Columnistas
Sin agua no hay porvenir
Por Rubén Darío Ceballos
Solucionar los problemas de agua potable es hoy por hoy una exigencia que corresponde a todos y no sólo a gobernantes, líderes, dirigentes, a quienes, no obstante, cabe la mayor responsabilidad, porque la falta de este vital líquido es falta de previsión y, por ende, mala gestión. Alrededor de 2.000 millones de personas en el mundo carecen de agua potable; a pesar que la cifra pareciera no entenderse a juzgar por los hechos, que falta interés gubernamental para que todas las personas tuviésemos acceso al agua, además, que sin agua no hay desarrollo, ni progreso ni salida de la pobreza.
Entender, que son tres las grandes necesidades actuales del planeta: alimentos, ciudades y energía, pero el mayor problema es tener disponibilidad de agua para producir alimentos, por lo que importa sobremanera, auscultar búsquedas, con el ánimo de brindar soluciones mejores. Política correcta sería en cuanto a regar alimentos, aumentar la eficiencia de los equipamientos de riego. En las ciudades, atender en mejor forma, la cuestión urbanizadora que es el gran problema ambiental relacionado con el agua, por su generación de aguas negras que deben ser tratadas y hoy un problema mayúsculo en las ciudades en crecimiento, que tienen contaminados los ríos que las atraviesan y no pueden utilizar el agua para fines potables.
Igualmente, analizar las cuencas de los ríos para decidir la forma de utilizar el agua para responder a las necesidades de energía, de producción de alimentos, de las industrias y de las ciudades, tratando siempre de llegar a un equilibrio, lo cual es de por sí esencial.
Atender con celo todo lo inherente al cambio climático, lo cual a decir de expertos, impacta en la disponibilidad de agua dulce, al tiempo de sostener que el mayor impacto es la forma de gestionarla, que el problema no es la escasez de agua sino su mala gestión; y, que su distribución en el tiempo y en el espacio es más impactante que su contaminación o la sequía, lo que hace imprescindible realizar una gestión eficiente del agua para evitar el problema del agotamiento de las reservas ante sequías. Una de las razones por la cuales la denominada clase política debe estar más atenta a la importancia del agua, y movilizar su conciencia. Entender que una buena gestión del agua tiene que ver con la gestión participativa y la discusión abierta sobre la forma de usarla.
Importante aumentar la concienciación gubernamental y comunidad en general, hacer pedagogía respecto a que el acceso al agua y al saneamiento es un derecho humano, que el trabajo en torno a esta problemática debe y tiene que ser constante, y, que no se puede disociar bajo ninguna circunstancia agua y cambio climático. Es seguir influyendo en las personas, gobiernos y demás estamentos sociales en encaminar los esfuerzos a la generación de infraestructuras suficientes y hacia una buena gestión, lo que dará la posibilidad, imprescindible por demás, de tener agua almacenada para utilizarla gracias a las infraestructuras de reserva que se tengan cuando no haya lluvias, las cuales tiene correlación con la riqueza económica de un país, que cuando llueve aumenta la producción económica, y sucede lo exactamente a la inversa cuando no hay reservas, lo que debe obligarnos a apurar toda situación conducente a la definitiva solución de la falta de agua, cuya ruta principal, es sin dudas, una buena gestión.
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