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Aprende fuenteovejuna

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Por: Carlos Sánchez Fernandez

Con familia en Barranquilla, son muchas las oportunidades que me dirijo con mi esposa a aprovechar los días que Dios nos regala para abrazar y amar a nuestros seres queridos. En muchas de esas oportunidades, cada vez que llegamos a la ciudad, nos sorprendemos con los avances urbanísticos, las novedades comerciales y turísticas que encontramos, tanto que muchas veces requerimos de un nuevo recorrido turístico para conocer lo nuevo de la gastronomía, comercio y turismo de la ciudad. Un cambio rimbombante pero carente de escándalos.

Recuerdo una de esas ocasiones, cuando al llegar a la Olímpica de la calle 84 con 51B, observe en la siguiente esquina un tumulto de personas. Se sentía como un carnaval, por la alegría que respiraba la gente, mas sin embargo, no había ruido alguno. Al acercarme pude observar la imagen del Alcalde, que se esforzaba con las manos para desprender un aviso de prevención de arroyos que por años pretendió evitar desastres y tragedias por sus inmensos caudales en momentos de lluvias.

Fue emocionante para mí, que crecí a una cuadra de la calle 84, ver que desde ese día desaparecía del sector el peligro inminente que arrastro vehículos y vidas en sus torrenciales corrientes. A la fecha de hoy, no han vuelto a existir tragedias en la calle 84 de Barranquilla, productos de dicho arroyo. Por cierto, el Alcalde logro arrancar el aviso, todos, incluyéndolo a él, dieron un fuerte aplauso, y la imagen del Alcalde desapareció del escenario.

Pero porque hoy traigo este evento a colación? Pues sinceramente a través de los años, mis ojos se han cansado de los magnos eventos que se hacen en Santa Marta, cada que se entrega una obra, que no pasan de trayectos o partes de calles o avenidas u otra clase de obras de las que se inaugura o entrega un porcentaje de la misma, que en muchas ocasiones llevan años y años esperando.

Creo que es hora que la ciudad que se dirige a los 500 años, deje de gastar aplausos repetitivos y consecutivos, sobre obras que, muchas veces no terminadas o terminadas luego de muchos años, eran precisamente las bases ofrecidas para pedir a la ciudadanía el dar su apoyo con el voto a uno u otro grupo político.

Es increíble que se pretenda endiosar a los mandatarios por hacer (si es que lo hacen) lo que es su obligación como los gerentes a quienes se eligió y en quienes se confió. Y más, no comprendo porque cada entrega de obra tiene que ser acompañada con grupos musicales y grandes tarimas, que ocasionan más gastos a la administración pública, dinero de todos los contribuyentes, y que servirían para ayudar a más población vulnerable.

Quedan meses para que los samarios y magdalenenses se vacunen espiritualmente contra el odio hacia sus coterráneos e impidan se siga dando esa separación de estigmatizaciones de buenos y malos, incrustados en la visión moral de unos que como Icaro, arriesgan sus alas por querer llegar más cerca del Sol.

En la sencillez y la humildad hay mayor tesoro. Fuenteovejuna puede ser oro