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La cruzada de Carlos Caicedo

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¿Cuál es exactamente la propuesta?

Tenemos una iniciativa en Santa Marta que se llama Fuerza Ciudadana, que fue la que nos permitió llegar a la Alcaldía y con la que ahora queremos promover temas de la región Caribe. Estamos en la construcción de la agenda para hacer una consulta de un millón de personas por el cambio y el fin de la guerra. Es importante saber de qué manera va a participar la sociedad —que la verdad ha participado poco— en el proceso de paz.

Pero ¿una consulta para qué?

Tiene que ver con una interpelación que les hacemos a los ciudadanos del Caribe para promover la construcción de una agenda regional. En la Costa hay una serie de problemas acumulados y queremos conocer las ideas de los ciudadanos. Lo que tenemos es un compromiso de trabajar en las 15 principales ciudades de la Costa, donde está reunido el 50 % de la población. Vamos a hacer jornadas y eventos para promover la consulta, que será un instrumento con el que los ciudadanos identifican los problemas en lo político, lo social, lo ambiental y lo económico, y a la vez identifican las soluciones.

¿Y también en materia de paz?

Así es, vamos a mandarle una comunicación al Gobierno para decirle que respaldamos el proceso, que desde la ciudadanía estamos dispuestos a la construcción de una pedagogía para la paz. Es una agenda que debe darse en el escenario de la paz y el fin de la guerra, donde es claro que los ciudadanos, por ahora, no participan activamente. Al final, los grandes cambios tienen que abordarse desde las regiones y desde la ciudadanía. En la propuesta de negociación con el Eln se procura meter a la gente. Vamos a ver hasta dónde se llega, porque hasta el momento el Gobierno no ha abierto el espacio como debería abrirse.

¿Cuál sería la mecánica y la logística de esa consulta?

Será una especie de encuesta donde la gente entregará sus datos, dará a conocer sus problemas y presentará las posibles soluciones a éstos. Actualmente nos acompañan ciudadanos que están cansados de seguir con la política tradicional y que tienen un anhelo de cambio y de paz. La gente que se está sumando se agotó de ver que nada cambia, porque son los mismos de siempre gobernando.

No faltará quien le vea intenciones electorales para 2018…

Nosotros estamos alistando a la ciudadanía para que participe masivamente en el mecanismo refrendatorio de consulta que se vaya a generar sobre el proceso de paz. La idea es promover una cultura de paz para ayudar a la pedagogía desde la ciudadanía. Sin embargo, en las elecciones de 2018 esperamos que surjan nuevos liderazgos que reemplacen a la vieja clase política en el Congreso, que, como lo dicen en las regiones, son “calientasillas” que llegan a esos cargos a ver cómo persiguen ministros para que les den puestos o contratos. Y sí, la idea también es construir una plataforma de cara a las elecciones presidenciales, impulsada desde la región Caribe.

Usted es reintegrado de la Corriente de Renovación Socialista, un grupo disidente del Eln. ¿Cómo ve hoy los diálogos con esa guerrilla?

Yo procedo de un acuerdo de paz y tengo claro que no se puede seguir haciendo política con armas o justificando la voladura de la propia infraestructura nacional. Nosotros tenemos que desafiar al establecimiento político tradicional, que ha saqueado las regiones, con nuestras propias apuestas políticas.

¿Y cree que el Eln ya está maduro para pasar a la política sin armas?

Después de tantos procesos de paz fallidos, está maduro para esto, porque si no se embarca en este tren de la paz y del fin de la guerra, muy probablemente quede descolgado a futuro de cualquier opción. Este es el momento, porque en Colombia los ciudadanos han vuelto a creer en las alternativas de paz gradualmente y se han dado una oportunidad, a pesar de las heridas abiertas de la guerra.

¿Y será que ese cambio alcanza para pensar que la gente vote por exguerrilleros?

Gustavo Petro fue alcalde de Bogotá, Antonio Navarro de Pasto y yo de Santa Marta. Los ciudadanos están listos para votar por alguien que demuestre que tiene ideas para desafiar al viejo establecimiento y que está encaminado a cambios. Sin embargo, esto es con un curso democrático que no es de uno o dos años y que no es fácil. Hay un tren de la paz, del fin de la guerra y de los cambios. Descolgarse de eso es salirse de la posibilidad de reivindicarse con la sociedad para impulsar una agenda de cambio y transformación.

Fuente: ElEspectador

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