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Un día fui concejal, un día…
Por: Carlos Mario Sánchez Fernández
Aun recuerdo el 28 de octubre de 2007. Fui elegido Concejal de Santa Marta. Mi padre, un samario de nacimiento se llenó de gran orgullo, pues su hijo, un barranquillero, había logrado elegirse concejal de su ciudad natal, con tan solo 4 años y medio de vivir en Santa Marta.
Las expectativas fueron grandes. Me habían acompañado un grupo de amigos y familiares que trabajaron con amor y confianza en que podíamos hacer algo bueno por la ciudad. Nuestro grupo se denominaba “Por que Santa Marta merece respeto”. Había llegado como un profesional abogado, con una hoja de vida limpia (aun continua así), y con una preparación que pensé, era suficiente para hacer una gran labor. Pero nada más lejos de la realidad…
No bastaba ser un buen abogado, que con los conocimientos y la oratoria que Dios me regaló pudo salir avante en muchos debates frente a experimentados actores de la política local. Mas sin embargo, pasado el tiempo pude darme cuenta, que cada vez que yo ganaba una batalla que libraba, muchos me odiaban por tocar sus intereses particulares y, que eran otros los que se beneficiaban de esos aparentes triunfos. En conclusión, de “política” no sabía nada.
Todo ese tiempo sirvió para perderme en un mar de adulaciones, engaños y dolores propios de quien va, ciegamente, echando en brasas el producto de todo lo logrado en la vida con esfuerzo y amor. Creí que era “un Honorable Concejal”. Eso es igual a cuando Jesús hacia milagros, la muchedumbre lo seguía y hasta la hemorroisa se arrastraba para tocar su manto. Pero cuando lo crucificaron solo estaba la virgen y la familia. Así mismo, cuando pasó el tiempo y salí del concejo, prácticamente solo me rodeo la familia. Triste, pero una realidad que enseña.
Al final descubrí que la “política” era compleja. Que la política que en mi corazón estaba, era diferente a la que se practicaba, en virtud de los intereses que mueve. Por ello, era necesario alejarse y tratar de recomponer la vida, prepararse y madurar. Nunca más volví a aspirar a un cargo de elección popular y no sé si algún día lo haga.
Hoy veo el recinto del concejo desde lejos. Observo cómo se insultan unos a otros algunos concejales. Los más experimentados guardan prudente silencio. Cómo ya no importan el cuidado en las palabras para respetar el recinto de la democracia. Se tratan de orates, mafiosos, drogadictos, ignorantes, se demandan entre ellos, se señalan de corruptos unos a otros y así, solo me recuerda las peleas de la Niña Tulia en la historia del Flechas de David Sánchez Juliao.
En los anteriores días se sacaban en cara que participaban en parrandas y tomatas. Quiero decirles, aunque sé que no soy importante, que yo también estuve en parrandas similares. Que yo también canté, bebí y bailé. También fui recibido en múltiples eventos como si fuera un gran personaje. Pero les tengo otra noticia. Así como yo, también hay más de 100 personajes con vida, que lo ves en las calles de Santa Marta, que tuvieron esa oportunidad que ustedes ostentan hoy, y que pasado los años, los nuevos profesionales, ni saben que algún día fuimos concejales. Por ejemplo, el profesional de 25 años hoy, tenía 8 años cuando fui elegido concejal. Ni en su memoria me tiene jajajajaja.
Hoy soy más maduro, corregí muchos errores y defectos como persona. Pedí perdón a muchos que lastimé, recuperé el orgullo de mi familia, y comencé a luchar por ser mejor. Además maduré en el conocimiento de la política y la vida.
He escrito estas palabras para decirles “Honorables Concejales”, que están a tiempo de corregir la manera de actuar y, no pensar que todo es real. Todo es circunstancial. En la medida que continúes allí, tendrás las mismas cosas con apariencia de verdad. Pero si algún día no perteneces a ese recinto, solo te deseo que seas querido por la ciudad y orgullo de tu familia.
Dios los bendiga y bendiga a Santa Marta