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Columnistas

Lo que deseo para nuestro Distrito

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Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza

Luego de una campaña colmada de irregularidades, marcada por la intervención indigna de los gobernantes de turno en favor de su partido y en contra de la oposición, ganó el doctor Carlos Pinedo Cuello, la Alcaldía de nuestro Distrito. Sabemos todos que, dadas las desastrosas anteriores administraciones, esté teniendo una tarea bastante complicada, que por fortuna ha venido sorteando con demostradas capacidades y competencia, lo que me motiva a referir algunos breves apuntes sobre lo que le deseo a nuestro burgomaestre.

Primero que todo y antes que nada apueste decidida y decisivamente por la concordia, esa que es acuerdo, armonía, conformidad, unión fraterna. A diferencia de otros, apreciar la voluntad de la minoría. Interpretar la relación con la oposición como un puente a construir sin antagonismos irreductibles y no bajo la consigna de o se está conmigo o se está contra mí, y no hay más. Adentrarse en una lectura de la realidad política que no agrave más el clima de polarización que dejan doce años de funestas administraciones y nuestro actual mandatario no debe reincidir en dicha conducta. En los últimos meses, ha quedado claro que hay en la ciudad una visión política distinta a la que encabezaron sus antecesores, lo que debe reconocerse y ojalá actuar todos en consecuencia desde la cima de la sensatez y optar optando por el diálogo, la creencia por el disenso y el acuerdo.

Otro aspecto de importancia suma es reconocer el problema de seguridad apremiante que nos azota y actuar de conformidad; más, por cuanto la alcaldesa saliente y sus otros dos antecesores pasaron doce años minimizando esta agobiante y trágica realidad de inseguridad, arguyendo contra hechos e índices, una supuesta mejoría. Nada más falaz. Es entender que los asuntos a este tenor deben realmente superarse de manera positiva, ya que asoma en nuestro seno un problema de control territorial. El crimen organizado delinque como una máquina ilícita, adecuadamente engrasada, implacable en sus métodos y venganzas. No le importa en lo más mínimo el bien común, por lo que debe enfrentarla con prisa, sin pausa ni cortapisas, sino con imaginación, creatividad, asesoría de primera condición y carácter de estadista, ya que no hay más tiempo que perder, sobre todo porque debe tenerse la obligación de alejar a Santa Marta del abismo empobrecedor de la peor izquierda latinoamericana.

Ser firme frente a toda adversidad, estar a la altura de las promesas de campaña y no conceder en todo lo que muchas veces de manera absurda o insensata se peticiona. Darse la oportunidad de rectificar lo malo y peor que mal se ha venido dando. Resistir con inteligencia. Asignar recursos suficientes a las instituciones del municipio dedicadas a la inversión social, a efecto de adelantar con solvencia los programas que mayormente críticos sean.

Alejarse de plano de la mala herencia de sus antecesores y hacer una administración que por sí misma y más pronto que después haga olvidar a la ciudadanía y comunidad, toda olvidar la huella profunda y funesta que marcaron. Adueñarse de la agenda y el discurso social. Luchar a brazo partido por la defensa a ultranza de los intereses superiores de la colectividad. Velar por el cuidado de los sagrados recursos públicos. Combatir a fondo la perversa corrupción que siempre merodea las arcas errarías. Usar el poder para construir una Alcaldía arraigada en el buen gobierno y no caer en el agravio, la descalificación y la maledicencia. Construir sobre lo construido y destruir lo dañoso. Ver con claridad el horizonte. Trabajar con ahínco por las generaciones por venir.

Se trata de acertar, ser asertivo al máximo expresando las opiniones como corresponde de manera firme, afirmativamente y con seguridad, respetando las ideas de los demás; especialmente por cuanto le toca seguir gobernando un municipio que arrastra una grande polarización, dividido, definitivamente frágil, violento, desencantado, sumido en la incertidumbre y pobre en medio de inmensas riquezas. Entender, y sabemos que lo hará, que debe y tiene nuestro Alcalde que gobernar con templanza, humildad y seriedad, lo que le garantizará total éxito. De lo contrario, y no queremos imaginarlo siquiera, el fracaso estará a la vuelta de la esquina.