Columnistas
Obras como símbolos de los 500 años (II)

Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza
Séame permitido repetir que obras para hoy y mañana de significación, trascendencia, envergadura, esenciales y funcionales en beneficio y aprovechamiento colectivo es lo que necesitamos los samarios desde hace ya mucho tiempo, dejar atrás obras menores y maquillajes insulsos para la ciudad. Obras y más obras de gran relevancia es lo debido, lo que traduce planificarlo todo en mejor forma, involucrar en los procesos la planificación de más actores locales. Llevan las grandes obras en manera suficiente a crear una dinámica económica de respeto en el ámbito local; toda vez que de la mano de mejores y formuladas políticas públicas se genera empleo y renta, se combate el desempleo significativamente, ayuda a que los gobiernos locales se apropien de una visión más estratégica del desarrollo, cuya actividad debe orientarse para incidir en colaboración con los agentes económicos y financieros en la búsqueda y procura de diferencias competitivas vinculadas al territorio y a la utilización de recursos endógenos, auspiciando además concertaciones estratégicas público / privadas, necesidad manifiesta en un orbe globalizado y competitivo como el actual.
El desarrollo local se logra con obras de envergadura, un fomento productivo responsable y el fortalecimiento de la sociedad, a lo que sumarse deben aspectos ambientales para alcanzar un desarrollo sostenible, integrarse dentro de las dinámicas globales, potenciar los recursos con los que se cuentan territorialmente hablando, y más como nosotros que podemos ofrecer algunas característica singulares bien identificadas, lo que agrega valor en ámbitos de productividad. Ayudan las obras a consolidar desarrollos, superar los espacios en crisis y generar otros con fuertes especializaciones y concentraciones que permitirán y facilitarán en lo local sobrevivir económica y socialmente a la globalización; razones de peso por lo que las administraciones locales deben impulsar la creación de ambientes de desarrollo aprovechando las ventajas competitivas a nivel global para atraer capitales a su territorio y permitir el desarrollo de los recursos endógenos disponibles.
Ayudan y sirven también las obras a que hemos hecho referencia, esto es definitivamente trascendentes, por cuanto impulsan y crean presiones en las administraciones locales para que se ajusten y adapten a las nuevas condiciones de la economía orbital, toda vez que las alternativas de éxito están directamente determinadas por factores como la capacidad para adaptar o crear tecnología, los niveles de inversión nacional y extranjera que pueden captar, la disponibilidad de mano de obra capacitada, el desarrollo de infraestructura, la flexibilidad empresarial, nivel de penetración y la capacidad de acceso a los mercados internacionales.
Ayudan las grandes obras, que de manera permanente y continua deben darse, a que los niveles de vida de la población y los niveles de empleo no se deterioren. Las grandes obras determinan muchas dimensiones, reestructuraciones productivas, nuevos requerimientos tecnológicos, intervenciones públicas, lo que implica dotarse regiones y empresas de un ambiente económico e institucional favorable, capaz de volver ágiles, flexibles y eficientes a las administraciones locales. Inciden igualmente, a la democratización y modernización del aparato público local, permite conformar relaciones y estrategias público/privadas para fortalecer núcleos locales colaborativos para enfrentar las oportunidades que ofrece la productividad, generando una institucionalidad que propicia la conformación de redes y claramente un superior papel e incidencia de las fuerzas sociales locales en procesos particulares de desarrollo a nivel local y regional, de carácter endógeno.
Las grandes obras generan procesos que permiten organizar el futuro de los territorios, ya que incluyen la planificación de los agentes locales intervinientes, aprovechar los recursos humanos y materiales, negociación y diálogo entre los agentes económicos, sociales y políticos asentados en el territorio, fundamentales para lograr ambientes propicios para las inversiones y mejorar el clima organizacional propicios para la consolidación de superiores e integrales desarrollos.
