Columnistas
Santa Marta y muchos de sus desafíos

Por: Saúl Alfonso Herrera Henríquez
Santa Marta es una ciudad que debemos hacer potente, dinámica, que salga al mundo no solo por sus inconmensurables bellezas naturales, sino por las ansias de progreso de sus ciudadanos, buena organización, exitosa y plena de entusiasmo. Que seduzca a quienes la visiten. Que concite el interés mundial por conocernos y visitarnos. Que consolide el turismo de manera importante y de la mano de acertadas políticas público-privadas. Hoteleros, restauradores, tiendas, donde todos hagan su mejor esfuerzo profesional, de inversión y excelencia para ofrecer un producto competitivo al máximo nivel.
Es una ciudad la nuestra a la que corresponde a través de sus autoridades y residentes, saber canalizarla y resolverla con el concurso también de todos: públicos y privados. Saber que su éxito no será en ningún momento voluntad de unos pocos o de escasos sectores. Se impone acudir y excitar a las más nobles diligencias, saber que la palabra es arma poderosa para impulsar a un sector económico que puede influir de forma positiva en la percepción y en las decisiones de quien las escucha.
Así, debe haber por parte nuestra, amabilidades por doquier, publicitarnos en cada dicho, en cada actuación, en cada proceder. Consentir a los visitantes que compran en los comercios de la ciudad. Situaciones que hay que potenciar en serio. No queremos en Santa Marta grupos que hablen mal de nosotros mismos. Que no se aprovechen inmisericordemente de quienes nos visitan y quieran de paso enriquecerse en cada acción. Es entender y poner en práctica aquello de a lo tuyo tú con razón o sin ella, pero desde luego que pese más la razón. Que no se trate de acciones improvisadas sino debidamente soportadas. Actuaciones que debemos emprender para que nos conduzcan por caminos que lleven a combatir los aspectos negativos de todas las actividades, especialmente las que generan o pueden generar inconvenientes. Se trata de aportar iniciativas, emprendimientos, empleo, trabajo, ingresos económicos y prestigios nacional e internacional.
La expansión del turismo debe ser una consigna de ciudad, un cambio radical a nivel mundial transformarnos en todos los niveles, económico, social, cultural, ambiental y político, entre otros muchos. No ser un entorno complicado e inseguro. Ofertarnos de manera creciente por las redes que disposición están en sus espacios generales y especializados. Invitar compañías de vuelos de bajo costo. Alojamiento económico. Pensar en la importancia que hoy para el mundo hacer turismo se ha convertido en un hábito y debe ser nuestra ciudad un destino de preferencia a nivel mundial, lo que es para nosotros un tanto fácil, en la verdad de tenerlo todo para serlo.
El movimiento global de ciudadanos que desean hacer turismo se incrementa día tras día en porcentajes muy importantes en los próximos años. Esto tenemos que tratar de canalizarlo a favor, acudir a alianzas estratégicas, uniones temporales y mil y más viables ocurrencias para que lo cual no se detenga y antes por el contrario crezca exponencialmente. Hay que buscar las coordinaciones que necesarias entre ciudades y con países. Buscar las soluciones conjuntas que mejores sean para todos, es ganar las partes, sobre todo cuando las demandas abundan, nos viene dadas y en consecuencia hay que volar más y más arriba cada vez más. Hablar en cada sitio y lugar con los responsables turísticos, compartir con ellos para trabajar juntos. Entender que podemos ser más en este campo y ello deberá llevarnos a encabezar propuesta que nos impulsen como debe y tiene que ser en el orden orbital y de paso buscar soluciones a los retos de absorción, sostenibilidad, protección del patrimonio, convivencia, seguridad, y demás otros desafíos que solos no son dables de sacar adelante, pero si inicialmente de encarrilarlos para poder resolverlos, ya que los desafíos importantes precisan de propuestas colectivas para satisfacerlos.
Es también entender que no ganaremos solo la carrera con remilgos, temores, miedos, improvisaciones, inocuas prohibiciones, expedientes y actos vandálicos. Los inconvenientes precisan respuestas de peso coordinadas para poder resolverlos con éxito y obtener la afluencia requerida para seguir creciendo. Apoyemos estas propuestas y veremos más pronto que después los positivos grandes resultados que generarán diligencias y gestiones pertinentes. No ser un destino mundial reconocido, a pesar de lo que tenemos de sobra para serlo y con diferencia, es un todo imperdonable que señalarán como afrenta las generaciones por venir.
