Columnistas
Obras como símbolos de los 500 años (I)

Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza
Celebraciones, conmemoraciones, festejos, fiestas, conciertos, sí, pero en el mejor o peor de los casos, como quiera percibirse, no queremos los samarios quedarnos en ellos, al fin y al cabo efímeras manifestaciones que en realidad y verdad a nada positivo conducen; sino mostrar que se resuelve y se avanza en la resolución de los problemas muchos que nos agobian; más por cuanto es sentimiento, expresión, manifestación, clamor y reclamo generalizado de la ciudadanía y comunidad toda, que a cambio de lo cual se registre el necesario y requerido, una y quinientas veces, el inicio de obras para hoy y mañana de significación, de trascendencia, de envergadura y definitivamente tanto esenciales como funcionales en beneficio y aprovechamiento colectivo, que ameriten desbordadas complacencias.
Frente a lo expuesto, muchos sostienen que parecería y hasta se afirma y ratifica, que ciertamente lejos están nuestros gobernantes de entender la necesidad de plantearnos la importancia de retomar de manera integral desarrollo y crecimiento, en lo que necesario es aprovechar los avances todos del mundo de hoy y los contextos que brindan administración, gestión y gerencia públicas, aprovechables ante las instancias que sean del caso, en las latitudes que fueren y en todas las áreas, niveles y materias que concurren para hacer avanzar a las unidades territoriales de cara al porvenir, en lo que ayudan obras de suyo vitales para que lo cuál sea cierto.
De ahí que tengan nuestros mandatarios que darse de manera inclaudicable la tarea de impulsar el bienestar de sus asociados, iniciar las obras necesarias, consolidar progreso, por lo que les es preciso encontrar nuevos enfoques que ayuden desde el sentido de pertenencia a rescatar la identidad local con sus rasgos sociales, políticos, económicos, ambientales y culturales propios, renovarse en todo sentido, facilitar la participación activa en real determinación de acción colectiva, establecer procesos para conformar redes de todo tipo, fortalecer el tejido social en el plano territorial, organizar y fomentar la productividad, posibilitar mayores flexibilidades, hacer que las condiciones culturales y espaciales sean las más adecuadas para inducir estos procesos sobre la base de sólidas formulaciones de políticas públicas destinadas al fortalecimiento de alianzas estratégicas público / privadas, ya que solo será posible posicionarse como unidad territorial y administrativa de vanguardia cuando definida está una coherente planificación estratégica territorial y unas políticas públicas que potencien el desarrollo local.
Requeridos estamos de obras miles de relevancia inmensa, por lo que concierne definir políticas destinadas a impulsar nuestro desarrollo y organización productiva, advertir cambios en el modo de planificar estratégicamente el desarrollo, permitirnos consultar más nuestras propias realidades y necesidades para de contera actuar en consecuencia respecto de su solución, puntualizando lineamientos y metas, con la finalidad de lograr el verdadero desarrollo territorial que merecemos.
