Columnistas
La autonomía que incomoda: Universidad del Magdalena y la política de la envidia
Por: Edgar Jafet Hernández Murcia
La Universidad del Magdalena ha sido, durante décadas, un baluarte de progreso y desarrollo en una región históricamente relegada. Sin embargo, este papel transformador parece incomodar a quienes, desde la Gobernación del Magdalena, deberían ser sus principales aliados. En los últimos años, las actitudes de los gobernadores Carlos Caicedo y Rafael Martínez hacia la Universidad han revelado una tendencia preocupante: priorizar agendas políticas sobre el fortalecimiento de una institución que representa el futuro educativo de miles de jóvenes.
Durante el periodo 2020-2023, la Gobernación, liderada por Carlos Caicedo, adoptó una postura que, lejos de reconocer la autonomía de la Universidad, buscó condicionarla a sus propios intereses políticos. Ante la falta de respaldo para imponer su voluntad, gracias a la defensa férrea del Consejo Superior de la institución, sus estudiantes y directivas, el entonces gobernador optó por redirigir recursos que deberían ser para la Unimagdalena hacia instituciones de otros departamentos. Esta decisión, más política que técnica, representa un detrimento claro para el desarrollo local. Por otro lado, el publicitado programa Las “becas del cambio” programa “bandera” financiado por el departamento, que cuentan con significativos indices de deserción, son solo un ejemplo de políticas mal concebidas que desatienden la realidad educativa del Magdalena.
Por su parte, el gobierno actual, de Rafael Martínez no ha marcado diferencia. Aunque egresado de la Unimagdalena, su administración continúa la línea de priorizar recursos fuera del departamento, perpetuando un modelo que ignora las necesidades de la Universidad del Magdalena. Además, el Gobernador, de forma absurda, desconoce las decisiones democráticas y los logros institucionales alcanzados bajo el liderazgo del rector Pablo Vera.
Recordaran como en una reciente rueda de prensa, Martínez cuestionó el proceso de elección mayoritaria del rector, desconociendo que este proceso refleja la voluntad de estudiantes y profesores, quienes son los verdaderos dueños de la autonomía universitaria. Además, mintió descaradamente al afirmar que en los últimos cinco años la Gobernación había transferido 100 mil millones de pesos de recursos del departamento a la Universidad.
Este escenario no es nuevo. En 2020, durante la administración de Caicedo, este intentó imponer un candidato propio a la rectoría. Esta acción, que buscaba politizar la dirección de la Universidad, fue rechazada contundentemente por una comunidad universitaria que defiende con fuerza su autonomía. Estas maniobras políticas evidencian un profundo desconocimiento de lo que significa la autonomía universitaria y del rol fundamental que cumple la Universidad del Magdalena en la transformación de la región.
A pesar de los esfuerzos por desestabilizarla, la Universidad del Magdalena se mantiene como un símbolo de resistencia y unidad. Bajo el liderazgo del rector Vera, la institución ha demostrado que la autonomía no es negociable. Gracias a su compromiso colectivo, la Universidad ha logrado consolidarse como un referente de educación de calidad, incluso en un panorama adverso de desdén y falta de apoyo del gobierno departamental.
El panorama actual pone en evidencia que las decisiones de la Gobernación responden más a una lógica política que a un análisis sensato de las necesidades educativas del departamento. Es momento de que la Gobernación asuma su responsabilidad histórica con la Universidad del Magdalena, dejando de lado agendas personales o partidistas y trabajando de manera articulada por el desarrollo de una institución que representa la esperanza de miles de jóvenes y sus familias.
En este contexto, la autonomía universitaria no es un capricho; es un principio que garantiza el progreso y la independencia del conocimiento frente a intereses externos. Y aunque hoy parezca incomodar a algunos, la Universidad del Magdalena seguirá siendo un faro de independencia, gracias a una comunidad que entiende que la educación es la clave para transformar el Magdalena.
Quizá la verdadera razón detrás de esta actitud sea que a Caicedo y su combo sufren con que a la Universidad le vaya bien. Porque cada logro de la Unimagdalena es un recordatorio de lo que podría lograrse con voluntad, visión y compromiso, valores que parecen ausentes en quienes hoy prefieren sembrar discordia que construir futuro.