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Desmembramiento y violencia, consecuencias de la guerra territorial entre grupos armados ilegales en el Magdalena

Norma Vera Salazar, defensora de Derechos Humanos, denunció que desde 2024, al menos 11 personas han sido asesinadas y desmembradas en medio de esta guerra territorial entre las ACSN y las AGC.
En un macabro descubrimiento, en el sector de Villa Betel, en Santa Marta, fue encontrado el cuerpo desmembrado del italiano Alessandro Coatti. Este hallazgo se suma a una serie de crímenes violentos que han sacudido al departamento del Magdalena y La Guajira, en medio de la guerra territorial entre las Autodefensas Conquistadoras de la Sierra Nevada (ACSN) y las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC).
Norma Vera Salazar, defensora de Derechos Humanos, denunció que desde 2024, al menos 11 personas han sido asesinadas y desmembradas en medio de esta guerra, que se ha caracterizado por altos niveles de tortura y exposición. Vera Salazar afirmó que estos crímenes son un acto de intimidación, diseñado para generar miedo tanto en los enemigos de los grupos armados como en la comunidad.
«Estos actos brutales no solo violan el derecho internacional humanitario, sino que también colocan a la ciudadanía en una situación de miedo y terror. La exposición pública de los cadáveres es una forma de control social que impide a las personas buscar apoyo de las autoridades», afirmó Salazar en una entrevista.
Recientemente, por medio de un hilo de su cuenta de X, la defensora recordó casos recientes que evidencian la escalofriante realidad de la violencia en la región. En marzo de 2025, tres pescadores fueron masacrados en Pueblo Viejo; uno de ellos, Darío Ariza, fue decapitado. En agosto de 2024, Fredy Casadiego, de 24 años, fue encontrado descuartizado en Dibulla. Estos crímenes, entre otros, revelan un patrón de violencia que afecta desproporcionadamente a las comunidades más vulnerables. Estas situaciones de violencia conducen a un estado de miedo y desconfianza social que aísla a las personas y traumatiza a los más jóvenes.
En esa línea, extendió un llamado a las autoridades locales para que asuman su responsabilidad y reconozcan la gravedad de la situación. «El negacionismo institucional hace mucho daño. Es hora de trabajar en soluciones concretas y de atender la crisis de violencia que afecta a nuestra sociedad», enfatizó.
Según expertos, los traumas derivados de la pérdida en medio de la violencia extrema pueden manifestarse en pesadillas, ansiedad y depresión. «El miedo y la desconfianza se convierten en el pan de cada día para quienes han sido tocados por la violencia», afirmó, advirtiendo sobre el aislamiento social que a menudo sigue a estos eventos traumáticos.
Ante este panorama, el llamado a las autoridades es a actuar con firmeza para detener esta cadena de violencia e impunidad que no solo impacta a las víctimas directas, sino que también tiene efectos devastadores en las familias y comunidades, generando traumas que pueden perdurar por generaciones.
