de la izquierda son buenas, solo los diferencia el como se plantean el presente y el futuro, y lo más jodido, la mayoría de esos grupos no ven ni gozan los beneficios de quienes incentivan las divisiones y los odios mortales.

Para terminar, me pareció el colmo que al Dr. Ivan Cancino le tocó publicar un  Tw dónde manifestó “que no lo harían pelear ni con el Dr. Carlos Caícedo ni con el Dr. Rafael Martínez, quienes son sus clientes en una causa penal, y que y por ellos dejaría el alma sin importar sus tendencias políticas, pues los abogados defendemos garantías no ideologías”. Debo decir que estoy totalmente de acuerdo con el colega, e invito a los colombianos a dejar de calificar a las personas por sus opiniones o en el caso de los abogados, por los clientes que representamos.

 

Leanlo sin llorar…