Columnistas
Optimismo, mucho optimismo

Por: Rubén Ceballos Mendoza
No podemos como territorio en situaciones de desventaja, tal como hemos quedado luego de tres heredadas pésimas administraciones locales como vienen siendo calificadas y con cifras demostradas, sumirnos en el pesimismo, toda vez que lo cual sería hundirnos irremediablemente en la desesperanza. Toca y hay que aportar en tanto cantidades de optimismo, lo mismo que tener claro que sería menos severa esa gravísima crisis que estamos soportando, de no agudizarse por la tozudez de quienes hoy se sienten huérfanos de poder y desde la estulticia argumentan necedades. En contrario sentido, tenemos que repensarnos, reconducir por mejores caminos nuestro destino en vía a prevenir, reordenar y mantener oportunamente con correctivos y reparaciones pertinentes ajustadas a realidades, lo dejado de hacer, los sobrecostos y los efectos constructivos entre otros desmanes, en la verdad que se privilegió con quiénes se hacían los negocios y no la calidad de las obras y su eficiente operación. Esto para tocar solo lo material, sin meternos en lo concerniente a lo puramente administrativo público, de por sí un desastre manifiesto.
Importante, además de urgente, seguir estableciendo responsabilidades, que evidentemente las hay. Como igual se sabe de indicios sobre informaciones ocultas, mismas que manchan la transparencia y rendición de cuentas a la que están obligados los servidores públicos, como se conoce hoy ocurrió en dichas administraciones a las que he hecho mención y en las que hubo sabotaje como se afirma por doquier; curva de la que no descartan la espiral de violencia del crimen común y organizado potenciado en el terruño como se evidencia; y, más, por cuanto tenemos todos la obligación de aportar para el optimismo, hacerlo con total diafanidad de acciones, sin direccionamientos en beneficios selectivos, sino con verdades, con previsiones en todas las áreas del gobierno distrital.
Se impone participar en acciones conjuntas que nos conduzcan a un mejor porvenir, avanzar con compromiso y responsabilidad, estar a la altura de las expectativas de la gente, auscultar sobre sus temores y esperanzas, como respecto de sus ideas, importantes en momentos de incertidumbre y superables si actuamos y participamos activamente con grande optimismo, espíritu de colaboración, sentido de pertenencia y estar siempre a la altura de las circunstancias, lo que depende de nosotros hacerlo, puesto que hay que definitivamente ser más optimistas sobre el porvenir, tener visión positiva, preocuparnos y ocuparnos de nuestros asuntos, ir tras las oportunidades, luchar por el respeto y la observancia a tope de nuestros derechos y la reducción de los conflictos, en ruta a abordar los grandes problemas, con las variaciones que el caso sean, lo que mayormente va a favorecernos de manera más incluyente, comprometida, responsable y eficiente.
De ahí que importante sea un claro liderazgo moral, tener seguridad, cero corrupción, revisar los más urgentes desafíos, acudir a las reformas continuas sobre los problemas que así lo ameriten, y que administrativamente haya contrataciones más inclusivas, mayor rendición de cuentas y más transparencia, lo que facilitará entendimientos y cuidará más las necesidades de la gente y se resuelvan las mismas con mayor eficacia. Ello y más nos dará desde lo racional, sumar ese mayor optimismo que necesitamos en dirección a consolidar avances ciertos y sustanciales en beneficio colectivo.
