Columnistas
Memoria Artificial

Por: Jose Dorian Gómez Santander
En la época del ábaco las personas realizaban todas las operaciones matemáticas sin ningún problema, los números y las cuentas se movían fluidamente en sus cabezas.
Ese maravilloso ejercicio hacía que las personas de antaño tuvieran muy buena memoria volviéndose enciclopedias ambulantes, personas con muchos temas por hablar y enseñar; en la actualidad con todos los cambios tecnológicos modernos, parece que la mayoría de las personas estuviéramos dejando de ejercitar nuestro cerebro, o si no pregúntense rápidamente cuanto es 9 x 7, muchos titubearán seguramente, pero no se extrañen ni se preocupen, ese es el resultado del inexorable avance de la ciencia.
Existen muchísimas personas que afortunadamente no han entrado todavía en el súper modernismo, por ejemplo, los tenderos (los más viejos, los jóvenes usan calculadora); estas personas suman manualmente una cantidad de valores escritos con números a veces ilegibles en un pedazo de papel, permitiéndoles ejercitar su cerebro y fortaleciendo su retentiva. Hagamos el ejercicio de recordar la última vez que se nos quedó sin batería el teléfono celular y les apuesto que nos iría bien si nos acordamos de por lo menos dos números de contactos ¿y todo por qué? sencillamente porque nos hemos vuelto flojos para pensar, le dejamos la responsabilidad a las maquinas.
Caso patético es el que sucede con los estudiantes actuales, solo es preguntarles cual es la capital de Estados Unidos, cual es el río más caudaloso de Sur América o más sencillo aún, cuantos departamentos hay en Colombia y muchos seguramente no lo saben, porque la tecnología ha les ha facilitado la vida a un click; información muy ligera, a veces imprecisa proveniente de muchas fuentes sin confirmar, hace que los conocimientos sean muy “light”; la mayoría de colegios privados venden una “plataforma” que promete eliminar libros, quitándole la oportunidad a los estudiantes de conocer un atlas, que les permitiría calcar mapas en el popular papel mantequilla, que aunque muchos me dirán anacrónico, definitivamente permitía memorizar trazos y fácilmente se podía dibujar a Colombia solo con el recuerdo.
El papel mantequilla se reemplaza por una búsqueda Google + mapa de Colombia + imágenes + imprimir y por arte de magia aparece un perfecto mapa que obtendrá una nota excelente para el boletín, pero sin haber dejado en muchos casos esencia de aprendizaje en el estudiante. Ojo, aclaro, la tecnología es una maravilla, es necesaria, no estoy en desacuerdo de sus avances y menos de su uso, en lo que estoy en contra es que nuestra juventud crezca dependiente de la tecnología totalmente para aprender. El “copiar” y “pegar” permite entregar trabajos que no transcribieron, por lo tanto, no retuvieron en sus mentes y apruebo a estos profesores universitarios que exigen ensayos manuales, no solo para conocer sus pensamientos, si no su letra y ortografía.
Que bonito sería que el modernismo no atropellara la educación y los niños que son el futuro de Colombia, pudieran ejercitar sus cerebros, leyeran, soñaran, pensaran de manera crítica, dejando un poco a un lado ese estilo de vida robotizado, ya que la tecnología nos debe facilitar la vida, pero sin ir en detrimento de nuestras mentes.
Contacto:
Jose Dorian Gómez Santander

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