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Región Caribe

La mujer Wayuu no se vende

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Aylinne Cervantes

Sobre la comunidad Wayuu existen muchas creencias equivocadas por parte de los arijuna -quienes no son wayuu-, entre las más populares está la tendencia a creer que, un hombre cuando decide casarse con una mujer Wayuu debe comprarla.

Tal vez esto se debe a que hasta hace poco tiempo, esta comunidad decidió abrirse mucho más al mundo, dejando el miedo de lado, un pánico razonable que su historia respalda por las personas que ellos denominan ‘blancos extraños’ o tal vez, porque en muy pocas situaciones algunas culturas intentan entender lo que las diferencia de las demás.

En una visita a la ranchería Ipanama en Riohacha, La Guajira, realizada por un grupo de estudiantes universitarios, entre los temas tratados estuvo presente la dote que hace un hombre a la familia de una mujer Wayuu cuando quiere casarse con ella.

Sandra Gnecco quien es hija de una mujer Wayuu y un hombre arijuna, desde su faceta como profesora se ha convertido en una verdadera líder para esta ranchería, ella junto con toda la comunidad recibieron de forma fraternal a los estudiantes y ofrecieron el mejor de los servicios: el conocimiento.

Con una intencionalidad disimulada, Sandra insistió en que existe una idea equivocada sobre cómo funciona el matrimonio en el pueblo Wayuu, detenidamente explicó que es todo un proceso tradicional, alejado de una compra y venta como normalmente se piensa.

Cuando un hombre decide casarse con una mujer Wayuu, este debe presentarse ante la familia de la mujer, hacer la dote, que es según Sandra, un reconocimiento que el hombre o la familia del hombre realiza a la familia de la mujer con la que se quiere casar.

Esto se puede presentar en jóvenes, desde los 15 años las mujeres Wayuu pueden ser pedidas por un hombre que desee convertirlas en su esposa, esto solo sucede si la familia de la mujer acepta, en este caso las mujeres no tienen derecho a opinar, son los tíos maternos y el padre quienes tienen la última decisión.

Sí la propuesta es aceptada la mujer Wayuu debe obedecer sin importar cuál sea su opinión, seguramente esto se convierte en un duro golpe para los movimientos que defienden la autonomía femenina actualmente, sin embargo, Sandra explica que las mujeres Wayuu desde muy niñas son conscientes de este proceso, cómo funciona su cultura, además que lo han visto anteriormente en otras mujeres de su comunidad.

Para las mujeres Wayuu la dote tangible que dan por ellas, es algo natural, que no deja de ser un choque fuerte en el contexto del mundo globalizado alrededor de estas comunidades, pero hace parte de una serie de costumbres que los identifica.

Weildler Guerra un antropólogo Wayuu, en su nota ‘El matrimonio Wayuu no es una venta’ explica que las sociedades en donde no prevalece la idea del amor romántico, el matrimonio es un asunto del grupo más que de los individuos, no obstante, afirma que en ningún caso se trata de una venta o de la trata de seres humanos.

Entre los temas tratados sobre la cultura Wayuu en la visita a Ipanama, este en particular tiene toda la atención de Sandra Gnecco, al preguntarle qué creencia absurda se tiene generalmente sobre la comunidad Wayuu, ella respondió muy segura que se tiene que dejar de pensar que un hombre puede pagar por una mujer Wayuu, la dote es una atención, si esta no existe hay una falta de respeto a su cultura.

Las tradiciones, adquieren ese título porque se creen auténticas e infinitas, ciertamente la mujer Wayuu va a seguir siendo escogida, esto se convierte más en un pacto de convivencia, que ojalá desde el inicio sea agradable o en algún punto lo parezca, lo cierto es, que la diferencia de esa tradición Wayuu con el amor arijuna es que, en este caso, escoger es una labor diaria.

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