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Crónica

¡El maestro, un irrepetible!

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Por: William Gómez

José Víctor de Castro Carroll, periodista deportivo, más conocido como Chelo de Castro, nació el 19 de marzo de 1920 en el popular barrio San Roque Barranquilla.

De Castro, es miembro de una familia tradicional en la capital del Atlántico entre quienes sobresalen el general Diego A. de Castro, primer gobernador del Atlántico; Arturo de Castro, quien a principios del siglo XX le dio gran impulso al fútbol en Colombia; y su hijo menor Darío, más conocido como Chelito, compositor, pianista y acordeonero.

El pasado 19 de marzo cumplió 96 años rodeado del amor de su esposa Judith Vázquez de Castro, de sus 7 hijos José María, Aníbal, Iván, Silvia, Beyita, José Víctor y Darío, el menor, más conocido como Chelito- destacado músico del folclor popular.

Lúcido y vital reconoce el longevo hombre de la comunicación que su larga vida se la debe a su madre quien falleció a los 88 años. Con nuestra visita nos atrevemos a asegurar que habrá Chelo de Castro por muchos años.

Con 96 años llama la atención por su lucidez y sus profundos conocimientos en el deporte, del cual es el mejor referente para dirigentes, periodistas y deportistas. OPINIÓN CARIBE le rinde un merecido homenaje a este ícono de los medios nacionales.

Bachiller del Colegio de San José, Chelo de Castro ha escrito diariamente desde 1945 una polémica y aguda columna deportiva en diferentes periódicos de Barranquilla. Comenzó en el semanario La Unidad, dirigido por Armando Zabaraín. En 1950 ingresa al diario La Prensa de Carlos Martínez Aparicio, donde estuvo durante 10 años. En 1960 pasa al vespertino El Nacional de Julián Devis Echandía, donde laboró por ocho años. En 1968 laboró en Diario del Caribe, donde estuvo durante ocho años. Desde 1976 se desempeña como columnista de El Heraldo.

Desde el 7 de abril – día de Barranquilla- de 1953 transmite a diario por la radio local el programa «Desfile Deportivo», el cual fundó con Mike Schmulson. Fue transmitido por Emisora Atlántico por algunos meses, La Voz de la Patria durante 40 años, 18 años por Uní- autónoma Estéreo hasta enero de 2011 y desde entonces por Radio Aeropuerto.

Los deportes de su manejo son el béisbol, el boxeo y el fútbol, de los cuales es referencia obligada y autoridad a nivel nacional. A diario escribe sobre hechos relacionados con estos deportes, bien sean del pasado o del presente.

Chelo de Castro es autor del libro sobre deporte «La pértiga rota» y de «Acuarelas Costumbristas». Ha desempeñado otras actividades como dirigente del boxeo internacional, escribiente de la Alcaldía de Barranquilla y Jefe de Espectáculos Públicos del municipio de Barranquilla por 28 años.

EL CARIBEÑOL

Frontal, honesto, dueño de una lucidez admirable, de una personalidad inquebrantable, incisivo y mordaz estilo, de un fino sentido del humor, de un envidiable y riquísimo léxico castizo, y de un manejo perfecto de la gramática española, ha acuñado y rescatado viejas palabras – castizas o no-, frases y expresiones que se han hecho célebres – algunas en otros idiomas: «Bambinazo» -home run-, «jeme a jeme», «friolera», una pregunta «pringa mocera», «never come back», «mondis miquis joping yegua», «et pas plus», entre otras.

Estas expresiones acuñadas en el diccionario El Caribeñol, del periodista barranquillero Ley Martin, corresponden a aquellas palabras de uso diario por los naturales del Caribe y asentadas en el diccionario de los costeños. De allí que las anteriores palabras o modismos empleados por Chelo de Castro haya que incluirlas en el Caribeñol y el «Bambinazo» -home run-, «jeme a jeme», «friolera», una pregunta «pringa mocera», «never come back», «mondis miquis joping yegua», «et pas plus», entre otras, son palabras nuestras, realzadas por el veterano periodista de la “arenosa”.

Campeón de la defensa de Barranquilla, ha batallado desde su columna y su espacio radial por la reivindicación de la ciudad, señalando valientemente la decadencia en que la sumieron la politiquería, el “manzanillismo” y las corrientes de otras regiones del país, entre otras razones que ha presenciado a lo largo de su vida.

Otra de sus luchas ha sido la de bautizar los escenarios deportivos de la ciudad con los nombres de sus atletas más destacados. A Chelo de Castro se le debe que el estadio Metropolitano, se llame Roberto Meléndez, el estadio de baloncesto, Elías Chegwin, el velódromo, Rafael Vásquez; el coliseo cubierto, Humberto Perea; y que al estadio Municipal se le denomine Romelio Martínez. También ha sido un incansable defensor del amateurismo, criticando frontalmente las políticas del Comité Olímpico Internacional.

LAS ACUARELAS COSTUMBRISTAS

Todos los diciembres deja temporalmente de lado la temática deportiva de su columna por la añoración de la vieja Barranquilla, entregando sus célebres “Acuarelas Costumbristas”. En ocasiones intercala los temas deportivos con sus opiniones políticas o sobre la actualidad nacional e internacional, o dando paso tanto a amigos como a contradictores.

He aquí una de esas famosas acuarelas costumbritas. La escena es la misma: una esquina cualquiera que como una acuarela costumbrista parece trazada de memoria, donde siempre van a coexistir, como eternizados, unos elementos básicos infaltables. Allí, en esos trazos, convergen un grupo de amigos, avezados guerreros de la mesa, unas fichas semiocultas tras unas manos y un poderoso golpe que restalla. Sonido que se convierte en una especie de estremecimiento telúrico que resuena entre carcajadas acompañadas al calor de las infaltables ‘frías vestidas de novia’, bajo la protectora sombra de un robusto árbol y el potente sonido de la música popular que cambia de contexto según el mapa y la ubicación geográfica.

No se trata de un cuadro, sino del antiquísimo juego del dominó y la escena descrita no solo puede estar ocurriendo en este momento en la esquina de un barrio de Barranquilla, sino en uno de Cartagena, Santa Marta, Montería; o en las diferentes poblaciones del Atlántico y la región Caribe colombiana o en Cuba, Puerto Rico, República Dominicana, Venezuela y mucho más allá, porque este encuentro entre amigos trasciende fronteras. Incluso, como infectados por un virus o un rito inevitable, se pueden hallar a embrujados por este juego de origen milenario a trasnochadores fanáticos de las fichas rectangulares en Italia, España, Rusia, Pakistán, Abjasia, entre otras latitudes.

El Juego de la democracia. En las inmediaciones del coliseo Elías Chegwin en Barranquilla, bajo un viejo y robusto trupillo, un grupo de pensionados, abogados, médicos, vendedores de agua y de confites, ingenieros y hasta algunos sin techo, se reúnen sagradamente de lunes a sábado, de 4 a 7 p.m., en torno a 4 mesas para practicar su ‘sagrada homilía’ de dobles, cierres, patas de cabra, horcadas, pasadas y tortazos contra la mesa, jugando a 2.000 pesos por cabeza a 50 pintas zapateras.

“Soy uno de los pioneros y esto nació entre 4 amigos que de tarde, hace más de 20 años, estábamos aburridos y se nos dio por sacar una mesa frente a la terraza, pero huyéndole al sol terminamos bajo este Trupillo en el parque. Con el tiempo se fueron sumando más amigos y hoy tenemos unos 40 jugadores”, dice Chelo de Castro.

No se aceptan pelaos. En este espacio, donde no hay distinción de oficios, solo existen dos reglas: dejar la amargura en la casa y tener por los menos más de 50 años.“Aquí no aceptamos pelaos”, enfatiza de Castro. “Igual –agrega– aquí juega el man bacán que quiere pasarla bien. Jugamos el tercio ahora porque antes cuando se hacían los cuartos se presentaban muchas discusiones”, evoca en una de sus afamadas acuarelas, el veterano periodista.

Sus pinceladas de Acuarelas Costumbristas recrean al cronista más congruente del Caribe Colombiano. En su redacción no hay espacio para lo ornamental, el elogio coyuntural y mucho menos para la propia levitación. Por tener conectado el corazón a la vieja máquina Remington, el maestro logra darle luz a una titulación mágica, arrolladora, sin reversas: “De todo hay en esta Viña del Señor:¡Un vitriolo que no sabemos si responde a una homonimia o a un “ perro blanco “ que se parapeta”. Directo, fuerte, de figuras literarias arropadas por un Barranquillerismo ilimitado, el Maestro es el periodista Colombiano con menos posibilidades de ser repetido. En El Heraldo de Barranquilla y La Voz de la Patria sobran los argumentos para avalarlo. Su fonética, sintaxis, percepción y lectura connotativa del acontecer Colombiano, lo convierten en un ícono de las letras nacionales. Recordarlo entrar raudo a la Voz de la Patria bajo la mirada caballera de Tico Vasallo, con paso imponente, con manos libres de papeles que él asemeja con ataduras creativas, cargado de pasión por el deporte, marcando diferencias y colgándole eternos calificativos a personajes enemigos de la Puerta de Oro, es remitirse a un apasionado que nos enseña que la Comunicación Social debe manejar como objetivo el estímulo y fomento por el Sentido de Pertenencia. En su caso, lamenta la progresiva disminución de dolientes que posee la ciudad; muestra preocupación por algunas corrientes migratorias que no contribuyen al posicionamiento positivo de la Arenosa; advierte con preocupación la ausencia de Coequiperos que empujen y le coloquen el pecho la brisa centralista que se la “dedican“ a Barranquilla. A Chelo de Castro se le debe agradecer su estilo frentero, transparente y constructor de Barranquillerismo sin límites. Ahí está Chelo, alerta, siempre dispuesto anímicamente, concentrado, ejercitándose como el extraordinario deportista y periodista que continúa siendo

Corría el año de 1936 y el maestro de Castro visitó a Sana Marta. Vino en una excursión programada por su Colegio San José de Barranquilla a su par El San José Diocesano. Confiesa que “me gustó Santa Marta por su riqueza arquitectónica y sus bellezas naturales. Me llamó la atención que Santa Marta regalara su patrimonio como era el “guineo”. Veía como la gente salía del Puerto Marítimo o de los vagones del tren, con un racimo de guineo al hombro. Para mí eso era inaudito, ya que esa fruta tenía un costo y era el patrimonio de la cuidad”, expresa el connotado comunicador “ñero”.

Feliz cumpleaños maestro Chelo de Castro. Un irrepetible periodista deportivo que estará con nosotros por muchos años, dada su lucidez y su vitalidad.

 

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