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Columnistas

El proceso electoral. Por: Rubén Darío Ceballos

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El proceso electoral que está en marcha, deberá servirnos a los magdalenenses como tema de estudio, análisis y reflexión tanto en el presente como para el futuro, dada la situación de ingobernabilidad, inseguridad, corrupción, violencia, intromisión y desmanes de la corrupción en la política, interés por perpetuarse en el poder, el debilitamiento de nuestras estructuras con improvisaciones y desatinos, así como por seguir pescando incautos con el poder del dinero.

Irrumpen en nuestro escenario una serie de candidatos anodinos, sin hojas de vida que mostrar, sin experiencia alguna ni tampoco trayectoria. Candidatos de última condición persiguiendo regir como administradores y coadministradores los destinos, local, municipales y departamental, poniéndonos una vez más en ridículo en el concierto nacional, que ve al departamento del magdalena como un ente territorial de parias y huérfano de dolientes.

La ciudadanía está “hasta la coronilla”, pero no reacciona, está sedada, a nadie pareciera interesarle la suerte de sus instituciones, la corrupción descarada cabalga desbocada, los resultados administrativos públicos de sus gobernantes, más que pobres, miserables. La ciudadanía miope y los partidos, bien gracias, repartiendo avales sin conocer a ciencia cierta los antecedentes de sus candidatos. El derroche económico por los cielos, nadie respeta los umbrales de campaña.

Espectaculares los actos de campaña de ciertas candidaturas producidos con recursos no permitidos, compra del voto por anticipado, la ley violada, la autoridad incumpliendo su tarea. No se tiene en cuenta que la ley debe aplicarse por dura que sea y no puede ser ni estar sujeta a negociación, ni a oscuros acuerdos; más, cuando la credibilidad y fortaleza de las instituciones están reprobabas.

Nuestro escenario electoral está complicado, se vislumbra en algunos casos que llegarán muchos deshonestos y baja condición intelectual. Profesional y humana quienes no deberían y, por fuera y desafortunadamente, quedarán, lo más probable, candidatos de peso específico, honorables, de gran altura y mejor formados, pero que tiene en contra a decir de muchos electores de “mala leche”, campañas discretas precisamente por la propia inequidad de la contienda. Quiera Dios que puedan ganar para bien de nuestros territorios esos ciudadanos capaces, enfrentados a las maquinarias, que ojalá se atollen en el lodazal de la ignominia, lo que sería sin lugar a ningún género de dudas adentrarnos a la esperanza.

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