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Columnistas

¡Queso cuidado por ratones!

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Por: Cecilia López Montaño

No es necesario devanarse los sesos para entender no solo lo que está pasando con la muerte de niños desnutridos en la Guajira, sino para diseñar soluciones rápidas y eficientes. La causa de fondo está perfectamente clara. El problema radica en que esto no se quiera aceptar por razones poderosas, y les cuesta la vida a niños indígenas Wayúu que no se merecen esta suerte. Como lo afirma María Jimena Duzán, el meollo de esta crisis humanitaria es que los «ratones están cuidando el queso.»

Para los que hemos venido denunciando la inmensa corrupción política de ese Departamento, resultan repugnantes las declaraciones de la Gobernadora Oneida Pinto anunciándose como la salvadora de esta crítica situación. La foto junto al Presidente Santos era inevitable, pues como fue elegida por el pueblo guajiro, al Presidente no le queda otra posibilidad que llamarla a que trabaje en las soluciones para resolver semejante problema.

Pero la verdad es que quienes realmente han llevado a la crítica situación social de ese departamento es esa mafia —porque no puede denominarse de otra manera— compuesta por los Ballesteros, los seguidores de Kiko Gómez, entre los cuales está la gobernadora actual, y el presidente nada menos que de la Cámara de Representantes, Alfredo De Luque. Y faltan datos de otros municipios. Esto no es una calumnia, como lo menciona Duzán, los primeros detenidos por el robo de dineros para alimentos del ICBF para esos niños son ex funcionarios de Oneida durante su alcaldía en Albania. ¿Cómo será el poder de esa mafia que les dieron casa por cárcel?

Sin excluir a nadie, inclusive aceptando que cada uno de nosotros, por acción o por omisión, hemos permitido estos niveles de corrupción de nuestra clase política, es necesario señalar que así Bienestar Familiar fuera perfecto y el Presidente Santos siga al frente de esta crisis como lo ha hecho ahora, nada, entiéndase nada, pasará mientras estas roscas perversas sigan manejando los hilos del poder en el país: desde Bogotá con Cambio Radical hasta los Char en Barranquilla, cuya foto con la candidata Oneida a nadie se le olvida.

Recuerdo que en el 2009, en un foro en el centro de convenciones de Riohacha, unos indígenas nos pidieron a 2 senadores —entre ellos Ballesteros—, que fuéramos a ver los niños que habían muerto de hambre a 5 minutos del lugar. La devastadora escena motivó llamadas desesperadas al ICBF que no sirvieron para nada; han pasado 6 largos años y nada. Esta crisis es tan vieja como la corrupción que vivimos; donde el poder sigue en manos de sectores que deberían estar en la picota pública y tras las rejas, para que no se presenten como redentores de una situación que ellos mismos crearon. ¿Hasta cuándo se seguirán eligiendo estas mafias?

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