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El liderazgo estratégico de Jennifer del Toro para la construcción de una paz sostenible en la Sierra Nevada

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La Alta Consejera para la Paz y el Posconflicto del Distrito de Santa Marta emerge como una líder clave para asegurar que las negociaciones avancen con legitimidad, rigor técnico y un enfoque centrado en los derechos de las comunidades locales.

Por: José D. Pacheco Martínez

La instalación de diálogos sociojurídicos entre el Gobierno Nacional y las Autodefensas Conquistadoras de la Sierra Nevada (ACSN) marca un hito en la búsqueda de paz en una región que ha sido históricamente un crisol de riqueza natural y cultural, pero también de conflicto armado. La Sierra Nevada de Santa Marta, reconocida como Reserva de la Biosfera por la UNESCO, alberga una biodiversidad única y comunidades indígenas —kogui, wiwa, arhuaco—, campesinas y afrodescendientes que han resistido décadas de violencia, desplazamiento y abandono estatal.

Con más de 117,000 víctimas registradas según el Registro Único de Víctimas, este territorio exige una transformación estructural que vaya más allá de la desmovilización de grupos armados. Respaldados por el Foro Internacional por la Paz de febrero de 2025, estos diálogos representan un paso pragmático hacia la consolidación de la política de paz total del presidente Gustavo Petro, enfocada en abordar las causas profundas del conflicto y construir un desarrollo sostenible.

En este contexto, Jennifer del Toro, Alta Consejera para la Paz y el Posconflicto del Distrito de Santa Marta, se posiciona como una figura pivotal. Desde su nombramiento en enero de 2024, ha demostrado ser una líder con la capacidad de articular las demandas comunitarias con los objetivos nacionales, un equilibrio esencial para que los acuerdos trasciendan la teoría y se traduzcan en cambios tangibles.

Psicóloga y magíster en Psicología Social, con una amplia trayectoria en derechos humanos, aporta al proceso una visión estratégica y una comprensión profunda de las dinámicas sociales del conflicto. Sus pilares de trabajo —ordenamiento territorial participativo, impulso a economías lícitas, atención a las víctimas y justicia restaurativa— no solo reflejan las prioridades del Foro Internacional, sino que ofrecen un marco operativo para convertir los diálogos en políticas públicas efectivas. Su liderazgo ha posicionado a Santa Marta como un nodo clave en la implementación de la paz total, fortaleciendo la confianza entre actores locales y nacionales.

Jennifer del Toro no solo lidera desde un escritorio; su cercanía con las comunidades de la Sierra Nevada le permite asegurar que las voces de los pueblos indígenas, campesinos y afrodescendientes sean ejes rectores de las negociaciones. Este enfoque participativo garantiza que los acuerdos prioricen derechos territoriales, culturales y económicos, fundamentales para una paz sostenible.

Además, su experiencia en justicia transicional la habilita para diseñar mecanismos de verificación y seguimiento que generen confianza entre las partes —comunidades, ACSN y Estado— y aseguren el cumplimiento de los compromisos. Por ejemplo, su propuesta de comités técnicos interinstitucionales podría implementarse para supervisar proyectos piloto de reconversión económica, como el ecoturismo o la agricultura sostenible, ofreciendo alternativas viables a excombatientes y habitantes locales frente a las economías ilícitas.

Otro aspecto distintivo de su liderazgo es su capacidad para movilizar recursos. Desde su posición, Jennifer del Toro puede impulsar alianzas con el sector privado y organismos internacionales, canalizando fondos hacia iniciativas que promueven el desarrollo sostenible. Esta articulación es crucial en una región donde la dependencia de actividades como el narcotráfico ha perpetuado la violencia.

Su demostrado enfoque práctico, combinado con un compromiso ético, la convierte en un puente entre las expectativas de las bases sociales y las decisiones de alto nivel, asegurando que el proceso no se estanque en promesas vacías.

El camino hacia la paz en la Sierra Nevada está plagado de obstáculos. Las ACSN, surgidas en los noventa, han ejercido control territorial mediante la violencia y actividades ilícitas como la extorsión y el narcotráfico. Negociar con un grupo de estructura fragmentada y con intereses económicos arraigados exige un manejo político y técnico preciso, que combine incentivos claros para el desarme con firmeza en la aplicación de justicia.

La desconfianza acumulada tras décadas de conflicto requiere transparencia y una coordinación interinstitucional sólida entre los niveles nacional, departamental y municipal. Sin embargo, estas dificultades también abren oportunidades. El liderazgo de Jennifer del Toro, con su búsqueda incansable de la participación comunitaria y justicia restaurativa, puede transformar estos retos en cimientos para la reconciliación y el desarrollo.

Por otro lado, la legitimidad del proceso depende de la sociedad civil. La historia de pactos incumplidos en Colombia ha generado escepticismo, y superarlo requerirá que los avances sean visibles y medibles. Aquí, la experiencia de Jennifer del Toro en procesos participativos y su habilidad para gestionar expectativas serán determinantes. Su presencia asegura que los diálogos no se reduzcan a una negociación entre elites, sino que se conviertan en un esfuerzo colectivo por reconstruir el tejido social y económico de la región.

Los diálogos en la Sierra Nevada trascienden el cese de la violencia; aspiran a establecer un modelo de desarrollo incluyente y sostenible que pueda replicarse en otros territorios afectados por el conflicto. Jennifer del Toro, con su capacidad para articular actores, movilizar recursos y priorizar a las comunidades, puede ser el motor de esta visión. Su incansable liderazgo ha convertido a Santa Marta en un epicentro de innovación para la paz territorial, demostrando que el profesionalismo, la empatía y una perspectiva de largo plazo pueden romper ciclos de violencia.

Apoyar su trabajo es apostar por un futuro donde la Sierra Nevada sea un símbolo de resiliencia y esperanza, no de disputa armada. En un momento crítico para Colombia, su rol estratégico es la clave para hacer de la paz una realidad concreta y duradera.